La Casa Blanca trabaja en varias modelos de directivas con tal de sacar adelante la iniciativa del presidente Donald Trump de establecer una sexta rama de las Fuerzas Armadas centrada en la vertiente espacial militar, totalmente independiente de las ya existentes y a la que ha bautizado Fuerza Espacial.
Juan Pons.
Al igual que ya ocurre con los Ejércitos de Tierra, la Armada y la Fuerza Aérea, al frente de la Fuerza Espacial se situaría un secretario de Estado civil, que sería apoyado por un general o almirante de cuatro estrellas. Entre sus competencias estarían la adquisición de los satélites, lanzadores, equipamientos y tecnologías espaciales dedicados al ámbito de la defensa.
Los problemas más inmediatos a los que se enfrenta la creación de la Fuerza Espacial están en relación con las agencias militares que se integrarían en la nueva rama militar. Las principales disputas están en determinar si la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO), responsable de los satélites espía norteamericanos y la Agencia de Sistemas de Información de la Defensa (DISA) pasarían a formar parte de la nueva Fuerza Espacial.
En el caso de una fuerte oposición de la Cámara de Representantes y el Senado, la Administración Trump jugaría con tres bazas. Una primera sería crear una Fuerza Espacial en el seno de la Fuerza Aérea (USAF), a semejanza del modelo del Cuerpo de Marines que existe dentro de la US Navy. Está opción exigiría un presupuesto anual del orden de los 11.300 millones de dólares, que serían detraídos de la USAF y que estaría compuesta por 27.300 civiles y militares.
Otra opción sería montar una Space Force disminuida, solo con el personal de los tres ejércitos. Sumaría una plantilla de 35.800 personas y un presupuesto anual de 13.400 millones de $, en su inmensa mayoría procedente de la USAF.
La tercera alternativa estaría en concentrar sobre la Space Force la Agencia de Sistemas de Información de la Defensa (DISA), dedicada a proporcionar comunicaciones militares, principalmente vía satélite. El resultado sería una organización con un personal que ascendería a 48.500 personas y que contaría con un presupuesto anual del orden de los 21.500 millones. En ninguno de los tres casos se plantea integrar la NRO, cuyo número de empleados y presupuesto se mantienen en secreto.
Donde hay práctica unanimidad entre congresistas y senadores norteamericanos es descartar que tanto la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio ‒más conocida por NASA‒, responsable del programa espacial civil, al igual que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ‒encargada de las predicciones y estudios sobre el clima y las condiciones de mares y océanos‒formen parte de la Space Force.