El Ejército estadounidense prevé un futuro en el que se podrán imprimir en 3D algunas de sus armas en el campo de batalla.
Los investigadores ya han presentado un lanzagranadas fabricado con esta técnica, que disparó con éxito granadas también impresas en una prueba de fuego real.
Conocida como RAMBO, el arma es un lanzagranadas M203 modificado que consta de 50 componentes, todos ellos impresos excepto los muelles y los pernos. El gatillo y el percutor se imprimieron en acero de aleación 4340 y el cañón y el cargador en aluminio.
Algunos de los componentes principales se fabricaron con materiales más duros y más resistentes que los originales.
El cañón se hizo mediante un proceso directo de sinterización láser de metal (DMLS), que calienta las partículas de polvo por debajo de su punto de fusión. La anodización creó una capa externa extremadamente dura, resistente a la abrasión sobre la superficie expuesta del aluminio.
El diseño de la munición utilizado fue el de una granada de adiestramiento M781 40, pero debido a que las vainas de los disparos de adiestramiento se hacen de zinc no se pudieron imprimir, por lo que se tuvo que recurrir a otro método. Después de unos cuantos ensayos y errores, los investigadores decidieron usar una impresora de cera para hacer el molde de los cuerpos de granada en yeso, en el que luego pudieron verter el zinc fundido.
La impresión llevó alrededor de 70 horas más otras cinco horas de mecanizado posterior y el costo total de los metales impulsados fue de alrededor de $ 200 el kilo.
«Esto puede parecer mucho tiempo y los materiales costosos, pero dado que la máquina imprime sin operarios y no se desechan materiales, los ahorros que se pueden conseguir son sorprendentes», explicaron las investigaciones. Este proceso no sólo no cuesta «decenas de miles de dólares menos» que los métodos tradicionales, sino que además permitirá a los investigadores construir y probar prototipos en cuestión de días en lugar de meses.
El equipo llevó a cabo una prueba de fuego real en octubre, que consideraron un éxito. Después de 15 disparos, el arma impresa no mostró signos de degradación y la demostración resulto como estaba prevista – no hubo desgaste en el cañón y el lanzador se mantuvo integro.
«RAMBO es un testimonio tangible de la utilidad y la maduración de la fabricación aditiva», compartieron los investigadores en un blog.
«Esto no es más que una muestra de una nueva era de prototipos rápidamente probados y desarrollados que acelerarán la velocidad a la que los avances de la investigación se incorporan a las armas”.
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