La Comisión de Asuntos Exteriores del Reino Unido debatió si colaborar con las instituciones de la UE sirve para coordinar la seguridad o para renunciar a la autonomía nacional.
La magnitud de los intereses compartidos entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) ha crecido significativamente a medida que Ucrania ha ido resistiendo la agresión rusa durante el último año.
Esto ha suscitado dudas en el Reino Unido sobre la integración del país en una política de defensa europea más coordinada y sobre si un acuerdo sobre una plataforma compartida de diálogo, más allá de las relaciones bilaterales, tendrá mayor eficacia.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dado idea del interés compartido en el pasado, comentando: «Ucrania se ha convertido en el centro de nuestro continente. El lugar donde se mantienen nuestros valores, donde se defiende nuestra libertad, donde se escribe el futuro de Europa».
En la misma línea, pero de forma más beligerante, el Primer Ministro británico, Rishi Sunak, declaró en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) el 18 de febrero que «necesitamos una estrategia militar para que Ucrania obtenga una ventaja decisiva en el campo de batalla para ganar la guerra, y una estrategia política para ganar la paz».
Ambos políticos se han comprometido a apoyar la difícil situación ucraniana y la defensa europea en general, ya sea con apoyo militar, político o humanitario. Sus compromisos han marcado la guerra de Ucrania como una «llamada de atención» para una política compartida que refuerce la cooperación en materia de defensa.
La UK Foreign Affairs Committee (FAC) se reunió el 21 de febrero para examinar la relación del Reino Unido con la UE en materia de seguridad y debatir acerca de una mayor coordinación en el fortalecimiento de la defensa europea.
La investigación se dividió en dos partes: en la primera se enfrentaron Lord Peter Ricketts, antiguo Consejero de Seguridad Nacional y Embajador del Reino Unido en Francia, y Sir Richard Dearlove, antiguo Jefe del Servicio de Inteligencia Secreto británico (MI6).
En la segunda parte, Sir David Lidington, Presidente del grupo de reflexión Royal United Services Institute (RUSI), y el General retirado Sir James Everard, antiguo Vicecomandante Supremo Aliado de la OTAN en Europa, siguieron debatiendo sobre la naturaleza de una futura plataforma de diálogo en materia de defensa entre el Reino Unido y la UE.
El problema de un acuerdo de este tipo entre el Reino Unido y la UE, argumentó Dearlove, es la eficacia de suscribirse a las instituciones de la UE. Concretamente, el acuerdo de Cooperación Estructurada Permanente (PESCO): la política de defensa de integración estructural de la UE.
Se sabe que las instituciones de la UE, que según Lidington «son por sí mismas protagonistas de estas conversaciones», suponen una barrera burocrática contra la integración y el pragmatismo del Reino Unido en materia de defensa.
A Dearlove le preocupa que, al sumergirse en las aguas del compromiso con la UE, el Reino Unido se vea sometido a normas y reglamentos que le impidan legalmente actuar en la escena mundial.
Cree que esto restringiría la agencia del Reino Unido hasta ahora en su apoyo militar a Ucrania, que ha sido más de lo que la UE ha estado dispuesta a proporcionar por sí misma.
Pero igualmente, esta interpretación ahoga la coordinación efectiva sobre cuestiones de mayor calado que necesitan una plataforma para el diálogo estructurado, como «la relación sobre seguridad, y la resistencia de la cadena de suministro con China, o el control de las exportaciones con Rusia», declaró Ricketts.
Lidington añadió que si el Reino Unido continúa con este mero compromiso «ad hoc» con la UE, el país carecerá de influencia y aportación.
El resultado de esto, según él, excluiría al Reino Unido. La «oreja del país estará pegada a la puerta escuchando los grandes debates sobre las cadenas de suministro globales y los estándares digitales globales» entre Estados Unidos, la UE y, en menor medida, sus aliados de Asia-Pacífico.
«No tienen contenido militar»
Aunque Dearlove tenía razón al argumentar que la UE no es una superpotencia militar, sigue siendo una superpotencia política con influencia en la regulación y las negociaciones comerciales.
Esta virtud es algo muy relevante en la guerra de Ucrania, ya que ha contribuido a las sanciones colectivas que Occidente ha impuesto a Rusia.
Por ejemplo, según GlobalData, la UE está limitando el acceso de Rusia a tecnología crucial, como semiconductores o software de vanguardia, y prohibiendo la exportación de tecnología especializada de refinado de petróleo, vital para su maquinaria militar.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos políticos, «la participación en la política de defensa de la UE como tercera parte proporcionaría al Reino Unido influencia estratégica limitada solamente», afirma Madeline Wild, analista de GlobalData.
«El futuro ambivalente de una estrategia de defensa colectiva de la UE restringirá el compromiso de defensa entre el Reino Unido y la UE, limitando los esfuerzos a la cooperación industrial más amplia y al intercambio de conocimientos entre gobiernos».
Empresas europeas de defensa como Airbus, Leonardo y Thales han experimentado restricciones en la cooperación industrial. Según RUSI, estas empresas están menos preocupadas por los cambios aduaneros y fiscales asociados al Brexit y más por las disposiciones reglamentarias y el futuro programa de trabajo de la UE.
La falta de una política de defensa europea coordinada significa que la pertenencia a la OTAN es la plataforma de defensa más adecuada a través de la cual el Reino Unido puede expresar sus preocupaciones.
Lo más probable es que la OTAN siga siendo la forma dominante de seguridad colectiva, ya que sus estatutos ya facilitan el movimiento de armamento y tropas entre sus miembros, y proporcionan un escenario para operaciones y ejercicios conjuntos bien establecidos y exitosos», añade Wild.
El pacifismo alemán
Hasta hace poco, el gobierno de Scholtz no estaba dispuesto a reforzar las fuerzas ucranianas, y esta falta de voluntad restringió la capacidad de los países con componentes alemanes en sus plataformas para suministrar a Ucrania. Este efecto adverso lo sufrieron todos los países con estos componentes, estuvieran o no suscritos a las instituciones de la UE.
Wild señala que «Alemania había bloqueado el suministro de armamento letal a zonas de conflicto. Así, cualquier plataforma que el Reino Unido quisiera enviar a Ucrania y que incorporara una pieza de fabricación alemana no podía ser transferida. Esta restricción ha sido levantada por la Bundeswehr, pero ejemplifica las limitaciones preexistentes para los Estados, que, siendo realistas, no se verían empeoradas por la PESCO».
La participación en instituciones de la UE como la PESCO no parece tener un efecto perjudicial sobre la capacidad del Reino Unido a la hora de prestar ayuda a Ucrania, por ejemplo, en contraste con las preocupaciones de Sir Richard sobre la renuncia a la autonomía nacional.
De hecho, a pesar de la reticencia de Alemania a proporcionar plataformas a Ucrania, los países de la UE se han visto abocados a un enfoque iterativo en el suministro al país devastado por la guerra.
Alemania acentuará su liderazgo en la producción industrial del continente y en el suministro a Ucrania.
La razón es que Occidente ha roto repetidamente sus tabúes de escalada al suministrar armamento a las fuerzas ucranianas. Primero se pensó que el suministro de HIMARS era una línea roja, luego fueron los carros de combate principales (MBT), ahora son los jets, y aun así, el Reino Unido está proporcionando adiestramiento a los pilotos ucranianos.
«La decisión de Scholtz de dejar atrás treinta o cuarenta años de pacifismo alemán y aumentar enormemente su gasto en defensa», al que Alemania destinará el 2% de su producción económica, «es un cambio muy significativo», subrayó Ricketts.
Fte. Army Technology