- La misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea ha alcanzado un hito al conseguir alinear dos satélites como si fueran uno solo. La ESA ha conseguido que ambas naves de la misión se alinearan con el Sol, manteniendo su posición relativa durante varias horas sin necesitar control desde tierra. Esta misión es la primera en realizar un vuelo en formación autónomo.

La misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea ha alcanzado un hito al conseguir alinear dos satélites como si fueran uno solo. Durante la semana del 28 de marzo la ESA consiguió que ambas naves se alinearan con el Sol, manteniendo su posición relativa durante varias horas sin necesitar control desde tierra. Esta misión es la primera en realizar un vuelo en formación autónomo.
El Centro Europeo de Seguridad y Educación Espacial de la ESA, situado en Redu, Bélgica, cuenta con una sala de control equipada con múltiples pantallas de ordenador que flanquean el espacio, presentando extensas listas numéricas, líneas de código y gráficos complejos, aparentemente incomprensibles para un observador externo. Un grupo de ingenieros del equipo de control de vuelo de Proba-3 vigila atentamente estas pantallas, analizando la información que aparece y preparándose para intervenir de inmediato ante cualquier inconveniente que pueda surgir. En intervalos regulares, se emiten comandos a los dos satélites Proba-3 en órbita, siguiendo un plan de vuelo claramente definido que incluye una secuencia de acciones programadas para momentos específicos durante su trayecto.
Proba-3 consigue que las dos naves espaciales de esta misión operen como si fueran una
Proba-3 se posiciona como la primera misión a nivel mundial dedicada a vuelos en formación autónomos con alta precisión. En su configuración óptima, las dos sondas espaciales —el Coronógrafo y el Ocultador— mantendrán una separación de 150 metros, operando en perfecta sincronización, como si se tratara de una única gran nave. Tras alcanzar la órbita, se alinearán con el Sol, de modo que el disco de 1,4 metros del Ocultador proyecte una sombra de 5 centímetros sobre el instrumento óptico del Coronógrafo, lo que le permitirá analizar la débil corona solar.
Las naves espaciales de Proba-3 serán pioneras en conseguir mantener sus posiciones relativas con una exactitud de unos pocos milímetros durante varias horas, sin necesidad de control desde la Tierra. A principios de esta semana, el equipo de Redu ejecutó la primera etapa de las complejas operaciones de vuelo necesarias para lograr la formación deseada. Esta etapa inicial se concentró en maniobras desde tierra que acercaron las naves espaciales, reduciendo la distancia de alrededor de 600 metros a tan solo 144 metros. Paralelamente, se logró que ambas naves se colocaran en la alineación planificada, en la que el Coronógrafo se sitúa dentro de la sombra generada por el Ocultador.
Cuando las naves se encuentran en órbita ajustan de forma autónoma su posición
A partir de su entrada en órbita, depende de la nave espacial ajustar de forma autónoma su posición y mantenerla durante varias horas. Damien Galano, director de la misión Proba-3, describe cómo se logró este hito crucial: “Primero, utilizamos información del GPS para determinar la ubicación precisa de los dos satélites en el espacio. Luego ordenamos a los propulsores que expulsaran pequeñas cantidades de propulsor para acercar la nave espacial lo más posible a la formación deseada, a unos 144 metros de distancia” Una vez activada la autonomía a bordo, la nave espacial mide y controla su posicionamiento relativo mediante el Sistema Visual, que consiste en una cámara gran angular en el Ocultador que rastrea un conjunto de luces LED intermitentes en el Coronógrafo, complementada por una cámara de ángulo estrecho que permite un posicionamiento más preciso.
Esta misión está destinada a demostrar su idoneidad para futuras aplicaciones espaciales
Una gran cantidad de los equipos que permiten a Proba-3 realizar de forma autónoma vuelos en formación precisos son demostraciones de tecnología. Esto implica que la misión está dedicada a demostrar su viabilidad para futuras aplicaciones espaciales. Es la combinación de todos estos instrumentos y software trabajando juntos lo que hace que Proba-3 sea único. Hace una década, ninguna de estas tecnologías estaba disponible; ahora se está a punto de lograr lo que nadie ha logrado antes, lo que permitirá realizar muchas misiones más ambiciosas en el futuro.
Mediante experimentos de demostración en órbita, el Programa General de Tecnología de Apoyo (GSTP) permite a la ESA ser pionera en nuevas tecnologías. Muchas de estas misiones de demostración se han lanzado recientemente o se lanzarán en los próximos años, como el primer CubeSat autónomo de la Agencia para el espacio profundo, HENON, o el CubeSat LUMIO, que explorará los impactos de meteoroides en la cara oculta de la Luna.