Los drones del mañana serán más furtivos, más rápidos, más computarizados, mejor equipados para la guerra electrónica, más letales, más autónomos y, en algunos casos, capaces de desplegar como grupos de mini-drones, según el Air Force’s Chief Scientist Greg Zacharias.
«Los sensores ISR (inteligencia, vigilancia, reconocimiento) serán mucho más inteligentes. Con la próxima generación, veremos UAVs más rápidos, más maniobrables y tal vez sigilosos. Los veremos apoyando a los cazabombarderos tripulados con sus armas, con medios EW (guerra electrónica), contramedidas e incluso láseres a bordo», según dijo Greg Zacharias, a Scout Warrior.
Algunos de estos desarrollos se pronosticaron en un informe de la Fuerza Aérea de 2014 llamado RPA (Remotely Piloted Aircraft) Vector, redactado para anticipar y prepararse para futuros desarrollos de drones en los próximos 25 años. Sin embargo, el ritmo acelerado de los cambios tecnológicos ha acelerado y, en cierta medida, ha cambiado el calendario y el alcance de las misiones de los aviones no tripulados descritos en el informe.
La velocidad de procesamiento de los ordenadores y los algoritmos destinados a aumentar las actividades autónomas han seguido evolucionando a un ritmo alarmante, facilitando que los drones puedan realizar cada vez más y más funciones por sí mismos, explicó Zacharias.
Los algoritmos informáticos permitirán a los drones llevar a cabo una gama mucho más amplia de funciones sin necesidad de intervención humana, como la detección, selección de objetivos, puntería de armas, etc., añadió.
Los desarrollos con «inteligencia artificial» (IA) permitirán que las plataformas no tripuladas puedan organizar, interpretar e integrar funciones de forma independiente, tales como filtrado ISR, manipulación de sensores, maniobras, navegación y ajustes de orientación. En esencia, la tecnología informática emergente permitirá a los drones tomar más decisiones y realizar más funciones por sí mismos.
El comienzo de este fenómeno se ha evidenciado en los ordenadores y tecnologías de los sensores del F-35 Joint Strike Fighter; la aeronave utiliza una técnica conocida como «fusión de sensores» por la que la información de múltiples sensores se organiza, interpreta y se presenta a los pilotos en una sola pantalla.
La cartografía digital y la información ISR del Distributed Aperture System and targeting data de su Sistema de Orientación Electro-Óptica, no se dispersan en múltiples pantallas que los pilotos necesitarían mirar simultáneamente. La rápida evolución de la tecnología de sensores, que permite una capacidad de ver más de cerca los objetivos y la información tácticamente relevante a cada vez mayores distancias, continuará mejorando estas tendencias.
Una de las mayores consecuencias de la IA conducirá probablemente a un escenario en el que múltiples humanos ya no tendrán que controlar un dron, en su lugar varios drones serán controlados por un solo humano.
«Los operadores trabajarán como controladores de tráfico aéreo en lugar de como pilotos, usando plataformas inteligentes e independientes. Una persona realizará el mando y el control y los drones ejecutarán funciones. La asignación de recursos la harán seres humanos como administradores de sistemas a niveles superiores «, explicó Zacharias.
Como resultado, los drones serán cada vez más capaces de trabajar más estrechamente con las aeronaves tripuladas cercanas, funcionando casi como un copiloto en la cabina y expandiendo masivamente el alcance de la misión de un avión de combate u otros aviones capaces de controlar las funciones de localización de objetivos, sensores y armas desde el espacio cercano.
«Las ayudas a la decisión estarán en la cabina de un avión y los sistemas autónomos orientados a la plataforma funcionarán como un hombre delta que, por ejemplo, podría llevar armas adicionales, ayudando a defender o realizar tareas ISR», dijo Zacharias. «Vamos a ir más allá de la simple guía y control y entraremos en la táctica y en la ejecución».
Los drones podrían abrirse camino en las áreas de mayor riesgo para reducir los riesgos de las aeronaves tripuladas, probar y desafiar las defensas antiaéreas de próxima generación y aumentar considerablemente la capacidad ISR y de las armas de una misión dada.
Además, los drones serán más capaces de maniobrar y llevar a cabo ataques aire-aire, por lo que ya no se diseñarán principalmente para ataques aire-tierra. De hecho, las primeras interpretaciones conceptuales de aviones de combate de la 6ª generación y el bombardero de ataque de largo alcance de la Fuerza Aérea en desarrollo están siendo diseñados para vuelos no tripulados y para vuelos pilotados.
Sin embargo, aunque los drones y los cazabombarderos no tripulados serán más rápidos y maniobrables, los algoritmos podrían no progresar hasta el punto en que los sistemas no tripulados puedan responder o reaccionar a desarrollos imprevistos en un entorno dinámico y cambiante. Al mismo tiempo, los avances en la tecnología de sensores de largo alcance continuarán permitiendo a los aviones ver enemigos a distancias mucho mayores, disminuyendo la necesidad de drones o sistemas no tripulados para combatir en el aire.
