Antes se consideraba a Japón como una potencia reticente, pero en la última década, más o menos, parece haber adoptado un enfoque proactivo, por lo que se le puede llamar una potencia proactiva. Hay varias razones por las que a Japón puede considerarse así, como la dinámica cambiante de su política exterior, su perspectiva militar/de defensa (Libros Blancos de Defensa 2020 y 2021), la ayuda y la asistencia económica, la conectividad y el dominio marítimo que se centra en la libertad de navegación, el sobrevuelo y el trabajo hacia un orden internacional basado en normas, la gestión de desastres y los esfuerzos médicos y de la COVID.
Para entender cómo ha evolucionado Japón como potencia proactiva, es necesario observar las diferentes fases de la misma. La primera fase es de 2006 a 2007, cuando Taro Aso era el ministro de Asuntos Exteriores y se centraron en la «Diplomacia orientada a los valores» y el «Arco de la Libertad y la Prosperidad», nuevos conceptos que se mencionaron en el Libro Azul Diplomático de 2007. Esta fase se centró en los valores universales como la democracia, la libertad, los derechos humanos, el Estado de Derecho y la economía de mercado, con especial énfasis en los esfuerzos diplomáticos.
El Arco de la Libertad se consideró un modo de cercar a China. Además, durante esta fase, Japón también se esforzó por cooperar y asociarse en la construcción de nuevas relaciones estratégicas con Europa, Australia e India. De hecho, en 2007, el entonces primer ministro japonés, Shinzo Abe, pronunció el emblemático discurso «Confluencia de dos mares», en el que destacó la importancia del océano Índico y del océano Pacífico.
La segunda fase fue de 2007 a 2008 y se denominó «diplomacia resonante», ya que se centró en la activa diplomacia japonesa hacia Asia y en destacar la alianza de seguridad entre EE.UU. y Japón, por lo que fue una fase de diplomacia favorable a China.
La tercera fase se desarrolló entre 2009 y 2020, bajo el mandato del primer ministro Hatoyama, y se centró en el enfoque diplomático de China con Japón en el concepto más amplio de la Comunidad de Asia Oriental.
La cuarta fase fue la que presenció un cambio en la dinámica, ya que el 7 de septiembre de 2010, un pesquero chino, el Minjinyu 5179, operó en las aguas en disputa cerca de las islas Senkaku y colisionó con las patrulleras de los guardacostas japoneses, colisión que dio lugar a una importante disputa diplomática entre Japón y China y esta última se volvió asertiva.
En esta fase se produjo una nueva estrategia diplomática, ya que el primer ministro Abe se reincorporó al cargo y en un sitio web llamado Project Syndicate habló del Diamante de la Seguridad Democrática de Asia. Opinó que «las actuales disputas en el Mar de China Oriental y el Mar de China Meridional significan que la principal prioridad de la política exterior de Japón debe ser ampliar los horizontes estratégicos del país» y subrayó además la necesidad de explorar mediante la previsión de «una estrategia en la que Australia, India, Japón y el estado estadounidense de Hawái formen un diamante para salvaguardar los bienes comunes marítimos que se extienden desde la región del Océano Índico hasta el Pacífico occidental»[i].
Se trataba de una clara diplomacia de rechazo a China, ya que había que hacer frente a su agresión. Durante este tiempo, el gobierno de Abe se embarcó en un viaje a 20 países durante 8 meses y vio «una diplomacia que adopta una perspectiva panorámica del mapa mundial», en otras palabras, una vista de pájaro de los asuntos globales y esto fue categorizado como la «Diplomacia de Paz Proactiva».
La quinta fase fue en 2013, cuando el primer ministro Abe pronunció su discurso en Yakarta (Indonesia) sobre la «Recompensa de los mares abiertos: Cinco nuevos principios para la diplomacia japonesa» y destacó 1) la libertad de pensamiento, de expresión y de palabra en esta región en la que confluyen dos océanos, 2) unos mares regidos por leyes y normas, no por la fuerza, 3) unas economías libres, abiertas e interconectadas como parte de la diplomacia japonesa, 4) la conexión para establecer unos fructíferos lazos interculturales entre los pueblos de Japón y esta región y 5) la promoción del intercambio entre las generaciones más jóvenes para futuras interacciones.
La sexta fase, en 2016, se centró en la diplomacia económica y de infraestructuras, y se presentó en la Sexta Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD VI), celebrada en Kenia. En su discurso, el primer ministro Abe afirmó: «Durante un periodo de tres años, de 2016 a 2018, Japón invertirá en el futuro de África mediante la aplicación de medidas centradas en el desarrollo de infraestructuras de calidad, la creación de sistemas sanitarios resistentes y el establecimiento de los cimientos de la paz y la estabilidad, por un importe aproximado de 30.000 millones de dólares en el marco de una asociación público-privada. Estas medidas están en consonancia con las áreas prioritarias de la Declaración de Nairobi e incluyen el desarrollo de recursos humanos para 10 millones de personas («Capacitación») haciendo uso de la fuerza de Japón («Calidad»)».Lo más destacado de este discurso fue que el PM Abe mencionó la Estrategia Indo-Pacífica Libre y Abierta de Japón.
