El siglo XX fue un siglo de grandes acontecimientos y desarrollos en todos los ámbitos de la vida humana, marcado por las guerras más mortíferas, las armas más mortíferas y una interconexión sin precedentes. El poder destructivo de las bombas atómicas y la interconexión que transformó el mundo en una aldea global infundieron grandes confusiones a la sabiduría tradicional de la resolución de conflictos, que exigían nuevas soluciones. La globalización transformó el escenario tradicional de los conflictos: la guerra.
La guerra en el siglo XXI ha adquirido un carácter totalmente nuevo. El Estado, que antes era el Leviatán todopoderoso, ha perdido su monopolio sobre la violencia, su erosión del monopolio sobre la violencia de la globalización transformó el carácter de la guerra, ya que hoy no se libran entre Estados, sino que hay una red de actores, estatales y no estatales, que incluye mercenarios, empresas de seguridad privada, matones a sueldo, etc.
La globalización ha desencadenado una plétora de problemas al socavar la soberanía del Estado. La globalización, que se suponía que iba a fomentar la política cosmopolita y la cooperación, acabó creando más divisiones.
Mary Kaldore, profesora de la London School of Economics, es una de las especialistas que ha reconocido el impacto de la globalización en el carácter de la guerra. En su libro New and Old Wars: Organized Violence in a Global Era (Nuevas y viejas guerras: la violencia organizada en una era global), destaca este cambio en el carácter de la guerra y señala que las nuevas se diferencian de las antiguas por quiénes las libran, por qué se libran, cómo se financian y cómo se libran.
Las viejas guerras las libraban los Estados, las financiaban los Estados, se libraban con fines ideológicos y las batallas eran el carácter definitorio. Sin embargo, en las nuevas, los actores son redes de actores estatales y no estatales, que se financian en mayor medida de forma privada y el enfrentamiento directo entre fuerzas opuestas es poco frecuente.
Kaldor opina que esta transformación es consecuencia de la globalización y la desintegración del Estado. Junto con la globalización, el choque de adversarios simétricos puede destruir el mundo. La llegada de las armas nucleares ha cambiado la lógica militar tradicional. De hecho, cualquier guerra según la antigua lógica militar ya no es beneficiosa.
La guerra entre potencias nucleares no beneficiará a ninguna de las partes, porque los costes de dicha victoria anulan los beneficios que conlleva. Evitar la guerra directa sirve mejor a los intereses políticos que librar una.
Este cambio en la lógica militar es evidente por el cambio en las tácticas de las guerras de hoy en día, que se libran mediante tácticas de guerrilla y contrainsurgencia. En la mayoría de los conflictos participan un Estado y uno o más actores no estatales. Son batallas entre lobos y pastores en las que los lobos atacan al rebaño mientras los pastores intentan salvar a las ovejas.
Sin embargo, no es el cambio en la lógica militar y la innovación de nuevos tipos de armas lo que ha transformado el carácter de la guerra. Más bien la transformación en la política es el elemento que define este cambio. La política de las «nuevas guerras» es la política de la identidad, que es muy diferente de la política de las antiguas.
Las viejas guerras estaban impulsadas en gran medida por la política ideológica, mientras que las nuevas lo están totalmente por la política de la identidad.
En palabras del profesor Kaldor, «la política de identidad consiste en el derecho al poder en nombre de un grupo específico, mientras que la política ideológica consiste en ganar poder para llevar a cabo un programa ideológico concreto».
La globalización impulsó a los grupos a securitizar su identidad. Para estos actores, la guerra es un medio para mantener su identidad o reclamar tierras en nombre de esa identidad.
Otra dimensión de los problemas causados por la globalización para el concepto de guerra es la proliferación del capitalismo. Las ideas del capitalismo y del libre mercado motivaron a estos actores que vieron en la guerra un potencial de beneficio. Estos actores crearon empresas de seguridad privada y se pusieron a disposición del mejor postor.
Empresas como Titan y Blackwater maximizan los beneficios y su única motivación es la acumulación de riqueza. Estas organizaciones indujeron el concepto de guerra con más complejidades y la legitimidad de la violencia degeneró aún más. Todos estos acontecimientos subrayan la necesidad de una nueva conceptualización de la guerra.
Para abordar estas complejidades y sentar las bases para futuras exploraciones, Kaldor define la guerra como una «empresa mutua» en lugar de un «concurso de voluntades».
La razón ilustrada por Kaldor es que esta última hace de la eliminación del enemigo el objetivo último de la guerra, mientras que la primera sugiere que ambas partes están interesadas «en la empresa de la guerra, más que en ganar y perder con fines políticos y económicos».
Aunque es muy difícil discernir qué medios se emplean para qué fines, los prolongados conflictos en todo el mundo y la industria que estas guerras alimentan pintan una imagen diferente, una imagen muy cercana al concepto de guerra como empresa mutua más que como concurso de voluntades.
La guerra en la era nuclear, en la que la simetría de las capacidades conducirá, eventualmente, a la Mutual Assured Destruction (MAD), no puede tener el mismo carácter que antes. La humanidad, atemorizada por la destructividad de estas armas y obligada por su instinto natural de enfrentamiento, está tratando de combatir las nuevas guerras con nuevas armas según los viejos principios.
Mientras que esto es encomiable, no es práctico, ya que así se socava la capacidad de las nuevas armas al considerarlas un arma de guerra más. Los conceptos de guerra limitada muestran la apreciación de esta realidad. Su evolución política, tecnológica y económica pone de manifiesto la necesidad de evaluar las viejas ideas y fomenta la necesidad de nuevas ideas. Como dice el aforismo «los problemas modernos requieren soluciones modernas», las guerras de hoy son modernas y requieren soluciones modernas ya que las tradicionales no son lo suficientemente adecuadas.
Fte. Geostrategic Media
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