Es difícil aprender las lecciones correctas de las guerras del pasado. Más difícil aún es poner en práctica esas lecciones de forma útil. Es ciertamente arriesgado, entonces, buscar lecciones sobre la guerra en un conflicto que aún está en curso, pero vamos a intentarlo.
En esta serie de tres partes, nos esforzaremos por extraer algunas lecciones de la conducción de la guerra entre Rusia y Ucrania hasta este momento.
Guerra de Ucrania: las tecnologías de negación del mar pueden estar superando el control del mar
La Flota rusa del Mar Negro comenzó la guerra con una ventaja abrumadora, sobre todo porque la Armada de Ucrania casi dejó de existir en la guerra de 2014.
En las primeras etapas de la invasión de este año, los buques de guerra rusos operaron frente a la costa ucraniana, bloqueando a sus fuerzas para evitar un asalto anfibio contra Odesa y otros puntos del oeste. Es famosa su toma de la Isla de la Serpiente, con una posición de mando sobre el tráfico fluvial ucraniano (y de la OTAN).
Sin embargo, con el tiempo, Ucrania ha construido un sistema de negación del mar creíble. Sus defensas se basan en misiles antibuque de fabricación nacional y extranjera, vehículos aéreos no tripulados, buques de superficie no tripulados y la cuidadosa explotación de la inteligencia satelital y aérea. Estas defensas han hecho imposible que Rusia pueda operar con buques de superficie de forma decisiva y han amenazado la seguridad de las instalaciones portuarias rusas.
Los buques de superficie son vulnerables, pero siguen siendo importantes
Quizás el momento más destacado de la guerra entre Rusia y Ucrania haya sido el hundimiento del RFS Moskva, el buque insignia de la Flota del Mar Negro rusa. Aunque el crucero sólo tuvo un impacto limitado en la guerra, su hundimiento demostró que el Mar Negro no es seguro para los buques de superficie rusos. Sin embargo, como Ucrania no tiene ninguna flota de superficie destacable, y como Rusia sigue teniendo ventajas aéreas y subsuperficiales, no está claro cómo puede explotar Ucrania esta contingencia. Lo que hemos visto es que la capacidad de la Flota Rusa de operar con buques de superficie cerca de Ucrania supuso una enorme ventaja militar.
Rusia no pudo retener la Isla de la Serpiente porque sus buques de guerra de superficie ya no pueden operar con seguridad en el oeste del Mar Negro. Podría decirse que el acuerdo sobre el grano negociado por Turquía también debe su éxito a esta realidad. Un buque de guerra de superficie tiene muchas opciones cuando se encuentra con un buque civil, desde la advertencia hasta el abordaje y el ataque. Los submarinos y los aviones tienen muchas menos. Es casi seguro que Rusia no quiere el revuelo asociado al uso de misiles y torpedos para destruir barcos civiles que transportan grano.
El control del dominio marítimo importa
Parece sorprendente que una guerra entre dos países que comparten una frontera de casi 1.500 millas gire en torno al control del mar, pero aquí estamos. A lo largo de la guerra, Rusia ha aprovechado su ventaja marítima para inmovilizar a las fuerzas ucranianas e infligir daños a su economía. En los primeros meses de la guerra, los buques de guerra rusos estrangularon el comercio ucraniano, atacaron objetivos ucranianos con munición de precisión de largo alcance y amenazaron con envolver el ala derecha de Ucrania con un asalto anfibio contra Odesa.
Aunque ninguna de estas operaciones ha resultado decisiva, han absorbido los recursos y la atención de Ucrania. Las armadas, en definitiva, tienen las herramientas necesarias para realizar importantes contribuciones.
Los vehículos no tripulados tienen su día en Ucrania
Esta puede ser la primera guerra en la que se empleen ampliamente en las operaciones buques de superficie no tripulados. Ucrania parece haber realizado varios ataques contra buques navales rusos en instalaciones portuarias. Aunque el grado de daño infligido sigue siendo incierto, la amenaza de ataque cambiará la política de bases rusa. Otras potencias navales seguramente están observando y tomando nota.
Todavía no hemos visto informes creíbles de que ninguna de las partes haya empleado vehículos submarinos no tripulados. Sin embargo, hay muchas razones para creer que las armadas aprenderán a superar las dificultades que entraña el manejo de estas naves.
Al igual que en los ámbitos terrestre y aéreo, no cabe duda de que los vehículos no tripulados formarán parte de la guerra en el mar.
Una guerra como ninguna otra
Las guerras navales son raras, lo que significa que se dedican inmensos análisis a muy pocos datos. Es probable que la Guerra del Mar Negro de 2022 no aporte tantas o tan útiles lecciones como la las Malvinas de 1982, pero ofrecerá pistas sobre los combates de los buques tecnológicamente avanzados.
Ya hemos visto cómo las defensas en tierra, la tecnología de vigilancia avanzada y los vehículos no tripulados pueden combinarse para disputar el control del mar.
En los próximos años es probable que aprendamos bastante sobre las dificultades de reconstituir las fuerzas navales tras pérdidas importantes. Esta guerra marcará el futuro marítimo de Rusia y Ucrania, e influirá en las decisiones de diseño naval de todo el mundo.
Fte. 19FortyFive (Dr. Robert Farley)
El Dr. Robert Farley ha impartido cursos de seguridad y diplomacia en la Escuela Patterson desde 2005. Licenciado en la Universidad de Oregón, se doctoró en la Universidad de Washington en 2004. Es autor de Grounded: The Case for Abolishing the United States Air Force (University Press of Kentucky, 2014), The Battleship Book (Wildside, 2016) y Patents for Power: Intellectual Property Law and the Diffusion of Military Technology (University of Chicago, 2020).