Rusia ha aumentado recientemente su presencia militar en la frontera con Ucrania, lo que ha provocado sugerencias alarmistas por parte de funcionarios occidentales y grupos de expertos, acerca de que Rusia está a punto de invadir a su vecino. La semana pasada, funcionarios estadounidenses sugirieron una alta probabilidad de intervención militar rusa e informaron a sus colegas europeos sobre un posible ataque militar.
Aunque estas afirmaciones dan lugar a titulares sensacionalistas, un examen más profundo de la situación lleva a la conclusión de que Rusia no invadirá Ucrania. Desde el punto de vista militar, económico y diplomático, Rusia no tiene nada que ganar y mucho que perder si ataca a su vecino.
Desde 2014, Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania 2.000 millones de dólares en ayuda a la seguridad, incluyendo dos tramos de misiles Javelin, así como otros equipos militares. Esta misma semana, Gran Bretaña y Ucrania ultimaron un tratado que permitirá a Kiev solicitar préstamos a Londres para comprar buques de guerra y misiles británicos. Aunque el Ejército ruso sigue siendo significativamente superior al ucraniano, una invasión supondría importantes costes militares y la muerte de soldados rusos. También es probable que la Unión Europea y Estados Unidos intervengan para proteger a su aliado, al menos suministrándole más armas e inteligencia, lo que acercaría al mundo a un gran conflicto internacional. Rusia no tiene nada que ganar iniciando una sangrienta guerra híbrida con la UE y Estados Unidos a sus puertas.
Desde el punto de vista económico, ocupar Ucrania supondría un enorme coste económico. Rusia sigue gastando una notable cantidad de su presupuesto gubernamental en Crimea, canalizando alrededor de 1.500 millones de dólares este año para apoyar el 68% del presupuesto del territorio que adquirió en 2014.
Mantener el control sobre el territorio ucraniano recién conquistado, donde el apoyo público a Rusia es significativamente menor en comparación con la aprobación genuina de Rusia entre los habitantes de Crimea, costaría mucho más. Es muy probable que esta sea la razón por la que Rusia no estaba interesada en apoderarse del este de Ucrania, en particular de la región de Donbás, a pesar de que la oportunidad de hacerlo estuvo presente en 2014 cuando los separatistas de Donbás instaron a Rusia a apoderarse de la región. También es inevitable que la UE y Estados Unidos impongan severas sanciones a Rusia, lo que perjudicaría aún más a una economía ya de por sí aletargada. Esto llevaría a un deterioro del nivel de vida de los rusos, lo que provocaría una caída de los índices de aprobación del presidente Putin.
A pesar del genuino sentimiento de patriotismo que los rusos sintieron cuando Crimea regresó a Rusia en 2014, es poco probable que la mayoría del público apoye una guerra costosa y sanciones económicas adicionales, cuando el nivel de vida en Rusia ya ha caído, mientras que la pobreza ha aumentado.
Por último, desde el punto de vista diplomático, el presidente Putin no tiene interés en romper completamente los lazos con Europa, Estados Unidos y sus actuales aliados en Asia. Aunque las relaciones con Europa y Estados Unidos están congeladas desde hace tiempo, una invasión total de un Estado soberano conmocionaría a los restantes aliados de Rusia, especialmente a los países de Asia Central.
Cualquier ataque militar a Ucrania significaría que Rusia tiene la intención de desestabilizar países y el continente europeo mediante la fuerza militar. Esto convertiría a Rusia en un Estado paria, lo que provocaría una importante reticencia por parte de otros países a cooperar con ella. También haría que Rusia quedara gravemente aislada de la comunidad mundial.
También está la cuestión de la reputación personal de Putin. Un ataque a Ucrania dañaría la posición política de Putin en su país y en el extranjero. Independientemente de lo que se diga de él en Occidente, el presidente ruso se ha mantenido pragmático y sensato durante su liderazgo. No hay indicios de que esto haya cambiado.
En última instancia, invadir Ucrania perjudicaría a Rusia en todos los frentes: militar, económica y diplomáticamente. También disminuiría la popularidad de Putin en su país debido a las inevitables dificultades económicas que causaría una guerra de gran envergadura. Al presidente ruso no le interesa provocar una inestabilidad política interna, especialmente cuando sus índices de aprobación ya son más bajos que hace varios años.
Hay muchas otras razones por las que Rusia ha decidido subir la apuesta en la frontera ucraniana. Lo más probable es que sea para obtener concesiones de Ucrania y de la OTAN mediante la amenaza de la fuerza.
Rusia podría estar enviando un mensaje a Ucrania para que abandone sus planes de ingresar en la OTAN, después de que el presidente ucraniano pidiera a la alianza militar occidental y a los principales Estados miembros que aceleraran el ingreso de su país en la organización. También es posible que Rusia esté descontenta con los ejercicios militares dirigidos por Ucrania y apoyados por Estados Unidos que tuvieron lugar en septiembre. Tal vez, Rusia también pretenda apartar la atención de la comunidad internacional de Bielorrusia, un aliado ruso que ha sido objeto de una fuerte presión por parte de la UE tras las elecciones presidenciales del año pasado y las posteriores protestas.
Independientemente de la justificación de las recientes acciones de Rusia, Putin no va a dar luz verde invasión de Ucrania. Las sugerencias en sentido contrario de los funcionarios occidentales no ayudan y sólo deterioran las ya tensas relaciones.
Fte. Modern Diplomacy