El océano ya está repleto de sensores, y lo ha estado durante más de medio billón de años. Estos sensores son rentables, totalmente autónomos y procesan rápidamente la información que los rodea para convertirla en inteligencia procesable. Aprovechar este reino de sensores existente significa convertir los órganos que permiten a las criaturas marinas vivir, en un sistema de alerta temprana para cosas como la intrusión submarina.
Es un objetivo audaz, y una tarea que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) se ha propuesto resolver: ¿Pueden las criaturas del mar convertirse en una plataforma de sensores?
Bajo el acrónimo amistoso PALS, de Persistent Aquatic Living Sensors (Sensores de Vida Acuática Persistente), DARPA quiere «aprovechar la capacidad innata de los organismos marinos para percibir y responder a las perturbaciones en sus entornos», y usar ese sentido para detectar, caracterizar e informar acerca de los objetos artificiales que viajan bajo el agua, desde los sumergibles no tripulados hasta los submarinos nucleares.
Parece que el programa prevé el uso pasivo de las capacidades de detección animal. Es decir, en lugar de un horror gótico de los peces en una jaula hecha por el hombre, que alimenta las señales a través de cables a una unidad de control, los animales seguirán manteniendo su libertad de vagar. El sensor controlado por el ser humano simplemente observará a los animales tal como son, y observará las diferencias en su comportamiento entre cuando un submarino está cerca y cuando uno no lo está.
En abril, DARPA seleccionó a Northrop Grumman para hacer un prototipo de esas capacidades de detección. Con ese fin, la compañía dice que «desarrollará hardware de detección biológica que incremente la sensibilidad para ciertas modalidades de sensores, logrando un mayor alcance». Entonces, usando inteligencia artificial, este hardware observará patrones en el ambiente marino. Con suerte e iteración, podría ser capaz de diferenciar entre un cardumen de peces que huye de una foca y otro que huye de un robot submarino.
En última instancia, cualquier sistema de sensores construido a partir de PALS tendrá que distinguir entre la reacción de las criaturas marinas a los vehículos creados por el hombre y una serie de falsos positivos, procedentes de desechos u otras criaturas marinas. Si funcionara, se abriría y socavaría campos enteros de la bio-mímesis.
Pero, si los peces se dispersaran de forma diferente para los robots y las mantarrayas, eso podría neutralizar el efecto de sigilo de los robots con forma de mantarrayas. Por el contrario, si hay una forma de disfrazar los movimientos de los submarinos como, por ejemplo, los patrones de movimiento de los tiburones o la deriva de los escombros, entonces los nuevos sensores PALS podrían ser ingeniosamente engañados.
Si algo de esto funcionara, la ventaja inmediata para los primeros en aprovechar la sensación natural que se produce en todo el océano es casi inimaginable.
Fte. C4ISRNET