Es verdad que cuando estamos entrando en el tercer año de la pandemia COVID-19, la recuperación económica mundial continuará, aunque a menos velocidad de lo que se pensaba a comienzos del año 2021, como consecuencia de varios factores como pueden ser el incremento generalizado de la energía, los transportes y los alimentos o por los problemas encontrados en la cadena de suministro internacional, pero también es cierto que hay otros elementos de carácter geopolítico como es la lucha y la competición permanente entre las democracias occidentales y los regímenes autoritarios de Pekín y Moscú por establecer unas normas y reglas del nuevo orden mundial que se avecina.
Precisamente, en la actual y previsible rivalidad existente en el panorama geopolítico internacional, nos encontramos con cinco grandes dilemas geopolíticos – unos ya antiguos y otros más recientes – que nos acompañarán durante el año 2022, con mayor o menor conflictividad, y cuya solución u orientación señalará las tendencias de la gobernanza global para gran parte del siglo XXI.
El primer gran dilema se materializa en el nuevo modelo geopolítico que se está gestando cada vez con más fuerza, al que denomino bipolaridad dual, en el que aparecen dos grandes polos enfrentados, cada uno de ellos compuesto por dos centros de poder. El polo transatlántico integrado por dos centros de poder, Estados Unidos y la Unión Europea, que descansa en el vínculo transatlántico actualmente en proceso de recuperación; y el polo asiático también conformado por dos centros de poder, China y Rusia, apoyado en la asociación estratégica entre ambos países. ¿Quién triunfará en esta lucha por el poder?
La bipolaridad dual descansa en dos postulados. Por un lado, la bipolaridad se basa en políticas e intereses contrapuestos en diferentes campos como puede ser el político, el económico, el militar, el social, el cultural o el tecnológico. Por otro, la dualidad se asienta en políticas e intereses compartidos o complementarios en las diferentes disciplinas señaladas.
El segundo gran dilema se encuentra en la región Intermarium, una región que hoy en día, constituye el disputado borde territorial que se extiende desde el mar Báltico al mar Negro que, en los años 20 del siglo XX, señalaba la zona de conflicto entre Alemania y Rusia y que, actualmente, representa la zona de colisión entre Estados Unidos y Rusia. Otros dos actores claves esta lucha por el dominio geopolítico del Intemarium son la UE y la OTAN ya que ambas defienden la postura de Estados Unidos que es, en definitiva, la posición de Occidente.
La joya de esta región es Ucrania, pivote geopolítico euroasiático. Rusia ha presentado a Occidente, el pasado 17 de diciembre, unas garantías de seguridad muy exigentes, algunas de ellas inasumibles para Occidente. La estrategia del Kremlin consiste en apoderarse de parte de Ucrania, invadiendo el Donbás, con la autoproclamación de las dos repúblicas de Donestz y Lugansk como independientes, como lo ha hecho en Georgia, aunque los procedimientos que está empleando Moscú, en este caso, son muy similares a los utilizados en la anexión de Crimea. Hay que recordar que ambas operaciones, la de Georgia y la Crimea, fueron un éxito.
En cuanto al tercer gran dilema lo conforma el dominio del ciberespacio como nuevo teatro de la guerra. Este nuevo campo de batalla – al lado del espacio terrestre, espacio marítimo, espacio aéreo y espacio exterior – tiene como rasgos más importantes un entorno virtual sin límites geográficos, de escasa seguridad, en el que se desarrollan actividades vitales para la sociedad y en donde aparecen la delincuencia, el terrorismo y el espionaje además de los conflictos armados y en el cuál actúan actores anónimos en un marco bélico no sujeto a legalidad alguna.
Como ejemplo de algunas actividades sobre el dominio del espacio que se están llevando a cabo en los últimos meses, y dejando aparte los ataques cibernéticos del gusano Stuxnet a las centrifugadoras iraníes de enriquecimiento de uranio hasta destruirlas, hace más de una década, resulta obligado destacar el ciberataque – considerado de origen ruso – a la empresa estadounidense SolarWinds, proveedor del Pentágono, utilizando el sistema basado en el ataque a un proveedor afectando a todos sus clientes, en diciembre de 2020, o el ciberataque a la también empresa estadounidense Colonial Pipeline, la mayor empresa de oleoductos del país, obligándola a un cierre preventivo de varias semanas, el pasado mes de mayo.
Un cuarto gran dilema se halla en el laberinto de Oriente Medio en el que están operando actores globales como Estados Unidos y Rusia junto a otros regionales como Arabia Saudí, Irán, Israel y Turquía, enfrentados entre sí. Entre las diversas hostilidades existentes en la zona como la guerra civil siria, el conflicto palestino-israelí, el enfrentamiento irano-saudí o la guerra civil en Yemen, destaca el conflicto nuclear iraní, cuyo acuerdo internacional llamado Plan de Acción Integrado Conjunto (PAIC) firmado por varios países en 2015 y que fue abandonado por Trump, de forma unilateral, en 2018, junto al abandono de los compromisos con sus aliados produciendo un vacío geopolítico en la zona que ha sido ocupado, en parte, por Rusia.
De hecho, en estos momentos Estados Unidos, con la presidencia de Joe Biden, está intentando volver al PAIC para lo cual ya se han retomado a finales de noviembre pasado las negociaciones en Viena, en busca de garantizar una aplicación total del acuerdo por parte de los firmantes. Según la OIEA, Irán dispone de buena parte de uranio enriquecido por encima del 60% de pureza, muy por encima del 3,67% que le autorizaba el PAIC. En concreto, el plazo para que Irán tenga suficiente uranio enriquecido para disponer de una bomba nuclear se ha reducido de un año a uno o dos meses.
Por último, un quinto gran dilema geopolítico se encuentra en el Este de Asia, en concreto en el Mar de China Meridional donde, por un lado, con independencia del equilibrio geopolítico chino-japonés, se halla la política agresiva de China en esta región para apropiarse de la soberanía de dicho mar en contra de los legítimos derechos de los demás estados ribereños e incluso por estar militarizando islotes, arrecifes y atolones con la intención de reclamar aguas territoriales violando el derecho internacional.
Por otro lado, está el caso de Taiwan, donde China ha estado y está presionando a las autoridades de Taipei con diferentes medidas, entre ellas ejercicios militares con intervención de aviones de combate frente a la costa suroeste de la isla, en una campaña de acoso hacia Taiwán con la clara intención de doblegar la voluntad de sus dirigentes. Aunque los aviones han estado operando en el espacio aéreo internacional, la campaña ha elevado el temor a que cualquier paso en falso pueda provocar una escalada de tensiones involuntaria en la región.
A nadie se le escapa que el primer gran dilema de quién domine la geopolítica de la bipolaridad dual constituye la gran cuestión del siglo XXI, ya que el polo triunfador será el que implantará el orden mundial de este siglo. Y que la solución a esta cuestión depende del resultado de los otros grandes dilemas que se han mencionado también es una premisa. Si el orden lo definen Estados Unidos y la Unión Europea habrá un sistema democrático liberal en el mundo. En caso contrario, reinará una arquitectura de estados autoritarios liderados por China y por Rusia. El resultado final marcará la geopolítica de poder de este siglo.
El año 2022 será, sin duda, un tiempo muy interesante para observar como evolucionan estos grandes dilemas geopolíticos centrándonos, principalmente, en algunas señales que nos indiquen los logros o fracasos alcanzados en la lucha geopolítica de los dos grandes polos mencionados, el transatlántico y el asiático.
General de División (R) Jesús Argumosa Pila