Por primera vez, Irán está librando una gran guerra en el continente europeo. Asesores militares iraníes, muy probablemente miembros de la Guardia Revolucionaria iraní, están sobre el terreno en Ucrania, y posiblemente en Bielorrusia, ayudando a Rusia a operar los drones suicidas iraníes que tienen como objetivo ciudades e infraestructuras civiles. Según noticias israelíes, que citan a un funcionario ucraniano, 10 iraníes murieron en un ataque ucraniano contra objetivos rusos.
En la actualidad, Teherán se está preparando para suministrar a Rusia no sólo miles de drones adicionales, sino también, por primera vez, dos tipos de misiles balísticos para complementar el menguante arsenal ruso.
Según un informe publicado por la revista «Foreign Policy», el apoyo militar a Teherán está dejando su huella mortal en la guerra, pero las consecuencias geopolíticas van mucho más allá. Al intensificar su apoyo al intento de Rusia de someter a Ucrania, Irán espera avanzar en su proyecto en Oriente Medio, por lo que es probable que intente aprovechar la profunda asociación ruso-iraní con nuevos acuerdos armamentísticos con Moscú y que aproveche el campo de batalla ucraniano para mejorar las capacidades de sus drones y misiles. Al mismo tiempo, es probable que el régimen de Irán espere que alimentar la crisis en Ucrania distraiga a Occidente de enfrentarse a la búsqueda de hegemonía de Irán en Oriente Medio. Sin embargo, la entrada de Teherán en la «guerra europea» podría contribuir a empujar a Washington y a sus aliados occidentales hacia una política más agresiva para hacerle frente.
Rusia recurre a Irán
Para hacer frente a las debilidades del campo de batalla que frenan su guerra de ocho meses contra Ucrania, Rusia ha encontrado un respaldo. Teherán, que ha invertido grandes recursos y esfuerzos en programas de drones y misiles desde la guerra Irak en la década de 1980, ha proporcionado a Moscú cientos de aparatos de diversos tipos, entre los que destaca el «Shahid-136», diseñado para llevar a cabo operaciones suicidas.
Además de ayudar a las fuerzas rusas a eliminar objetivos fijos cerca de las líneas del frente, las municiones iraníes han permitido a Rusia lanzar varios ataques contra ciudades de toda Ucrania en las últimas semanas, al tiempo que preservaba su menguado arsenal de misiles. Además, el Shahid-136 ha ayudado a Rusia a destruir cerca del 40% de la infraestructura eléctrica de Ucrania, lo que ha afectado a la mitad de la capacidad de generación de energía no nuclear del país. Esto ha provocado apagones masivos y racionamiento de energía. A medida que se acerca el invierno, Moscú espera que la represión militar erosione la voluntad de lucha de los ucranianos.
Los estadounidenses afirman hoy que Teherán suministrará a Moscú, además de la aeronave Shahid-136, los misiles balísticos de corto alcance Fateh-110 y Zulfiqar, lo que supondría una nueva escalada del apoyo iraní a la guerra rusa. Estos dos misiles de combustible sólido se encuentran entre los más precisos del arsenal balístico iraní, que es el mayor de Oriente Medio. El «Fateh 110» es un viejo misil de 250 a 300 kilómetros de alcance, mientras que el «Zulfiqar» presentado en 2016 como una actualización del «Fateh 110», alcanza 700 kilómetros.
Irán ha empleado diferentes tipos de estos misiles en numerosas operaciones militares durante la última media década, incluidos los ataques a emplazamientos estadounidenses en Irak en enero de 2020 que causaron más de 100 lesiones cerebrales entre los estadounidenses. Aunque Irán ha desplegado varios tipos de estas armas a sus apoderados en Oriente Medio, nunca las había llevado a Europa del Este. Se espera que los aviones Shahid-136 ayuden a Moscú a preservar los restantes misiles balísticos Iskander de corto alcance y otros misiles, que Rusia empleó escasamente durante la guerra.
La cooperación entre Teherán y Moscú en Ucrania ha sorprendido a muchos observadores, incluidos algunos de los principales expertos rusos en Irán. A pesar de su reciente alianza, Irán y Rusia tienen una larga historia de hostilidad y desconfianza que se remonta a la «era zarista», incluyendo una serie de guerras ruso-persas y la frecuente interferencia rusa en la política iraní. Durante la Guerra Fría, sus relaciones fueron tensas cuando Irán estaba dirigido por el Sha, aliado de Estados Unidos, y empeoraron aún más tras la revolución iraní de 1979. El nuevo régimen iraní calificó a la Unión Soviética de «Satán», del lado de Estados Unidos, y apoyó a los afganos contra los soviéticos, al igual que Moscú ayudó a Bagdad durante la guerra entre Irán e Irak. Posteriormente, las relaciones mejoraron, ya que Rusia ayudó a la creciente infraestructura nuclear y a los programas de misiles de Irán en la década de los noventa, pero siguieron siendo objeto de enfrentamientos tras las posiciones de Rusia en varias resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que imponían sanciones a Irán por su creciente programa nuclear. Sin embargo, sus relaciones han cobrado impulso desde el regreso de Vladimir Putin a la presidencia en 2012 y, sobre todo, desde su intervención militar en Siria en 2015 para rescatar a su aliado común, Bashar al-Assad. A pesar de los continuos recelos y la competencia, ambas partes ven cada vez más sus intereses entrelazados e impulsados por la oposición común a Occidente.
