Entre los varios productos nuevos de defensa y seguridad que las empresas australianas presentaron en la reciente feria SOFEX de Jordania figuraban máquinas de rayos X de nueva generación, que prometen facilitar el trabajo al personal encargado de la desactivación de artefactos explosivos.
Micro-X Ltd., con sede cerca de Adelaida (Australia), ha ido abriéndose camino en diversos sectores con sus máquinas de rayos X más ligeras, pequeñas y resistentes.
Las máquinas tradicionales se basan en tubos que convierten la energía eléctrica de entrada en rayos X. Están hechos de tungsteno y acero que se calientan, por lo que necesitan aceite para refrigerarse, explica Shaun Graham, director de línea de productos de la empresa.
«El nuestro usa una tecnología de nanotubos de carbono, por lo que no se sobrecalienta», declaró al margen de la mayor feria de Oriente Medio dedicada a operaciones especiales.
El nuevo material permite reducir drásticamente el tamaño y el peso. Por ejemplo, los aparatos médicos de rayos X pesan hasta 1.985 kilos. Las máquinas Micro-X Rover unos 80 kilos, lo que significa que se pueden transportar con ruedas entre las habitaciones de un hospital en lugar de obligar a los pacientes a abandonar sus camas.
En cuanto a las aplicaciones en el mercado de la defensa y la seguridad, la empresa está desarrollando, con financiación de las Fuerzas de Defensa australianas, un escáner de rayos X portátil para técnicos de desactivación de explosivos que quieran echar un vistazo al interior de artefactos sin detonar o bolsas abandonadas que puedan contener explosivos improvisados.
«Podemos instalar nuestro sistema en un robot y enviarlo al exterior sin necesidad de que un artificiero se acerque a un artefacto sospechoso», explica.
La nueva «cámara de rayos X para artefactos explosivos improvisados», que estará en el mercado a partir de diciembre, es lo bastante ligera como para ser transportada por un robot terrestre de tamaño medio.
Además, la tecnología de rayos X de última generación ha eliminado la necesidad de que un artificiero coloque un panel o placa detrás del objeto para que los rayos X reboten y proporcionen una imagen. Usa tecnología de retrodispersión para devolver la imagen.
Los técnicos disponen de una interfaz gráfica de usuario que les ayuda a ver e interpretar las imágenes, que también podrían ser de drogas ilegales u otras materias orgánicas.
«Otra característica exclusiva del software es que podemos hacer uso de una herramienta de medición para ver exactamente la distancia a la que se encuentra un componente dentro de un dispositivo», explica. De este modo, el técnico puede determinar la ubicación de la fuente de energía dentro de la bomba.
El generador de imágenes puede girar, desplazarse, hacer zoom y realizar mediciones en pantalla. Puede conectarse por Internet a varias aplicaciones y kits de herramientas existentes que ayudan a los técnicos a interpretar lo que ven. Las imágenes se guardan con fecha y hora en caso de que se necesiten como pruebas.
La empresa colaboró estrechamente con las Fuerzas de Defensa australianas y los equipos de armas y tácticas especiales para diseñar el sistema con el fin de facilitar su uso y reducir la «carga cognitiva», explicó.
Mientras, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha adjudicado dos contratos de investigación y desarrollo por un total de 4,5 millones de dólares para ver si la tecnología podría utilizarse en el control de pasajeros o equipajes para la Administración de Seguridad en el Transporte.
El primer contrato prevé que Micro-X desarrolle un prototipo funcional. El segundo contrato prevé el desarrollo de un segundo prototipo mientras la TSA prueba el primero, según un comunicado de prensa.
El objetivo es desarrollar un puesto de control de autocontrol de pasajeros, según el comunicado.
La empresa tiene una oficina satélite en Seattle con unos 50 empleados, señaló Graham. Recientemente proporcionó sus máquinas médicas de rayos X Rover al equipo de béisbol Seattle Mariners para que pudieran hacer evaluaciones instantáneas de las lesiones.
Once aparatos Rover han llegado también a Ucrania, donde se emplean para diagnosticar a los heridos de guerra, según Graham.