Los recientes anuncios de China sobre nuevas tecnologías de caza submarina son probablemente más bombo publicitario que realidad, pero ponen de relieve el objetivo de Pekín de contrarrestar la amenaza que representan los submarinos de ataque estadounidenses. La flota submarina estadounidense no debe dormirse en los laureles como la mejor del mundo durante mucho más tiempo. Pronto necesitará nuevos enfoques y capacidades para operar y combatir potencialmente en los bastiones que China y Rusia consideran sus aguas interiores.
China lleva más de una década tratando de mejorar su guerra antisubmarina. En la actualidad, equipos de sonar como la red del Sound Surveillance System (Sistema de Vigilancia por Sonido) de Estados Unidos, propio de la Guerra Fría, escuchan en los mares de China Oriental y Meridional, así como en aguas por las que los submarinos estadounidenses tendrían que transitar desde Guam o Hawai. Se complementan con los capaces sonares activos de baja frecuencia de la corbeta Tipo 056 clase Jingdao, que obviarían el silencio acústico superior de los submarinos estadounidenses. Alrededor de las zonas más protegidas, como el estrecho de Taiwán, es probable que las fuerzas chinas desplieguen también minas.
Desde la Guerra Fría, los submarinos estadounidenses han confiado en el sigilo para vigilar a sus adversarios y amenazar con la denegación o la represalia. Cuando sus objetivos principales eran los submarinos soviéticos en el lejano norte o las flotas soviéticas en mar abierto, el sigilo era suficiente. Cuando los submarinos estadounidenses atacaban, podían ser detectados, pero sus objetivos se dedicaban más a la defensa que a la guerra antisubmarina.
Los recientes anuncios de China sobre nuevas tecnologías de caza submarina son probablemente más bombo publicitario que realidad, pero ponen de relieve el objetivo de Pekín de contrarrestar la amenaza que representan los barcos de ataque estadounidenses. La flota submarina estadounidense no podrá dormirse en los laureles como la mejor del mundo durante mucho más tiempo. Pronto necesitará nuevos enfoques y capacidades para operar y combatir potencialmente en los bastiones que China y Rusia consideran sus aguas interiores.
China lleva más de una década intentando mejorar su guerra antisubmarina. En la actualidad, redes de sonares como las Sound Surveillance System (Sistema de Vigilancia Acústica) de Estados Unidos, propias de la Guerra Fría, escuchan en los mares de China Oriental y Meridional, así como en las aguas que los submarinos estadounidenses tendrían que transitar desde Guam o Hawai. Se complementan con los capaces sonares activos de baja frecuencia de la corbeta Tipo 056 clase Jingdao, que obviarían el superior silenciamiento acústico de los submarinos estadounidenses. Alrededor de las zonas más protegidas, como el estrecho de Taiwán, es probable que las fuerzas chinas desplieguen también minas.
Desde la Guerra Fría, la fuerza submarina estadounidense ha confiado en su sigilo para vigilar a sus oponentes y amenazar con la negación o la represalia. Cuando los objetivos principales de los submarinos estadounidenses eran los submarinos soviéticos en el lejano norte o las flotas soviéticas en mar abierto, ésto era suficiente. Cuando los submarinos estadounidenses lanzaban ataques y podían ser detectados, sus objetivos se dedicaban más a la defensa que a la guerra antisubmarina.
Contra China, y quizás Rusia, esta dinámica ya no se mantiene. Es probable que los submarinos estadounidenses tengan que lanzar misiles o torpedos cerca de las costas enemigas. Mientras sus objetivos pueden estar ocupados defendiéndose, el resto de las fuerzas enemigas en el mar y en tierra pueden dedicarse al contraataque. Los submarinos podrían tener que huir tras sus salvas iniciales y verse incapaces de seguir contribuyendo al combate.
Para evitar quedar marginados como cientos de submarinos alemanes a finales de la Segunda Guerra Mundial, los submarinos estadounidenses tendrán que suprimir o confundir los sensores de los que dependerán China o Rusia para la detección submarina y la localización de objetivos. En muchos sentidos, se enfrentan al mismo reto que los aviadores que realizan ataques frente a las defensas aéreas modernas. Y al igual que sus homólogos aéreos, las fuerzas submarinas tendrán que emplear interferencias, señuelos, engaños y destrucción para penetrar en zonas submarinas disputadas.
Otro reto que los submarinistas compartirán con los aviadores es cómo suprimir o derrotar las defensas enemigas sin renunciar a la capacidad de ataque en el proceso. Las fuerzas aéreas estadounidenses en Vietnam, enfrentadas a la primera generación de misiles tierra-aire soviéticos, tuvieron que desviar cerca de un tercio de sus medios de ataque para contrarrestar las defensas norvietnamitas, a pesar de que los nuevos SA-2 sólo eran efectivos en el 2% de las veces.
Los vehículos no tripulados serían la mejor opción para desplegar los inhibidores acústicos, los señuelos de radar y sonar y las cabezas explosivas que suprimirían o derrotarían a los sensores submarinos o las minas chinas o rusas. Pero para preservar la capacidad armamentística del submarino y reducir su probabilidad de detección, la mayoría de estos vehículos deberían ser lanzados por otro medio.
Confundir o atacar los sensores enemigos necesitarían de una puntería tan precisa, que los retos de la detección y comunicación submarinas harán casi imposible en tiempo real. En su lugar, las fuerzas submarinas tendrán que explorar con antelación los sensores y redes adversarios. Los grandes vehículos submarinos sin tripulación, como el ya cancelado Snakehead de la Armada o el Remus 6000 disponible en el mercado, podrían recopilar esta información, lo que puede resultar poco práctico hacer con UUV más pequeños que carecen de la resistencia o profundidad necesarias.
La confusión que crean en la imagen submarina del enemigo los señuelos, las interferencias y las operaciones submarinas reales de EE.UU. probablemente desbordaría la todavía relativamente pequeña capacidad de respuesta de la guerra antisubmarina de Rusia o China. Sin embargo, los submarinos estadounidenses necesitarán la capacidad de plantar cara y combatir cuando se produzcan los ataques, en lugar de evadirse y recuperar su sigilo. Esto exigirá sistemas de combate mejorados que puedan predecir la eficacia de un ataque enemigo y puedan guiar nuevas armas contra-torpedos, de forma similar a como lo hacen el sistema Aegis y los misiles tierra-aire en superficie.
Una vez que los submarinos lleguen a las zonas en disputa, donde será necesario que lancen ataques con misiles a las profundidades del territorio enemigo o detengan a los buques que atacan a un aliado, es probable que sigan enfrentándose a la amenaza de las minas submarinas. En este tipo de misiones, los UUV medianos sub-lanzados y recuperados serán esenciales para encontrar un camino alrededor de las minas o, en caso necesario, destruirlas.
Los cambios que implican estos conceptos operativos serán sustanciales. En lugar de ser la fuerza silenciosa, los submarinos tendrán que generar ruido y esconderse en el caos resultante. Y en vez de estar solos los submarinistas tendrán que confiar en un equipo de plataformas tripuladas y no tripuladas sobre, por encima y por debajo del agua para alcanzar sus objetivos. De lo contrario, la fuerza submarina podría encontrarse viendo la acción desde la barrera.
Fte. Defense News (Bryan Clark)
Bryan Clark es investigador y director del Center for Defense Concepts and Technology del Hudson Institute.