La séptima fase fue cuando en el discurso político del primer ministro Shinzo Abe en la 196ª Sesión de la Dieta el 22 de enero de 2018 destacó la Estrategia Indo-Pacífica Libre y Abierta y opinó «Japón trabajará junto con los países con los que compartimos valores fundamentales como la libertad, la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho. Trabajaremos codo con codo con Estados Unidos, así como con Europa, los miembros de la ASEAN, Australia, la India y otros países para garantizar la paz y la prosperidad de esta región que se extiende desde Asia y la cuenca del Pacífico hasta el océano Índico». Además, opinó que «una vasta extensión de mar se extiende desde el Océano Pacífico hasta el Océano Índico. Desde la antigüedad, los pueblos de esta región han disfrutado de la riqueza y la prosperidad de esta gran masa de agua libre. La libertad de navegación y el imperio de la ley son sus cimientos. Debemos garantizar que estas aguas sean un bien público que aporte paz y prosperidad a todos los pueblos sin discriminación en el futuro. Para ello, promoveremos la Free and Open Indo-Pacific Strategy».
La fase actual abarca de 2019 a 2021 y analiza los compromisos de Japón. El Libro Blanco de la Defensa de Japón 2020 se centró en gran medida en China como una amenaza importante y el Libro Blanco de la Defensa de 2021 se centró en la cuestión de Taiwán con el apoyo de Estados Unidos.
Japón ha participado en varios ejercicios combinados como el MALABAR y ha prestado ayuda y asistencia militar a otros países. Además, está invirtiendo en infraestructuras portuarias y en islas de ultramar como las de Andaman y Nicobar.
La ciencia y la tecnología se han tomado en serio, especialmente la ciberseguridad, ya que Japón se enfrenta a múltiples ciberataques de China y Rusia. La Inteligencia Artificial (IA) y el Internet de las cosas (IoT) se trabajan ampliamente en Japón y con otros países.
Se trabaja en criptografía y equipamiento militar. La robótica también está cobrando más importancia y se pueden ver múltiples muestras de robótica en las tiendas de Tokio en Shibuya y Giza.
Japón también se ha interesado por el ciberespacio, el espacio exterior y los campos electromagnéticos y trabaja con India en ello (recientemente se ha firmado un MoU). La gestión de catástrofes con la ayuda de las fuerzas de autodefensa y los guardacostas para las alertas de tsunamis y terremotos también está en auge.
Ha adoptado un mayor compromiso en la reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de la QUAD y de la ASEAN, y ha entablado conversaciones con Rusia sobre las islas Kuriles para, al menos, iniciar un compromiso y contrarrestar a China. Diplomacia médica en los tiempos de la COVID, donde Japón envió suministros a muchos países como la India. Japón tuvo éxito en la organización de los Juegos Olímpicos.
Recomendaciones para la futura posición proactiva de Japón: Global, regional y doméstica:
Hay que reevaluar la política y el presupuesto de defensa.
La diplomacia médica debe adquirir mayor importancia, hay que crear una política orientada a las vacunas.
Hay que resolver el problema de los secuestrados.
La política de Japón hacia China debe ser tratada con más pragmatismo.
Las relaciones entre India y Japón deben trabajar en la dirección de una mayor asociación militar y centrarse en las políticas oceánicas. India y Japón deben centrarse más en África y América Latina.
Las relaciones de defensa de Japón deben reforzarse aún más con las naciones de la ASEAN e India también debe desempeñar un papel más importante. Japón debe buscar formas de reducir la dependencia de Estados Unidos.
La política japonesa sobre el Mar de China Meridional debe seguir desarrollándose. Hay que seguir reforzando la Estrategia Indo-Pacífica. La Cuadrilateral debe formalizarse más.
Una vez finalizada la COVID-19, Japón debe encontrar la forma de equilibrar el gasto fijo y los ingresos fiscales para hacer frente a la recuperación económica del país. Hay que estudiar el crecimiento económico, la deuda y la regeneración del empleo.
El sistema de seguridad social orientado a todas las generaciones, la reforma de la sanidad, la cuestión del descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población deben ser revisados especialmente en los tiempos actuales.
Japón acaba de iniciar la digitalización, por lo que deberá acelerar el proceso.
Hay que centrarse en el crecimiento, especialmente en las exportaciones, y tener en cuenta el coste de producción.
Las políticas de gestión de catástrofes deben reforzarse aún más, ya que las catástrofes son cada vez más graves.
Fte. Modern Diplomacy