Moscú opera hasta sesenta y cuatro submarinos, y muchos de ellos son conocidos por su sofisticación en ciertas áreas como la propulsión independiente del aire y otras tecnologías de guerra submarina.
Aunque Rusia haya retirado un gran número de tropas terrestres cerca de la frontera ucraniana, tal vez en respuesta a un claro mensaje de disuasión y determinación por parte de Occidente, es probable que no haya desaparecido la preocupación del Pentágono por las provocaciones rusas y la posible interferencia en la región.
«Putin no es de los que se retiran. Entonces, ¿dónde debemos esperar su próxima provocación? Muy probablemente, en las aguas del Mar Negro», escribe el Almirante Retirado James Stavridis en un artículo de opinión en Bloomberg.
Stavridis plantea un punto interesante, ya que es probable que mucha gente se pregunte hasta qué punto Rusia podría representar una amenaza seria para la Armada estadounidense y sus aliados de la OTAN en el Mar Negro. Aunque no es probable que Rusia lance ningún tipo de ataque ofensivo naval masivo a corto plazo, hay ciertamente una serie de formas en las que podría amenazar a Estados Unidos y a sus aliados de la OTAN en el Mar Negro y presentar una amenaza seria.
La Armada estadounidense opera regularmente en el Mar Negro realizando patrullas con destructores, varios buques de superficie y quizá incluso submarinos, habiéndose producido a veces momentos de considerable tensión entre Estados Unidos y Rusia a lo largo de los años. Sin embargo, el arsenal de tanques, cazas y armas terrestres de Rusia parece convertirla en una amenaza terrestre mucho más seria que la que podría presentar en el mar. Por ejemplo, Rusia sólo opera un portaaviones y quince destructores, según Globalfirepower.com, una mera fracción de una considerable fuerza de ataque de la Armada estadounidense capaz de iniciar misiones marítimas ofensivas y, por supuesto, de proyectar poder desde múltiples portaaviones.
Sin embargo, se dice que Rusia opera hasta ochenta y cinco corbetas y cincuenta y cinco patrulleras capaces de realizar misiones de ataque en superficie, buscar submarinos o simplemente mantener algún tipo de presencia naval. Los buques de poco calado y maniobrables, como las patrulleras o incluso las corbetas, podrían operar más cerca de las costas búlgaras y rumanas para amenazar con ataques terrestres, regular el tráfico marítimo comercial, realizar misiones de contramedidas antiminas o incluso lanzar ataques en enjambre de pequeñas embarcaciones contra los activos de la OTAN.
Además, contar con un número mucho menor de destructores en comparación con Estados Unidos parece significativo, aunque el margen de diferencia más sustancial puede ser el alcance, la precisión y la exactitud de los ataques de sus sistemas de armas a bordo, los drones marítimos, los sensores y los radares basados en buques. Dicho esto, no cabe duda de que una flota mucho más pequeña de buques de guerra de superficie armados o capaces de lanzar medios aéreos como helicópteros o drones de ataque pondría a la Armada rusa en clara desventaja en caso de enfrentarse a la estadounidense.
Sin embargo, hay otro factor que no se puede pasar por alto, y es el tamaño y la sofisticación de la flota de submarinos de Rusia. Globalfirepower.com informa que Rusia opera hasta sesenta y cuatro submarinos, y muchos de ellos son conocidos por su sofisticación en ciertas áreas como la propulsión independiente del aire y otras tecnologías de guerra submarina. Los avanzados submarinos rusos dificultarían, por supuesto, que los buques de guerra de superficie de la Armada estadounidense operaran libremente o sin una cuidadosa vigilancia en el Mar Negro.
Fte. The National Interest