Paris, Londres, Berlín: el momento clave de la Defensa Europea

Defensa EuropeaLa llegada a la presidencia de Estados Unidos del candidato republicano Donald Trump está dejando profundas señales de inquietud en varias cancillerías europeas; el desajuste entre la solución de las necesidades estratégicas de una Defensa Europea y la realidad de lo conseguido hasta ahora es grande, y amenaza con aumentar ante la irrupción del presidente norteamericano.

La OTAN, por voz de su Secretario General Rutte, ha sonado alto en la reciente Cumbre de Davos, afirmando, en dirección a Trump, que los países miembro de la Organización Atlántica están dispuestos a elevar sus presupuestos de defensa por encima del 2%, alcanzando una cifra en torno al 3%; la razón, no solo por la exigencia del norteamericano de un 5%, sino por las circunstancias que han agravado la situación de la amenaza, como ha sido la invasión de Ucrania por Rusia y la permanencia de esta con la emergencia de China, con incremento muy patente de su presupuesto de defensa.

Es necesario apuntar que varios países europeos superaban ya estos montantes, a requerimientos nacionales, y a solicitaciones de anteriores presidentes norteamericanos que sucesivamente han venido reclamado dichos aumentos; sobresale en esta lista Polonia, con un esfuerzo en defensa que alcanzará en 2025 el 4,7 % de su PIB, y una actitud de defensa ante posibles veleidades de Rusia más que notable, aunque la Historia sea también un factor a considerar por los polacos.

La contribución de los Estados Unidos a la Alianza siempre fue mayoritaria, como lo fue también su influencia y preeminencia en la Organización, consecuencias de aquella, encabezando un General norteamericano el Mando Supremo de la OTAN en Europa (SACEUR), que a su vez manda las Fuerzas de Estados Unidos en el Continente.

Es patente que el ideario de la creación de Europa, como conjunto homogéneo, se basó en una comunidad de intercambios que hicieran posible una futura unidad e igualdad social y económica, en la que las rentas de sus habitantes fueran similares, aspecto no conseguido en plenitud, pero sí un nivel de bienestar apreciable.

Sin embargo la Unión Europea(UE) no ha conseguido asegurar la defensa autónoma de sus intereses vitales, quizás porque estos no han sido expuestos de una forma taxativa, aspecto que a pesar de las sucesivas iniciativas, Cooperación Reforzada Permanente, Brújula Estratégica, , Autonomía Estratégica, implementadas con la designación del Comisario de Defensa en la UE, la creación de la Agencia Europea de la Defensa, la decisión de crear un Fondo para la Defensa, etc, no terminan de concebir los elementos fundamentales de Mando y Control, de una Estructura de Mandos y de la consiguiente de Fuerzas; por supuesto que la creación de un Ejército Europeo, a 27 miembros, con discrepancias entre socios, y sin definir lo que hay que defender, se antoja complejo si no imposible.

Sin embargo, hay dos potencias nucleares en Europa, una independiente per se, Francia, que posee unas Fuerzas Armadas apreciables, con una dedicación convencional importante, cuya misión es testar la importancia de un ataque a su territorio, normalmente desde Rusia, y una estrategia nuclear clara, sin ambages, que se desencadenaría cuando fueran puestos bajo amenaza sus propios interese vitales, perfectamente definidos en clave interna. Naturalmente, este potencial desde su integración en la OTAN está coordinado con el resto de la Organización Atlántica.

Gran Bretaña es un caso particular, aunque sin duda su defensa siempre ha estado relacionada con la del resto de Europa, bien lo demuestran las dos Guerras Mundiales del pasado siglo XX. Sin embargo, su salida de la Unión Europea, después del tratado que lo reguló (BREXIT), y por lo tanto del concepto “defensa europea”, añade una dificultad para la defensa de Europa, otro concepto más amplio que englobaría claramente a los británicos.

La particularidad de Gran Bretaña reside en su fuerza de disuasión nuclear, técnica y políticamente muy dependiente de Estados Unidos, hasta el punto de que su desencadenamiento, en una hipótesis de empleo, dependería fundamentalmente de los norteamericanos; la llegada de Trump no es de esperar que modifique ese estatus, aunque sus declaraciones, un tanto “chauvinistas”, hacen crecer una inquietud estratégica que se instala en el liderazgo de Londres, pero también en el de Paris.

Alemania permanece como un país fundamental para una defensa europea, tradicionalmente “exhortada” por Francia, pero en baja, y con un liderazgo en política exterior reducido, agravado por la situación política interna que puede dar lugar, en las próximas elecciones alemanas, a una configuración parlamentaria muy diferente a la actual que le ha obligado a su Canciller a dimitir; Berlín en todo caso ya no es tan influenciable por Paris y mucho menos por Macrón, con serios problemas políticos internos.

Londres, con el acceso de Starmer a primer ministro y la comprobación de los daños causados a la economía por el BREXIT, pretende compartir aspectos clave deficitarios con Europa y quizás ante la irrupción de Trump, políticamente distante del mandatario británico, sea proclive a compartir esfuerzos en la defensa de Europa.

Además de los pactos bilaterales ya realizados entre Paris y Londres, estratégicamente relacionados en un conflicto de envergadura, es muy probable que las reuniones europeas, múltiples, proliferen en un futuro inmediato para “hacer frente” a una nueva actitud estratégica, sobre Europa, del mandatario norteamericano.

Ricardo Martínez Isidoro
General de División. Rdo.
Presidente de AEME.