Durante la última década y media de las guerras de tierra en Irak y Afganistán, en las que las fuerzas estadounidenses disfrutaron de una superioridad aérea incontestada, los aviones no tripulados fueron utilizados casi exclusivamente para ataques aire-tierra contra combatientes insurgentes, complejos de edificios, armas, bunkers y otros objetivos estratégicamente vitales. A medida que la Fuerza Aérea vuelve su mirada hacia el futuro, intenta utilizar aviones no tripulados como parte clave del combate contra competidores similares y potenciales adversarios, con capacidad tecnológica capaz de rivalizar con EE.UU.
Rusia y China, por ejemplo, operan cazas furtivos de 5ª generación (la última y más adelantada tecnología) y Rusia es conocida por disponer de algunas de las más sofisticadas defensas aéreas del mundo. Las defensas antiaéreas rusas, como los misiles S-300 y la S-400, están ahora mejor conectadas entre sí, tienen velocidades de procesamiento más rápidas y son capaces de detectar aviones de combate en un campo más amplio de frecuencias, lo que hace mucho más difícil operar incluso a los cazabombarderos furtivos y bombarderos.
Estos escenarios potenciales, que ahora están estudian los analistas del Pentágono, implican el desarrollo de una capacidad para operar en lo que se llama un «contested environment», en el que el enemigo opera defensas aéreas avanzadas, aviones de combate de 5 ª generación y armas guiadas de precisión de largo alcance.
«Es necesario poder reaccionar en el entorno aéreo, frente a los fallos imprevistos y a las amenazas que tratan de estar a la misma altura tecnológica», agregó Zacharias.
Zacharias explicó que muchos de estos desarrollos serán más fructíferos gracias al adiestramiento continuo, simulaciones y construcciones virtuales en vivo diseñadas para evaluar varios escenarios esperados.
El poder de procesamiento más rápido de las computadoras, también permitirá mayor capacidad para organizar y agilizar la cantidad masiva de datos ISR obtenidos. Si un avión no tripulado planea sobre áreas estratégicamente importantes durante horas y horas, los algoritmos informáticos permitirán cada vez más a la plataforma identificar información táctica importante por sí misma.
La capacidad de un solo ser humano para controlar múltiples aviones no tripulados podría implicar varias cosas, como la capacidad de utilizar eficazmente un enjambre de pequeños drones. Los científicos de la Fuerza Aérea han explicado que los algoritmos emergentes son cada vez más capaces de permitir que un gran número de mini-drones pequeños operen al unísono sin chocarse unos con otros. Por ejemplo, podrían trabajar colectivamente para interferir o saturar un sistema de radar enemigo, actuar como armas o municiones por sí mismas o cubrir un área extensa con canales de video ISR.
También integrarán un arsenal más amplio de armas, incluidas las guiadas de alta tecnología, capaces de discernir y destruir objetivos por sí mismos en un grado mucho mayor. Esto también incluirá armas láser, agregó Zacharias.
Al mismo tiempo, la doctrina del Pentágono exige que un humano esté en el control, cuando se trata del posible uso de la fuerza letal, excepto cuando potencialmente, en alguna circunstancia rara, las armas defensivas inmediatas necesiten reaccionar en milisegundos contra un ataque, explicó Zacharias. Como resultado, casi todas las armas ayudarán a distinguir, monitorear y destruir objetivos bajo la guía y supervisión del mando y control humanos.
Dado el ritmo del cambio tecnológico, los futuros drones de la Fuerza Aérea también tendrán que ser modulares, lo que significa que serán diseñados de tal manera que puedan intercambiar fácilmente cargas útiles de sensores cuando cambien las exigencias de la misión o aparezca nueva tecnología.
Los drones futuros también serán volarán a mayor velocidad de los 200 a 300 millas por hora a las que la mayoría de los drones actuales lo hacen. Las velocidades hipersónicas mayores de Mach 5.5 podrán conseguirse en un futuro muy lejano; el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y Boeing han trabajado juntos en una emergente plataforma de prueba hipersónica llamada X-51A Waverider. Si bien esta tecnología de velocidad súper alta puede ser prometedora para posibles aplicaciones de aviones no tripulados en un futuro lejano, actualmente se considera que está muy lejos y necesita mucho más desarrollo.
Los drones futuros drones también serán muy sigilosos, como técnica para tener más éxito contra las defensas de aire de alta tecnología. Ya hay un número de drones sigilosos en diversas etapas de desarrollo.
Boeing ha presentado su Phantom Ray, un avión del tamaño de un cazabombardero combate, que voló por primera vez en 2011. El avión tiene una envergadura de 50 pies, puede ascender a 40.000 pies y alcanzar velocidades de Mach 0.85.