Pekín está aprovechando sus productos tecnológicos, los mercados y la formación para asegurar su influencia entre los socios de seguridad de Estados Unidos, según un informe del Instituto Internacional de Estudios de Seguridad (IISS).
Aunque Washington consiga evitar que sus aliados y socios importen equipos de telecomunicaciones de Huawei, ésta es sólo una de las muchas formas en que China trabaja para introducirse en las economías e infraestructuras de estos países, ya que actúa creando dependencias que pueden acabar debilitando los vínculos de estos socios con Estados Unidos, según un nuevo informe. Y es posible que muchos de estos países ni siquiera conozcan todas las formas en que Pekín está acentuando su influencia, y mucho menos que tengan un plan para enfrentarse a ella.
El informe de febrero del IISS (por sus siglas en inglés) analiza la estrategia de la «Ruta de la Seda Digital» (DSR) china, que incluye inversiones en tecnología, acuerdos bilaterales para llevar a cabo investigaciones conjuntas, financiación para que los estudiantes aprendan sobre la tecnología china
, suministro de tecnología de seguridad a los regímenes autocráticos, y más. El estudio se centró en Indonesia, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Polonia, pero el problema afecta a casi todos los países.
Encontraron que, al menos, 16 países habían firmado memorandos de entendimiento con China sobre proyectos relacionados con la Ruta de la Seda Digital, lo que significa que habían llegado a algún tipo de acuerdo formal sobre, por ejemplo, permitir la tecnología china en el mercado, que China acoja un programa de educación o que inicien un programa de investigación juntos. Pero el alcance de la infiltración tecnológica china va mucho más allá de esos acuerdos formales. La investigación del IISS demostró que China había llevado a cabo proyectos relacionados con la DSR, ya sea ganando terreno en el mercado, en la educación, etc., en 137 países de todo el mundo.
Comprobaron que muchos gobiernos estaban dispuestos, en distinta medida, a contemplar la posibilidad de asociarse con China bajo el supuesto de que los cambios en los vientos políticos (y en los Jefes de Estado) llevarían a Estados Unidos a abandonar su campaña de presión para instar a los países a evitar la tecnología china. Pero descubrieron también que, esta estrategia de cobertura no afectó a la cooperación de los países en materia de defensa e inteligencia con Estados Unidos.
«La decisión de excluir o limitar la integración de la tecnología china, por parte de cualquiera de los gobiernos analizados, se basó puramente en las consecuencias hipotéticas de no hacerlo para la cooperación en materia de defensa e inteligencia con Estados Unidos y sus aliados», decía el informe.
En Indonesia, según el informe, las dos últimas décadas han visto a Huawei «profundamente, si no inextricablemente, incrustada» en el ecosistema de las comunicaciones de información del país, «desde las redes de cable de fibra óptica de miles de kilómetros de longitud hasta los últimos teléfonos inteligentes». Las aplicaciones localizadas diseñadas por China son frecuentes entre los usuarios de teléfonos inteligentes indonesios, cuyas comunicaciones se transmiten y retransmiten mediante tecnología de estaciones base y centros de datos diseñados por China. Gran parte de la nube indonesia es aparentemente china». China también desempeña un papel importante en los esfuerzos de investigación de la IA en el país.
En Corea del Sur, China se sirve de la inversión extranjera directa como una «herramienta de zanahoria y palo» para influir en su política. Las importaciones de tecnología surcoreana a China «han sido el centro de la guerra de chips de silicio chino-estadounidense», escriben, refiriéndose a la pugna entre los fabricantes de chips estadounidenses y chinos por introducir sus chips en más aparatos electrónicos. Esto revela «un activo nacional intrincado, complejo y enormemente lucrativo que el establishment coreano defenderá aparentemente a costa de las relaciones entre la República de Corea y Estados Unidos».
Huawei también ha dado a China un importante punto de apoyo en Emiratos Árabes Unidos. Pero la relación se profundizó por las compras de este régimen de cámaras de vigilancia y software de reconocimiento facial para vigilar a sus propios ciudadanos.
En Polonia, China destinó dinero a la formación y la educación, como los programas de premios en una docena de universidades polacas cuyos ganadores recibieron una semana de talleres en la sede de Huawei en Shenzhen, una segunda semana en Pekín y un smartphone. Descubrieron que Huawei tenía un acuerdo con una importante universidad polaca justo el pasado mes de junio, lo cual es significativo porque se produce después de que Estados Unidos haya intensificado sus esfuerzos para alejar a los aliados del gigante chino de las telecomunicaciones y más o menos al mismo tiempo que fracasaron los esfuerzos polacos para asegurar una base permanente de Estados Unidos en el país.
Incluso Israel, uno de los socios de seguridad más cercanos a Estados Unidos, ocupa «un lugar especial a lo largo de la Ruta de la Seda Digital», al haber firmado un acuerdo de investigación y desarrollo con Pekín. El Ministerio de Defensa israelí, más atento a las preocupaciones de Estados Unidos, ha estado vigilando y planteando su preocupación por las actividades chinas desde principios de la década de 2000″.
Estos acuerdos y asociaciones proporcionan a China algo más que un punto de apoyo en los mercados y un pie en la formulación de políticas gubernamentales. También garantizan el acceso a datos civiles y corporativos que pueden ser útiles para las empresas tecnológicas chinas, a la vez que ayudan a los agentes de inteligencia de Pekín a dirigirse más eficazmente a los ciudadanos con desinformación.
«Incluso si se asume que el riesgo que suponen las tecnologías chinas para la seguridad de la inteligencia es bajo, la capacidad de aprovechar los big data debería preocupar a las industrias de defensa, ya que tiene relevancia para la futura competitividad en el aprendizaje automático y la inteligencia artificial (IA)», escriben.
El mayor problema, según el IISS, es que los gobiernos no están tomando medidas para determinar cuánto o qué tipo de inversión china supone un posible riesgo. «Los debates también se centraron en gran medida en si aceptar la infraestructura física china de nivel superior y no parecieron profundizar, por ejemplo, en los debates sobre si confiar en las importaciones de cable de cobre de China, o si permitir la inversión china en las industrias locales de nueva creación». Por lo tanto, de esta investigación se desprende que es difícil para los gobiernos nacionales determinar con precisión qué nivel de integración de las tecnologías chinas de las TIC debe considerarse significativo.»
Fte. Defense One
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