El General Stéphane Mille mantuvo un amplio debate con los periodistas, en el que habló de Ucrania, los drones, la disuasión nuclear y una nueva estrategia de aviones de combate.
Para los militares franceses, la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la importancia de la defensa tierra-aire, incluidos los sistemas anti dron, hasta tal punto que el máximo responsable de defensa aérea del país afirma que espera que domine las consideraciones estratégicas durante años.
«El conflicto de Ucrania ha vuelto a situar la defensa tierra-aire en el centro de nuestras reflexiones», declaró a los periodistas a principios de esta semana el general Stéphane Mille, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas y Espaciales francesas, añadiendo que «la lucha contra los drones, en particular con vistas a los Juegos Olímpicos de París del año próximo, nos mantendrá ocupados durante años».
En aquel momento, Mille hablaba un par de días antes de la publicación de un informe de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa del Senado francés sobre las lecciones aprendidas de Ucrania, en el que los senadores Cédric Perrin y Jean-Marc Todeschini también subrayaban que «la próxima ley de programas militares debe consolidar nuestras defensas tierra-aire y nuestros medios para luchar contra los drones».
Mientras que el informe destaca algunas de las preocupaciones específicas de los establecimientos de seguridad franceses, el debate de Mille con los periodistas fue muy amplio, desde las lecciones de Ucrania hasta el valor de la disuasión nuclear, pasando por el avance de Francia hacia una fuerza aérea compuesta totalmente por el Rafale. He aquí algunos puntos destacados de ambas.
Revelaciones sobre la guerra anti dron
El uso cotidiano y creativo de drones en combate puede estar ocurriendo al otro lado de Europa, pero París está tomando nota. Mille dijo que esperaba en general mayor uso de drones en el futuro en conflictos de baja como de alta intensidad de aquí en adelante.
Asimismo, el informe del Senado afirma que «la guerra de Ucrania ha confirmado el papel preeminente que ahora desempeñan los drones, en particular la importancia de contar con municiones operadas a distancia de precio moderado consideradas hasta cierto punto consumibles al igual que otras municiones». La experiencia ucraniana demuestra que el 90 % de los drones de este tipo se pierden con una vida operativa media de entre tres y seis vuelos».
Según los senadores Perrin y Todeschini, «los medios para emprender la guerra anti dron son también indispensables».
Más allá de los pequeños drones «consumibles», Francia tiene en su inventario cuatro grandes sistemas de vehículos aéreos no tripulados (UAV) MQ-9 Reaper, de elevado coste. Cada sistema contiene tres aviones Reaper, por lo que hay un total de 12 aeronaves basados en la base aérea de Cognac. La mitad de ellos han sido actualizados al Bloque 5, que mejora significativamente la obtención de información en tiempo real con respecto al estándar del Bloque 1.
Citando la naturaleza de los combates en Ucrania, el informe del Senado pone en tela de juicio la utilidad de sistemas de drones exquisitos como el Reaper, conocidos como vehículos aéreos no tripulados de media altitud y larga resistencia o MALE.
Mille afirmó que las Fuerzas Aéreas están estudiando formas de usarlos con eficacia, admitió que son «muy útiles en guerras asimétricas, pero dada su vulnerabilidad y su coste, serían difíciles de explotar en un contexto simétrico», como cuando dos ejércitos modernos combaten entre sí.
Entrenamiento simulado para misiones aéreas complejas
La defensa contra la guerra de drones alimenta la misión más amplia de la defensa tierra-aire, que según Mille es un aspecto crucial para otro pilar de la defensa francesa: la disuasión nuclear. Francia debe ser capaz de controlar su espacio aéreo para poder poner en el aire aviones portadores de armas nucleares.
Según el informe del Senado, el conflicto de Ucrania demuestra que «la disuasión nuclear es la garantía última de la seguridad y la independencia de una nación», pero advierte de que ello no debe justificar menor esfuerzo en la guerra convencional.
Por el momento, sin embargo, «nuestra soberanía se basa en la ‘Postura Permanente de Seguridad’ de la Fuerza Aérea», explicó Mille. Esta PPS es, de hecho, tres misiones en una: detectar, identificar e intervenir 24 horas al día, 7 días a la semana, para garantizar la soberanía del espacio aéreo francés.
