En el primer asalto de una lucha política equivalente a la de la WWE (lucha profesional), la Federal Communications Commission (FCC) ha vencido al Pentágono. En contra de las objeciones del Departamento de Defensa, la FCC aprobó una modificación de la licencia de Ligado Networks, para establecer un nuevo servicio de comunicaciones 5G el mes pasado. Y mientras que algunos altos funcionarios de la Administración Trump aclamaron esto como una ventaja para las empresas estadounidenses que compiten por construir las redes 5G del mundo, otros argumentan con razón que pone en peligro la seguridad nacional.
Esto puede ser una sorpresa. Después de todo, la Casa Blanca y el Pentágono han advertido en voz alta a sus aliados en los últimos años, que la información que pase a través de las redes 5G hechas por Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, podría ser enviada a las agencias de inteligencia de Beijing. (Algunos, como Gran Bretaña, han juzgado que es un riesgo que vale la pena tomar, al menos para las partes «no sensibles» de las redes de próxima generación del país). ¿No tendría sentido fomentar la capacidad de Estados Unidos en esta nueva tecnología clave?
Pero, de hecho, a la solicitud de Ligado se opusieron el Secretario de Defensa, la Fuerza Aérea, una serie de otros departamentos federales, miembros importantes seniors de los House and Senate Armed Services Committees, y partes de la industria privada, por añadidura. El Pentágono está intentando decididamente que la decisión sea revocada.
Los líderes de la defensa quieren la 5G tanto como cualquiera. Pero también quieren mantener ciertas frecuencias de radio libres de interferencias, cuando las nuevas redes de súper alta velocidad entren en funcionamiento. La victoria de Ligado le da el derecho de transmitir datos en la banda L, de 1 a 2 GHz, en frecuencias que podrían interferir con el Sistema de Posicionamiento Global, perjudicando a millones de receptores civiles y militares que son cruciales para todo, desde la entrega de alimentos hasta los vuelos de las aerolíneas, pasando por el lanzamiento de bombas y la vigilancia del globo para detectar el lanzamiento de misiles por parte del enemigo.
Durante meses, el Pentágono ha estado probando formas de compartir su espectro de banda media 5G con la industria comercial. Ligado se negó a esperar, y su impaciencia podría poner en peligro una tecnología con beneficios casi incalculables.
Aun así, la compañía merece algo de crédito. Ha encendido la mecha de los jefes de los ejércitos, para acelerar su colaboración en las empresas de telecomunicaciones 5G. El Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el General David Goldfein, ha dicho: «Puede que haya algunas formas de parcelar y compartir ese espectro, pero no podemos renunciar a é».
La solución, una red de próxima generación sin Huawei y sin socavar el GPS, puede estar en otra tecnología naciente: O-RAN, un protocolo de red basado en software que promete comunicaciones móviles aún más rápidas y seguras, que está atrayendo el interés privado y del Congreso.
Pero si el Pentágono quiere acelerar la llegada de O-RAN, y evitar la interrupción, tiene que actuar, y rápido.
Fte. Defense One (Mackenzie Eaglen)
Mackenzie Eaglen es becaria residente del American Enterprise Institute (AEI), donde trabaja en estrategia y presupuestos de defensa y preparación militar. También trabajó en la 2018 National Defense Strategy Commission y en el National Defense Panel de 2014, y 2010.
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