El combustible diésel es la savia de cualquier ejército moderno. El gasóleo lo consume la mayoría de los vehículos militares, así como los generadores que suministran electricidad a los puestos de mando y a las instalaciones habitadas. En consecuencia, el Ejército ruso necesita un flujo constante de gasóleo hacia sus unidades en Ucrania para mantener su eficacia en combate. Con la llegada del invierno, el Ejército ucraniano parece estar haciendo un esfuerzo coordinado para cortar ese flujo de combustible.
Las fuerzas rusas en Ucrania necesitan una enorme cantidad de gasóleo. Los tanques modernos consumen gasóleo a razón de una milla por galón. Incluso cuando los vehículos están parados, sus motores permanecen en marcha para suministrar energía a los equipos de puntería, radios y otros dispositivos electrónicos. Además, se necesita gran cantidad de gasóleo para los generadores, que suministran electricidad a toda la electrónica de cualquier ejército moderno. Un solo Grupo Táctico de Batallón (BTG) ruso transporta aproximadamente 10.000 galones de combustible para reabastecimiento en sus camiones cisterna; que se espera cubra las necesidades de un día de operaciones de combate. Los canales logísticos rusos deben suministrar combustible a más de 100 BTG, además de a varios grupos paramilitares.
Los problemas de combustible se complicarán pronto con el invierno de Europa del Este. La demanda aumentará a medida que se pongan en marcha generadores para generar electricidad para calefacción, además de quemarse directamente en calefacciones. Mientras, las fuertes nevadas y el hielo pueden cerrar las rutas de reabastecimiento.
En lo que va de guerra, las fuerzas rusas han tenido problemas para asegurar sus líneas de suministro de combustible. Se ha culpado a su escasez de una serie de problemas, entre ellos el gran número de vehículos rusos abandonados y capturados. Doctrinalmente, el Ejército ruso es de naturaleza defensiva; como tal, no está estructurado para apoyar operaciones de avance sostenidas. Además, cuando los rusos han establecido depósitos de combustible avanzados, han sido rápidamente destruidos por la artillería y los drones ucranianos. Como consecuencia, los rusos se han visto obligados a transportar combustible a Ucrania directamente desde Rusia.
Los ucranianos han explotado esta vulnerabilidad atacando los vehículos rusos de reabastecimiento de combustible. Hasta la fecha, los rusos han perdido 239 camiones cisterna, principalmente Ural 4320 y KamAZ 6×6. Se trata de un gran número de camiones, dado que cada Grupo Táctico de Batallón sólo dispone de cinco. También han destruido varios trenes y camiones cisterna civiles que transportaban combustible al frente. Incluso uno de los recientes ataques con drones lanzados contra Rusia tuvo como objetivo un depósito de combustible.
Algunos de los combates más encarnizados en la actualidad consisten en asegurar las ciudades situadas a lo largo de las principales rutas de suministro. Por ejemplo, el Ejército ruso lleva desde principios de agosto intentando tomar Bajmut, un nudo de transporte clave en la región de Donetsk. La toma de Bajmut les permitiría controlar un nudo de carreteras crítico que les permitiría el acceso a través de la región de Donetsk. Sin embargo, los ucranianos han desplegado una férrea defensa y se espera que mantengan Bakhmut al menos hasta el invierno.
Por otra parte, la contraofensiva ucraniana en la región de Luhansk se ha centrado en recuperar las ciudades de Svatove y Kreminna. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra, ambas son nudos de transporte clave por los que discurren importantes rutas de reabastecimiento rusas. Si los ucranianos consiguen capturar estas ciudades, los rusos verán limitada su capacidad de reabastecer a las unidades y paramilitares de la región de Luhansk.
Estos esfuerzos de los ucranianos por negar el reabastecimiento de combustible al Ejército ruso tendrán grandes consecuencias en la guerra. Sin el suministro constante de gasóleo, los rusos no serán eficaces en combate, ya que no podrán maniobrar sus vehículos en el campo de batalla. Las fuerzas rusas se verán obligadas a adoptar una postura puramente defensiva, deteniendo de hecho sus movimientos de avance. Incluso en una postura defensiva, los rusos necesitarán el abastecimiento constante de combustible, aunque sea menor. Sin combustible, las unidades se verán rápidamente superadas por la contraofensiva ucraniana.
Y lo que es más importante, sin combustible, los soldados rusos se congelarán. Con gran parte de Ucrania sin electricidad, las fuerzas rusas necesitan gasóleo para sus generadores y calentadores. Sin un suministro fiable de combustible, no podrán mantener calientes a sus soldados. La hipotermia no es el único problema; las enfermedades también se propagarán. Los soldados congelados y enfermos han provocado históricamente bajas en la moral y un alto grado de deserción.
Es probable que los ucranianos tengan éxito en sus esfuerzos por disminuir la capacidad rusa de reabastecer de combustible a sus fuerzas, lo que su eficacia en combate y moral. Aunque esto no pondrá fin a la guerra, permitirá que la contraofensiva ucraniana consiga avances significativos este invierno. Independientemente del resultado global, probablemente será un invierno frío, caótico e improductivo para las fuerzas rusas.
Fte. Real Clear Defense