Teniendo en cuenta este contexto, para Irán, el acuerdo por el que proporciona a Rusia drones, misiles y asesores militares tiene un significado estratégico y podría resultarle valioso, como uno de sus socios clave en la distensión antioccidental. El acuerdo también plantea la cuestión de lo que Irán podría obtener a cambio. En la actualidad, Rusia puede ofrecer a Irán aviones de combate avanzados o el sistema de defensa aérea S-400, que Moscú se negó a vender a Teherán anteriormente.
Ucrania un campo de pruebas para los misiles de Irán
Al mismo tiempo, Irán dispone de un campo de pruebas a gran escala para sus plataformas de misiles y aviones no tripulados frente a los sistemas de defensa aérea de fabricación occidental y otras armas. Es seguro que Teherán aplicará las lecciones aprendidas en el teatro de operaciones ucraniano al desarrollo de futuras armas y tácticas en Oriente Medio.
A la vez, para Irán el apoyo a la guerra rusa en Ucrania es también una expansión de su ofensiva contra Occidente. Durante décadas, ha tratado de ampliar su influencia y debilitar a sus rivales proporcionando armas, como algunos de los drones y misiles que suministró a Rusia, a grupos armados de Oriente Medio, como Hezbolá en Líbano y a los rebeldes Houthi en Yemen. Hoy, Teherán está aplicando la misma estrategia en Europa.
Al alimentar la crisis en Ucrania, Irán probablemente espera obligar a Estados Unidos a seguir desviando su atención de Oriente Medio. Bajo tres presidentes sucesivos, Washington ha indicado que prefiere desprenderse en gran medida de la región para desviar los recursos militares a otros lugares y centrar la atención en los problemas internos. Ahora que la guerra de Putin en Ucrania ha captado la atención y los recursos de Occidente, Teherán ve una oportunidad para alimentar esta tendencia.
Pero Washington debería dejar claro que, el apoyo de Irán a la guerra rusa sólo conducirá a su mayor determinación en Oriente Medio. Con las continuas protestas en todo Irán, éste sería un buen momento para que la administración del presidente Joe Biden revisara su política hacia este país, para centrarse en hacer retroceder su influencia en la región. Las condenas y sanciones de Estados Unidos no servirán de mucho si no forman parte de una estrategia más amplia.
Irónicamente, el apoyo de Teherán a la guerra rusa en Ucrania puede empujar a Occidente a prestar más atención a «Oriente Medio», especialmente si se adopta un enfoque más duro. Gran Bretaña y la Unión Europea siguieron el ejemplo de Washington la hace semanas, imponiendo sanciones selectivas a elementos del programa de aviones no tripulados de Irán.
Según el informe, Estados Unidos también debería recibir más apoyo contra Moscú por parte de Israel y los países árabes del Golfo, señalando los fuertes vínculos de Rusia con Irán. Sin duda, el apoyo de Teherán a la guerra rusa en Ucrania no cambia inmediatamente los cálculos israelíes o del Golfo hacia Rusia. Tel Aviv, por ejemplo, sigue sin estar dispuesta a satisfacer las peticiones de Kiev de sistemas de defensa aérea. Pero los aliados de EE.UU. en la región podrían cambiar de opinión si Rusia comienza a vender armas avanzadas a Irán «que es en parte la razón por la que Moscú se abstuvo anteriormente de hacerlo».
Al mismo tiempo, Estados Unidos debe trabajar para garantizar que sus aliados israelíes y árabes, que han vivido durante años en primera línea la amenaza de los drones y misiles iraníes, tengan las capacidades militares y el apoyo que necesitan para contrarrestar la agresión iraní. Washington también debería redoblar sus esfuerzos para fomentar y facilitar la cooperación árabe-israelí en materia de seguridad. Además de ayudar a contrarrestar a Irán, un fuerte apoyo de Estados Unidos a sus aliados en Oriente Medio puede, a su vez, hacer que éstos se muestren más abiertos a las demandas de Estados Unidos con respecto a Rusia.
Por último, las acciones de Irán en Ucrania también han dado a la administración Biden y a sus socios europeos otra razón para abandonar su intento de revivir el acuerdo nuclear de 2015 con Teherán. Además de no contener las ambiciones de armas nucleares de Irán, el acuerdo permitiría mayor cooperación ruso-iraní en proyectos nucleares civiles y evadiría las sanciones, a la vez que proporcionaría a Teherán el dinero que necesita para comprar armas convencionales avanzadas a Rusia y otros lugares.
Fte. Modern Diplomacy (Amer Ababakr)
Amer Ababakr es doctor por la Universidad Internacional de Chipre. Su especialidad es la política en Oriente Medio.