El elemento de detección, precisó Mille, se renovará gracias, entre otras cosas, a nuevos radares. También se espera que ayuden las nuevas tecnologías, como el nuevo misil ASN4G (air-sol nucléaire quatrième génération), que se espera que sustituya al ASMPA-R (air-sol moyenne portée amélioré rénové) en torno a 2035.
Además de la disuasión nuclear y de ayudar a combatir posibles guerras convencionales, las Fuerzas Aéreas francesas también se encargan de proteger el espacio aéreo de grandes acontecimientos como la celebración del Día de la Bastilla el 14 de julio y los Juegos Olímpicos del año que viene.
«Tenemos que ser capaces de hacer todo esto en paralelo», dijo Mille.
Para ello, dijo Mille, se está haciendo un «enorme esfuerzo» para «preparar a nuestros equipos para las operaciones más complejas», especialmente mediante simulación.
Y esto no significa simplemente sentarse en un simulador de cabina, sino poner en red todos los simuladores y mezclar el mundo virtual con el real para que, por ejemplo, un piloto que pilote realmente un avión real pueda recibir una misión simulada para emprenderla en paralelo con socios o enemigos virtuales, por ejemplo.
Hacia una flota exclusivamente de Rafale
Durante el debate, Mille también destacó el paso de Francia a una flota de cazas Rafale, uno de los anuncios más sorprendentes del presidente francés Emmanuel Macron el mes pasado.
La Fuerza Aérea y Espacial recibió el pasado diciembre su primer Rafale desde 2018. Otros 40 serán entregados hasta 2025, de los cuales 13 se esperan para este año. Estos aviones están reemplazando poco a poco a los Mirage 2000 que aún se encuentran en el inventario francés para que, tal como establece el LPM, la Fuerza Aérea y Espacial tenga una flota totalmente Rafale de 185 aviones a mediados de la década de 2030, cuando se retiren los últimos Mirage 2000-D. De los 63 que siguen volando actualmente, 55 se han modernizado o se modernizarán para mantenerlos operativos hasta entonces.
Los Mirage 2000-C, aviones monoplaza empleados con misiones PPS, dejaron de volar el pasado mes de junio «pero algunos todavía tienen potencial y por lo tanto podrían venderse», dijo Mille, aunque no dijo qué países los comprarían. Sugirió que probablemente servirían «para piezas de repuesto».
Sin embargo, incluso antes de la visita del Presidente ucraniano Volodymr Zelensky a París esta semana, la Fuerza Aérea estaba considerando la viabilidad de ceder estos aviones a Ucrania. Pero, al igual que con cualquier otro material militar entregado a este país, se tendrán en cuenta cuatro criterios: una petición formulada específicamente por Ucrania; que no suponga una escalada del conflicto; que ayude a la resistencia pero no pueda tocar suelo ruso; y que no debilite a las Fuerzas Armadas francesas.
Tras la invasión rusa, un «cambio de mentalidad
Esta transición a una flota totalmente Rafale mantendrá a la Fuerza Aérea y Espacial «ágil», dijo Mille.
Según el informe del Senado, se trata de la «palabra clave» para las fuerzas francesas en general. Señala que el modelo «cerrado, centralizado y vertical» de fuerzas armadas «está anticuado», y afirma que uno de los grandes puntos fuertes de los ucranianos es su capacidad para «integrar las capacidades militares con las civiles» y que «las buenas ideas pueden venir de la cumbre o de la base, del mundo militar o del civil: lo importante es saber detectarlas».
Esa agilidad es necesaria también en el pensamiento estratégico. El informe senatorial señala que, en retrospectiva, la guerra rusa contra Ucrania «no es una verdadera sorpresa, estratégicamente hablando. Toda la información estaba disponible».
El problema, dice, fue que «falló la interpretación de las agencias de inteligencia. Nuestros sesgos cognitivos nos llevaron a sobreestimar la probabilidad de hipótesis basadas en nuestra propia racionalidad y a descuidar otras.» Sugiere que «es necesario, pues, un importante esfuerzo en el campo de los sensores de recogida de información y de nuestros análisis».
Pero hablando de un panorama más amplio, el informe exige al Gobierno francés que «cambie de mentalidad: la era de los «dividendos de la paz» ha terminado. Las democracias y los regímenes autoritarios tienen formas diferentes de evaluar los costes/beneficios de una guerra».
Fte. Breaking Defense