China le está ganado la batalla al COVID-19 a base de Big Data, Inteligencia Artificial y nuevas tecnologías.
El gobierno chino rastreó los datos de cientos de millones de dispositivos conectados a la red para recopilar toda la información de los movimientos y hábitos de las personas de forma que pudieran dirigir a los puntos más importantes las medidas de contención del brote.
Los pasos de China están siendo replicados por Israel para rastrear a todos los ciudadanos sospechosos de haber sido expuestos al virus y contener la propagación del Coronavirus.
En tiempos de guerra ninguna idea queda fuera de juego a la hora de encontrar la estrategia ganadora. La lucha contra el COVID-19 está llevando a los gobiernos de las naciones más poderosas del mundo a establecer políticas de guerra para combatir una agresiva pandemia que está poniendo en jaque el estilo de vida de toda la sociedad.
La guerra del futuro es hoy en día una realidad del presente donde las armas no son sólo humanas y físicas. El campo cibernético, la Inteligencia Artificial y el Big Data se están configurando como las herramientas que inclinan la balanza del resultado de un combate a vida o muerte contra el Coronavirus.
Mientras occidente se convierte en el epicentro de una pandemia que sigue una estrategia Blitzkrieg que se apodera de la salud de miles de personas en Europa y América, desde la zona cero llegan las claves de las principales estrategias que han conseguido detener la expansión de este Coronavirus.Al tiempo que el gobierno chino decretaba el cierre total de toda la región de Wuhan, condenando a decenas de millones de personas a quedarse en sus domicilios paralizando por completo la actividad de todo el área afectada aplicando incluso medidas de control de la población al más puro estilo Mao, el gobierno y las empresas chinas lanzaron un plan sin precedentes de control tecnológico de la población.
Big Data para frenar la epidemia
El plan de acción se basaba en la recopilación masiva de un Big Data que alimentaba una Inteligencia Artificial sin precedentes a nivel mundial. El gigante asiático recopiló y utilizó los datos de ubicación de cientos de millones de teléfonos y dispositivos móviles con el fin de contener y frenar la propagación de COVID-19.
El objetivo de este gigante gran hermano era obtener una herramienta que permitiera estimar algo tan concreto como las probabilidades de contagio de un determinado barrio, llegando al detalle de cada persona expuesta al virus mediante la gestión los datos de localización y pautas de comportamiento seguidas por los potenciales enfermos o infectados.
De esta forma, a través de aplicaciones desarrolladas por empresas chinas y el propio gobierno, los organismos de control y la propia ciudadanía podían conocer el grado de riesgo en función de los últimos desplazamientos realizados, mientras que las autoridades podían gestionar los recursos y los medios médicos de la manera más eficiente.
La Inteligencia Artificial determina dónde actuar
El algoritmo desarrollado permitía dirigir al grupo de personas adecuado las pruebas de detección del Coronavirus a través de una sofisticada Inteligencia Artificial alimentada por un Big Data sin precedentes.
La ausencia de leyes restrictivas referentes a la privacidad de los ciudadanos en China han permitido también acceder a registros de compras de medicamentos de forma que se pudiera identificar a personas potencialmente enfermas que no estuvieran respetando las cuarentenas obligatorias. Estas medidas, junto con la geolocalización permitían detectar a cada individuo de forma individual evitando el peligro de la libre circulación de aquellas personas que no respetaban la s medidas de confinamiento.
El uso del Big Data masivo empleado por las autoridades chinas permitieron detectar, incluso, los movimientos previos de las personas infectadas de modo que se pudieran advertir de los riesgos potenciales de contagio de aquellas terceras personas que, sin saberlo, hubieran podido quedar expuestas a la infección con el fin de actuar de forma preventiva y aislar a los potenciales propagadores silenciosos del COVID-19.
Los resultados de estas técnicas innovadoras han sido una de las armas más importantes con las que el gobierno chino ha logrado contener y hacer retroceder al virus invasor que está poniendo al mundo de rodillas transformando la sociedad y la economía de todos los países afectados.
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