Según los analistas, el amplio documento establece una ambición audaz, pero carece de detalles para su aplicación.
Recientemente, Alemania ha publicado un documento de importancia histórica: la Nationale Sicherheitsstrategie, el primer documento de estrategia de seguridad nacional de la nación.
Hace hincapié no sólo en la evolución tecnológica de sus Fuerzas Armadas, ya sea en materia de ciberseguridad o de capacidades espaciales, también se basa en la idea de que la seguridad nacional no consiste estrictamente en la defensa en sí. También significa garantizar el acceso a los recursos y a la energía; hacer frente a las pandemias y a la desinformación; y, por supuesto, al cambio climático.
Annalena Baerbock, Ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, escribe en su prólogo que la estrategia aborda «las tres dimensiones de la seguridad: protección frente a la guerra y la violencia […], tener la libertad de poder configurar nuestras vidas, nuestra democracia, nuestra economía como queramos [… y] proteger los recursos naturales de los que depende toda la vida».
«Hacernos más robustos en todos los ámbitos de la vida es el objetivo de esta nuestra primera Estrategia de Seguridad Nacional. Al fin y al cabo, en el siglo XXI, seguridad también significa asegurarnos de que nuestra calefacción funciona en invierno. Seguridad significa poder encontrar medicamentos para nuestros hijos en nuestras farmacias. Tener teléfonos inteligentes que funcionen porque el suministro de los microchips necesarios es fiable. Llegar al trabajo con seguridad porque nuestros trenes no están paralizados por ciberataques», afirmó.
No se trata sólo de «decisiones sobre el equipamiento de la Bundeswehr, sino también de la cuestión de la fiabilidad de nuestras cadenas de suministro o la libertad de nuestro panorama mediático».
Cuando habla de asuntos militares, dice que Alemania planea impulsar las capacidades cibernéticas y espaciales, introducir armas de ataque de precisión profunda, reforzar su defensa contra el espionaje y el sabotaje, fortalecer la base tecnológica de defensa de Europa y armonizar los controles europeos de exportación de armas. Como era de esperar, no se dan detalles sobre cómo se logrará esto, ya que el documento sólo tiene 76 páginas.
Alemania sí subraya su compromiso «inquebrantable» con la OTAN y la UE, remarcando que su «seguridad es indivisible de la de nuestros socios y aliados europeos» y señalando que mantiene «resueltamente el compromiso de defensa mutua según el Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte».
Berlín reforzará el Bundeswehr y «destinará el dos por ciento de nuestro PIB, como media a lo largo de un periodo plurianual, a alcanzar los objetivos de capacidad de la OTAN, inicialmente en parte a través del recién creado fondo especial para el Bundeswehr», aunque esta financiación aún no está asegurada.
En cuanto a las exportaciones de armas alemanas, «el Gobierno federal seguirá adhiriéndose a su política básica restrictiva», teniendo en cuenta la política del país importador en materia de «derechos humanos, democracia y Estado de derecho». Pero Alemania también sopesará «nuestros intereses de alianza y seguridad, los retos geoestratégicos, el apoyo a los socios que se enfrentan a amenazas directas y los requisitos de una cooperación armamentística europea reforzada.»
Competidores, enemigos y amigos
El documento es circunspecto cuando aborda otra frontera geopolítica: la esfera de influencia de China. La estrategia se refiere a China como un «socio sin el cual muchos de los retos globales más acuciantes no pueden resolverse». Pero también dice que el país asiático es un «competidor y rival sistémico», señalando que «los elementos de rivalidad y competencia han aumentado en los últimos años».
Dado que China es uno de los principales socios comerciales de Alemania, Ulrike Franke, experta en política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, concluye en su hilo de Twitter que «el Gobierno alemán está tratando de caminar por una línea muy, muy delgada entre el enfoque de confrontación de Estados Unidos y un enfoque más cooperativo, no sólo empresarial, sino también de cooperación en materia de cambio climático». Señala que «es difícil» y que «a muchos no les gustará».
La estrategia es menos ambivalente respecto a Rusia, de la que dice que es «por ahora la amenaza más importante para la paz y la seguridad en la zona euroatlántica». Su «guerra de agresión» contra Ucrania ha «destrozado el orden pacífico de Europa» y amenaza directamente «nuestra seguridad y la de nuestros aliados en la OTAN y la UE», afirma.
Aunque «ni Alemania ni la OTAN buscan rivalidad o confrontación alguna con Rusia […] estamos preparados y capacitados en todo momento para defender nuestra soberanía y libertad y la de nuestros aliados».
En cuanto a los amigos de Alemania, sólo menciona a dos por su nombre: Francia y Estados Unidos. «Nosotros y nuestro país vecino, Francia, disfrutamos de estrecha amistad […] a la que debemos pasos importantes en la integración europea, proceso que consideramos indispensable. Al mismo tiempo, estamos firmemente arraigados en la alianza transatlántica, que expresa nuestros estrechos lazos y nuestra asociación con Estados Unidos».
El documento señala que «somos conscientes de nuestra responsabilidad conjunta [con Francia] para impulsar las integraciones de la UE y su capacidad de actuación a nivel internacional», y añade que esta amistad «se expresa también en términos de política de seguridad en el compromiso de asistencia mutua en virtud del artículo 4 del Tratado de Aquisgrán y en nuestra cooperación en grandes proyectos armamentísticos».
Reacciones diversas de los analistas
¿Qué le falta al documento? Jörn Fleck, Director del Centro para Europa del Atlantic Council, considera que faltan «cambios institucionales y de procedimiento que contribuyan a la puesta en práctica de la Zeitenwende [punto de inflexión]». En un informe publicado por el Consejo, Fleck opina que debería haberse creado algo parecido al Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, afirmando que «la mayoría de los observadores a largo plazo de Alemania estarán de acuerdo en que esto es urgentemente necesario para coordinar eficazmente un proceso interinstitucional en todo el gobierno federal y con las autoridades estatales y los socios internacionales, pero también para impulsar más la cultura estratégica a medio plazo».
Fleck también señaló que no existe «un proceso claro de seguimiento de la implantación, que siempre es el mayor reto con estas estrategias y a quién le corresponden, y la instalación de una revisión periódica que obligue a los futuros gobiernos a mantener este proceso a intervalos regulares».
Benjamin Tallis, investigador del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP) considera el documento «en general, decepcionante […] pero también tiene algunos puntos interesantes y positivos con los que trabajar».
Tallis explicó en Twitter que «no hay mucho que sugiera la forma en que Alemania subsanará sus muy reales carencias de capacidad y credibilidad en materia de seguridad, y tampoco mucho que tranquilice a los aliados de Europa Central y Oriental (ECE) en el sentido de que estará a la altura de su «responsabilidad especial» respecto al pilar europeo de la OTAN».
Del mismo modo Roderick Kefferpütz, director de la oficina de la Heinrich-Böll-Stiftung para la Unión Europea en Bruselas, sugirió en Internet que le preocupaba que se prestara muy poca atención «a cómo las zonas geopolíticas fronterizas, como el Ártico, el Antártico, las profundidades marinas y el espacio podrían afectar al entorno de seguridad y al orden internacional».
Fte. Breaking Defense