La caída del régimen sirio impulsa la nueva era geopolítica

El pasado domingo, 8 de diciembre, el régimen sirio de Bachard al Asad ha sido derrocado por insurgentes rebeldes islamistas liderados por el grupo fundamentalista Hayat Taharir al Sham (HTS) u Organismo de Liberación de Levante, una antigua filial de Al Qaeda que ha gobernado una parte del noroeste de Siria durante los últimos años. La ofensiva ha durado apenas 11 días. El líder del HTS, Abu Mohamad al Golani, ha prometido que todos los sirios serán respetados dirigiéndose a los cristianos, drusos y alauitas instándoles a no huir de sus residencias.

La ofensiva para tomar el poder en Damasco ha durado apenas 11 días. Los combates comenzaron en el noroeste de Siria, el 27 de noviembre, con ataques sorpresa del grupo HTS junto con facciones del Ejército Nacional Sirio logrando conquistar Alepo, la segunda ciudad siria, el 1 de diciembre, mientras el ejército sirio huía sin apenas presentar resistencia.

Con la toma de Hama el 5 de diciembre, controlando el aeropuerto militar de dicha ciudad, la conquista de Homs, el día 7, y la caída de Damasco el 8 de diciembre, sin encontrar resistencia, indica la asombrosa rapidez de los rebeldes en recorrer los 350 km que separan Alepo de Damasco al mismo tiempo que señala la desastrosa situación en que se encontraban las fuerzas militares sirias.

Simultáneamente a estos 11 días de ofensiva de norte a sur, desde la ciudad sureña de Deraa también se lanzaba una ofensiva de varios grupos rebeldes hacia Damasco, llegando a esta ciudad antes que el frente del norte, mientras que los kurdos han estado conquistando terreno en el este y el ISIS reaparece en el desierto.

En esta situación impredecible y de alta incertidumbre la primera cuestión que se nos ocurre es ¿qué tipo de régimen estable se puede formar en Siria que sea capaz de gobernar con eficiencia, paz y solidez el país. En una primera aproximación nos encontramos que, fundamentalmente, en la derrota del régimen de al Asad han participado cuatro (4) grupos. Por un lado, el grupo HTS junto con el Ejército Nacional Sirio y las diferentes facciones rebeldes procedentes del sur del país. Este grupo es apoyado por Turquía y Qatar.

Un segundo grupo lo conforman las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) que constituye la coalición de milicias kurdas que controlan más de un tercio de la superficie total de Siria. Este grupo es apoyado por Estados Unidos. Un tercer grupo está formado por una coalición de rebeldes y fuerzas turcas que pretenden anexionar determinado territorio sirio a Turquía. Este grupo es apoyado por Turquía. Por último, se encuentran fuerzas del Estado Islámico (ISIS) con su pretensión de establecer un estado islámico en Siria.

En el campo de las relaciones de poder, a nivel regional, se puede señalar que el cambio de régimen en Siria supone un grave perjuicio para Irán por dos razones principales. Por un lado, se ha roto el eje de resistencia que abarcaba a varias milicias proiraníes junto con el gobierno de Siria. Si a esto se añade la debilidad actual de la milicia terrorista Hezbollá en Libano, que recibía todo tipo de ayuda a través del territorio sirio, se incrementa la pérdida de protagonismo de Irán en la región.

Para Turquía, la caída del régimen sirio supone una sustanciosa ventaja desde el punto de vista estratégico dada su aumento de “peso” en Siria frente a Irán, desde la perspectiva territorial con posibilidad de anexionarse territorio del norte de Siria, y desde el más inmediato de la previsible devolución de refugiados a Siria.

En el caso de Israel, la desaparición del régimen sirio ha supuesto un claro beneficio, al menos en tres aspectos. En primer lugar, porque un posible adversario sale debilitado por la crisis de gobierno; en segundo lugar, porque se elimina el corredor logístico existente entre Irán y Hezbollá; y en tercer lugar, debido a que Irán se ha debilitado al perder el apoyo de distintas milicias proiraníes en Siria y Líbano.

En el horizonte internacional, nadie duda de la pérdida de influencia rusa en la región. El reciente colapso del régimen ha dejado a Rusia en una posición complicada, obligándola a reevaluar su estrategia en un país donde tiene intereses geopolíticos significativos, en especial la base aérea de Hmeimim y la base naval de Tartus que son fundamentales para la proyección geoestratégica del Kremlin en el Mediterráneo y en África.

Para Estados Unidos, la caída de Al Asad favorece sus intereses en Oriente Medio ya que, por un lado, debilita a Irán, tradicional adversario estadounidense y, por otro, Rusia sale como perdedora al haber mostrado su incapacidad para apoyar al fenecido régimen sirio. No obstante, es preciso tener en cuenta que el Estado Islámico puede aprovechar la incertidumbre actual para intentar regresar.

La respuesta a la cuestión indicada anteriormente no es nada fácil ya que, aparte de los 4 grupos indicados más arriba que han participado más directamente en la caída de Al Asad, hay que considerar también otros grupos o facciones para formar gobierno entre el que se encuentra el Gobierno Interino Sirio junto con al Ejército Libre Sirio (ELS).

En concreto, para formar gobierno el grupo radical líder del derrocamiento de Bachard al Asad, HST, necesita establecer una coalición con los actores que se acaban de mencionar, al objeto de definir las características del nuevo gobierno que se implante, con carácter inclusivo, al mismo tiempo que sea reconocido por la comunidad internacional.

Para ello, el HST ha nombrado a Mohamed el Bachir, hasta ahora jefe del gobierno paralelo instaurado en la provincia de Idlib, como primer ministro interino para un proceso de transición que debe terminar el 1 de marzo de 2025. Dicha decisión ha tenido lugar después de un encuentro el pasado lunes entre el líder del HST y el primer ministro saliente, Muhamad al Yalali.

Mientras la ONU ha solicitado una transición pacífica del poder, afirmando que HTS y otros grupos armados están enviando “buenos mensajes”, el hecho objetivo es que se ha producido un profundo cambio geopolítico en la región. Aparece una clara pérdida de influencia de los estados pertenecientes al bloque autocrático como Rusia e Irán a costa de un predominio ascendente del bloque democrático como Israel, Turquía y Estados Unidos. En definitiva, Siria desencadena una transformación geopolítica claramente favorable a los intereses de Occidente, siempre que no vuelva a su territorio el salafismo yihadista.

GD (R) Jesús Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores

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General de división (R). Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa (EALEDE) del CESEDEN de 2005 al 2009