En la mañana de este sábado 14 de octubre, el ataque a Israel del Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS), desde el pasado día 7 hasta hoy, ha producido más de 1300 víctimas mortales israelíes y el número de heridos pasa de los 3000. Mientras tanto la cifra de palestinos muertos a causa de los bombardeos de las Fuerzas Armadas israelíes contra la Franja de Gaza ha ascendido a 2215, según ha confirmado el Ministerio de Salud palestino que sitúan en algo más de 8.700 los heridos en el enclave.
De acuerdo con las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) Hamás se está preparando para una guerra larga ante el ritmo lento con el que se están lanzando los cohetes desde la Franja de Gaza en los últimos días. Esta declaración parece coherente con los objetivos que persigue el grupo armado palestino en el sentido de que pretende que este ataque produzca la máxima difusión durante el mayor tiempo posible en la comunidad internacional.
Lo primero que se nos ocurre es que esta operación terrorista ha sacudido, de nuevo, el inestable laberinto de Oriente Medio, inundado por una multitud de conflictos, unos vivos y otros durmientes, ya que tanto el ataque de Hamás como la respuesta israelí despierta rencores, aversiones, rabias, odios y todo tipo de resentimientos entre gran parte de los miembros de las distintas sociedades que pueblan la región.
Esta operación “Tormenta de Al-Aqsa” realizada por Hamás contra Israel da lugar a muchos interrogantes. ¿Cuál es el objetivo real de la operación? ¿Quién o quiénes han financiado la enorme logística necesaria, así como quién o quiénes la han preparado teniendo en cuenta que el grupo islámico no tiene las capacidades suficientes para planificar esta operación militar tan compleja? ¿Qué ha pasado con el sistema de los servicios de inteligencia israelí considerado uno de los mejores del mundo para que no haya previsto este ataque terrorista?
Estas son solo algunas de las cuestiones que nos podemos hacer en estos momentos hasta que se vaya conociendo poco a poco lo que realmente ha sucedido antes y durante este ataque terrorista con independencia de quiénes son los actores estatales y no estatales que se benefician de esta operación ya sea a nivel regional o ya sea en el horizonte internacional.
En primer lugar, el objetivo de la operación yihadista consiste en reiterar su reclamación de que debe existir el Estado de Palestina junto al de Israel, tal como se ha declarado en la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas, de 29 noviembre de 1947, dar a conocer a la comunidad internacional las míseras condiciones existentes en la Franja de Gaza al mismo tiempo que pretende abortar los Acuerdos de Abraham de 2020 además de impedir el previsible Acuerdo que se está negociando entre Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí.
La idea de una solución de dos estados, con un estado palestino soberano junto a Israel y con Jerusalén como capital compartida, ha sido y sigue siendo la piedra angular de décadas de diplomacia internacional destinada a poner fin al conflicto palestino-israelí. De hecho, es la solución que apoya la actual Administración estadounidense.
En relación con los actores que han proporcionado recursos financieros así como apoyo económico, militar y tecnológico, y con independencia de que uno de los donantes y aliados extranjeros más importantes de Hamás es Qatar, todos los indicios apuntan a Irán no solo porque es el principal enemigo de Israel en la región sino también por controlar varias milicias armadas en varios países árabes vecinos de Israel, como Hezbolá en Líbano, y estar en contra de que las monarquías árabes formalicen relaciones con Israel e inicien tratados comerciales y armamentísticos. Nadie duda de que Rusia está detrás de esta operación sin descartar a China.
En cuanto a la actuación de los servicios de inteligencia israelí, y a salvo de que más adelante se conocerá lo que pasó verdaderamente, existen diferentes versiones de su fracaso. Una de ellas es que nunca pensaron que Hamás hiciera un ataque porque suponían que no tenía capacidades, mientras que estaban más preocupados por la amenaza que presentaba Hezbolá en el norte. Otra abunda en que los israelíes fueron engañados por la milicia armada, dando la impresión de que no estaban dispuestos a entrar en un enfrentamiento con Israel en ningún caso. En resumen, un exceso de confianza inconcebible.
En el equilibrio estratégico de Oriente Medio, el ataque islámico a Israel junto a la previsible respuesta militar sionista beneficia a los 21 países de la Liga Árabe, con la excepción de Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán que han reconocido al Estado de Israel. También favorece a actores no estatales como las milicias de Hezbolá y de la Yihad Islámica Palestina.
Desde el punto de vista geopolítico mundial, esta operación de Hamás favorece, principalmente, a Irán y a Rusia. Y en una segunda derivada a China. A Irán porque pone en cuestión los Acuerdo de Abraham de 2020 y elimina el previsto Acuerdo entre Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita; a Rusia porque abre un nuevo frente bélico que debilita el esfuerzo estadounidense en el apoyo a Ucrania; y a China debido a que cualquier acción contra el país del Mississippi le beneficia, especialmente mirando a Taiwán. El gran perjudicado es Estados Unidos que debe hacer frente a tres escenarios conflictivos simultáneamente.
No cabe duda de que la actual situación bélica en Oriente Medio repercute fuertemente en la estabilidad internacional, incrementando el desorden que actualmente está sufriendo la comunidad global donde existe una competencia geoestratégica entre grandes poderes y potencias emergentes deseosas de tener más protagonismo mundial que afecta gravemente a la seguridad planetaria.
Y el previsto ataque de Israel va a producir un alto número de bajas, toda vez que se actuará en una guerra urbana, cruel y sangrienta donde probablemente tendrán un gran protagonismo las armas individuales, la lucha cuerpo a cuerpo, los campos de minas y las minas trampa, desplegadas en el gran número de peligrosas túneles y galerías que han establecido los islamistas con la ventaja de que los conocen perfectamente.
La cobertura mediática de esta ofensiva, de muy difícil control, tendrá una enorme difusión internacional. El presidente israelí, Isaac Herzog, asegura que están actuando según los estándares internacionales pese al indiscriminado bombardeo y el corte de suministros. La proporción de la respuesta y el respeto al derecho internacional debiera ser clave en el previsible ataque de Israel si realmente quiere ser un actor responsable y respetado por la comunidad mundial.
El ataque de Hamás a Israel pone a la comunidad internacional ante una nueva encrucijada conflictiva. Muchos actores internacionales, incluida la ONU, están intentando parar el conflicto palestino-israelí, pero desde posiciones muy distantes y contrapuestas lo que da lugar a que se acentúe el desorden mundial que estamos padeciendo cuando se debieran buscar posturas convergentes dejando para más adelante la solución de las divergentes.
En definitiva, la comunidad mundial internacional sigue polarizada en el enfrentamiento entre fuerzas geoestratégicas autoritarias y fuerzas geoestratégicas democráticas que no encuentran espacios de diálogo, de unión o de concurrencia. Parece ser el signo de los tiempos que nos toca vivir en este primer cuarto del siglo XXI.
GD (r) Jesús Argumosa Pila