Los vehículos de superficie sin tripulación (USV) representan una interesante novedad en la guerra naval. Los logros conseguidos por las Fuerzas Armadas ucranianas en el último año han sido considerables, teniendo en cuenta el tamaño de su Flota.
Tras hundir 18 buques desde que comenzó la invasión, incluido el Moskva, el buque insignia ruso del Mar Negro, Ucrania ha negado a Rusia el control total de la zona litoral del Mar Negro, gracias a la resistencia de su Armada, que ha incorporado recientemente a sus filas plataformas marítimas sin tripulación, que ha empleado en varias ocasiones para perturbar los movimientos navales rusos y obstaculizar su acceso a los puertos.
Aunque no es la primera vez que se emplean USVs en el campo de batalla, estos ataques representan la primera aplicación moderna de la tecnología que permite operar a distancia hasta a 500 millas del puerto de origen.
El Gobierno ucraniano ha anunciado su intención de adquirir 100 de estos buques para ampliar su dominio en el Mar Negro y disuadir la agresión rusa, ya que el 20% de los aproximadamente 4.500 misiles lanzados contra Ucrania procedían de buques de guerra.
El examen del impacto que tienen los USV en el conflicto entre Rusia y Ucrania es vital para comprender su viabilidad en futuros conflictos marítimos.
Los USV tradicionales suelen estar equipados con medios defensivos, como ametralladoras o de sembrado de minas, para que sobrevivir a los enfrentamientos pero, los no convencionales empleados por Ucrania se consideran vehículos explosivos de superficie sin tripulación, ya que lleva a cabo operaciones kamikaze principalmente contra objetivos portuarios para lo que, la Armada ucraniana emplea la estrategia de enjambres, enviando las embarcaciones en grupos de 2 a 6 junto con el apoyo de drones aéreos. Los objetivos múltiples que se mueven rápidamente en el aire y en el océano resultan difíciles de contrarrestar eficazmente para los buques rusos.
Hasta la fecha, se han producido cinco ataques diferentes centrados principalmente en las ciudades portuarias de Sebastopol y Novorossiysk, que han variado en eficacia y alcance. El primer ataque, el 29 de octubre de 2022, fue el más exitoso, ya que siete USV y un dron aéreo atacaron a la fragata Admiral Marakov, al dragaminas Ivan Golubets y a un buque sin nombre en Sebastopol. Aunque ninguno de ellos fue hundido, sufrieron daños significativos que provocaron su inmovilización durante largo tiempo. Los USV penetraron en el puerto protegido y «seguro», lo que probablemente provocó un descenso significativo de la moral y la seguridad de los miembros de la Armada rusa. La ruptura de las defensas de Sebastopol hizo que Rusia pusiera en marcha más medidas defensivas, como alambres antiUSV en sus puertos y mayor presencia militar.
Al estar Novorossiysk a 420 millas de Odessa, el siguiente ataque representaba un objetivo clave para su suministro de petróleo. Varios USV atacaron la terminal petrolífera de Sheskharis sin producir apenas daños, pero demostrando el amplio alcance dentro del cual los USV podían operar con eficacia. Otros dos ataques se produjeron en Sebastopol el 22 de marzo y el 24 de abril de 2023, y en ambos casos varios USV penetraron en el puerto y explotaron lejos del objetivo previsto, con poca eficacia.
El caso más reciente no está confirmado, ya que ambas partes presentan historias diferentes. Rusia afirma que el buque de inteligencia Ivan Khurs fue atacado por varios USV a 140 km del estrecho del Bósforo mientras, según se informa, protegía los oleoductos Bluestream y Turkstream. Aunque aportaron pruebas en vídeo del ataque, Ucrania presentó otro vídeo que ilustraba una colisión entre un USV y un buque de guerra. Independientemente de lo ocurrido, el efecto de los USV en la Armada rusa ha llevado a los almirantes a ser más conservadores y defensivos con el despliegue de su flota, ya que la del Mar Negro apenas sale de Sebastopol.
A pesar de no hundir ningún barco, Ucrania ha ilustrado la viabilidad operativa de los USV en futuros enfrentamientos navales. Incluso los rusos han adoptado un USV «kamikaze» en vista del éxito de Ucrania, empleando uno para volar un puente cerca de Odesa en febrero de 2023. La capacidad de transportar cargas útiles a gran velocidad con control autónomo o remoto ofrece una forma única de llevar a cabo operaciones navales sin coste en vidas humanas.
Los USV pueden hacerse más pequeños que la mayoría de los barcos y son relativamente baratos: los de Ucrania cuestan 250.000 dólares en comparación con, por ejemplo, un misil Tomahawk de unos 2 millones de dólares cada uno. Las embarcaciones detectadas en Ucrania son fáciles de fabricar, y muchos indican que pueden construirse en un garaje con componentes civiles disponibles en el mercado.
La combinación de bajo coste y bajo riesgo se traduce en la capacidad de mantener la amenaza persistente para las armadas en mar abierto y en puerto. El hecho de no tener a un humano al mando del buque también tiene sus ventajas, ya que puede ser más ágil y rápido. Los USV también pueden desplegarse en peores condiciones y permanecer más tiempo en el mar, representando una alternativa más barata que los misiles, a la vez que podrían desempeñar más funciones si su diseño es modular.
Sin embargo, los USV tienen sus inconvenientes, ya que si pierden el elemento sorpresa pueden tener aplicaciones limitadas. Esto quedó demostrado en los ataques posteriores a la Armada rusa tras el ataque primario de octubre de 2022, ya que ninguno fue capaz de infligir daños considerables. Además, los ataques de los USV a los puertos se contrarrestarían simplemente incrementando las defensas.
La Armada rusa tiene experiencia limitada en el empleo de capacidades defensivas, mientras que los gobiernos occidentales (concretamente Estados Unidos y el Reino Unido) han invertido en técnicas de redes e interferencia tras aprender de los enfrentamientos con los rebeldes Houthi en el Golfo de Yemen en 2021. Por lo tanto, los ataques perpetrados por Ucrania tendrían un efecto mayor sobre Rusia que ataques similares contra una armada moderna. Por otra parte, no hay regulación internacional sobre el tema, ya que un buque de guerra se define como «tripulado» y requiere una supervisión adecuada de la cadena de mando, regulaciones que son difíciles de aplicar en plataformas sin tripulación.
Aunque Reino Unido se compromete a emplear equipos militares autónomos/operados a distancia de forma legal y ética, puede que no sea el caso de otros estados o aliados en tiempos de guerra. Además, la preocupación en materia de ciberseguridad sobre la fiabilidad de una plataforma operada a distancia tiene su razón de ser.
En resumen, los USV representan una novedad interesante en la guerra naval. Representan una alternativa de bajo coste a los ataques tradicionales con misiles y a las operaciones navales basadas en ataques, pero también una amenaza mínima una vez que se pierde el elemento sorpresa. Muchos argumentarían, sin embargo, que la simple amenaza de los USV (especialmente las versiones explosivas) obligaría a las armadas a ser más cautelosas.
Es probable que la tecnología de los USV mejore en la próxima década, y GlobalData Intelligence predice que su mercado crecerá de 894 millones de dólares en 2023 a 1.500 millones de dólares en 2027, lo que indica los posibles avances en su diseño.
Con la noticia de que Ucrania está desarrollando el primer buque submarino no tripulado de combate (UUV) del mundo y ha desarrollado un nuevo USV, el Monobank, este país seguirá perturbando las operaciones navales rusas con innovadores vehículos marítimos no tripulados.
Fte. Global Data