Estados Unidos se enfrenta actualmente a las perspectivas de paz más sombrías desde 1945. Rusia, China y Corea del Norte son Estados revanchistas que pretenden derrocar el orden mundial que lidera, creado tras la derrota de la Alemania nazi y el Japón imperial en 1945. Esta amenaza ofrece a los estadounidenses la oportunidad de reflexionar sobre las lecciones de la Guerra Fría mientras la nación traza el rumbo hacia el futuro.
Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, Bernard Brodie, uno de los primeros estrategas de la era atómica, publicó The Absolute Weapon: Atomic Power and World Order (1946). En él escribió: «Hasta ahora, el principal objetivo de nuestro sistema militar ha sido ganar guerras. A partir de ahora, su principal objetivo debe ser evitarlas. No puede tener casi ningún otro propósito útil». Su trabajo, y el de los primeros teóricos de la disuasión, permitió a Estados Unidos navegar con éxito por las peligrosas aguas de la Guerra Fría.
Sorprendentemente, el mismo conjunto básico de opciones disponibles entonces lo están hoy. Quizás merezca la pena reexaminarlas cuando la nación considere cómo trazar su rumbo en los años venideros.
Bernard Brodie y muchos de sus contemporáneos se dieron cuenta rápidamente de que las armas nucleares desempeñarían un papel primordial en la promoción de los intereses vitales de Estados Unidos en los siguientes años. La prevención de una guerra entre grandes potencias, la disuasión de un ataque nuclear y la defensa de los intereses económicos norteamericanos en el exterior eran algunos de los intereses más importantes de la nación en los albores de la era atómica. Poco ha cambiado en las siete décadas transcurridas desde entonces.
Repasar las opciones políticas elaboradas por primera vez por Brodie es un recordatorio de por qué Estados Unidos confía en la disuasión nuclear. También ofrece sobradas razones para disponer de un arsenal nuclear sin parangón de cara al incierto futuro que nos aguarda.
Los cinco puntos que se ofrecen a continuación fueron considerados en el clásico de Brodie de 1946. A pesar de la incorporación de China y Corea del Norte como adversarios nucleares, las decisiones tomadas entonces por Estados Unidos siguen siendo válidas hoy en día.
Cinco opciones estratégicas: Entonces y ahora
En primer lugar, Estados Unidos puede confiar en las fuerzas convencionales, más que en las nucleares, para disuadir a sus adversarios, ganar guerras y promover los intereses vitales de la nación. La campaña de «conmoción y pavor» empleada para derrotar a Irak fue un ejemplo del poderío convencional estadounidense.
Sin embargo, ambas guerras mundiales son ejemplos del fracaso de la disuasión convencional. Por desgracia, ni la disuasión convencional (Alemania en dos ocasiones), ni las sanciones económicas (Japón) fueron suficientes para evitar guerras mundiales que se cobraron la vida de casi cien millones de personas.
Sin armas nucleares, la Guerra Fría podría haber sido muy diferente. El miedo a la devastación provocada por una guerra nuclear es suficiente para impedir que las grandes potencias luchen entre sí.
En segundo lugar, Estados Unidos puede confiar en sus defensas para prevenir o repeler una agresión. Ya en 1946, Brodie se dio cuenta de que la patria estadounidense pronto sería vulnerable a los bombarderos soviéticos y buscó una solución defensiva. Más tarde, el Presidente Reagan lanzó la Strategic Defense Initiative (Iniciativa de Defensa Estratégica) para defender a la nación de los ataques con misiles balísticos.
En ambos casos, la defensa resultó técnicamente difícil y prohibitivamente cara. Sólo la disuasión nuclear y un segundo ataque asegurado sirvieron para garantizar la paz.
En tercer lugar, Estados Unidos puede adoptar una política de guerra preventiva. Las Fuerzas Armadas estadounidenses tienen la capacidad necesaria para lanzar un ataque preventivo contra cualquier adversario que se considere una amenaza directa para la nación.
Sin embargo, esta opción es contraria a la moral estadounidense y está plagada de riesgos. Dada su cuestionabilidad moral y su riesgo militar, Estados Unidos optó por rechazar la guerra preventiva como estrategia viable.
En cuarto lugar, Estados Unidos puede desarmarse unilateralmente. Se argumenta que los adversarios comprenden los riesgos que plantean las armas nucleares y seguirán su ejemplo. Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, los defensores del desarme intentaron crear unas Naciones Unidas con poder para dirigir el desarme nuclear y prevenir conflictos. Esto nunca ocurrió.
En su lugar, las grandes potencias tomaron la dirección opuesta y buscaron la seguridad en los arsenales nucleares y la disuasión resultante. Hoy, el futuro del desarme parece más sombrío que nunca a medida que los arsenales nucleares crecen en tamaño y capacidad en todo el mundo. Como sostiene Keith Payne, confiar en el desarme nuclear en vez de en la disuasión nuclear es una «gran ilusión». Su opinión es compartida sin duda por Vladimir Putin, Xi Jinping y Kim Jung Un.
En quinto lugar, se necesita un arsenal nuclear con capacidad de supervivencia para disuadir a los adversarios de lanzar un ataque existencial contra Estados Unidos o amenazar los intereses vitales de la nación. Estados Unidos eligió y sigue eligiendo esta opción porque el efecto psicológico logrado mediante la amenaza del uso de armas nucleares sigue demostrando ser la mejor opción para evitar una guerra entre grandes potencias.
Conclusión
Las opciones que Bernard Brodie planteó en 1946 siguen siendo pertinentes hoy en día. La adición de un pais paritario como China y de una Corea del Norte con armas nucleares no altera fundamentalmente las opciones a las que se enfrenta Estados Unidos. Ni mucho menos sugieren que la decisión de la nación de optar por la disuasión nuclear fuera incorrecta. En todo caso, el futuro puede sugerir que las armas nucleares son más relevantes que nunca y más importantes para Estados Unidos que cuando Brodie consideraba las opciones hace casi ocho décadas.
Fte. Real Clear Defense (Jonathan Trexel)
El Dr. Jonathan Trexel es profesor del programa de postgrado en defensa y estudios estratégicos de la Missouri State University.