En Gaza, Hamás se ha replegado a sus 500 kilómetros de túneles. Les siguen bajo tierra las tropas israelíes de guerra de túneles Yahalom. La guerra de túneles no es nada nuevo y los israelíes llevan en ella tanto tiempo como sus enemigos de Gaza y Líbano. Israel ha desarrollado algunas nuevas tecnologías que incluyen taladros, sensores mejorados y equipos de visión nocturna, así como mejores comunicaciones por radio y otras herramientas electrónicas. Además, aprovecha el trabajo realizado por otras naciones interesadas en la guerra de túneles.
Hasta hace poco, la mayor investigación en tecnología de guerra de túneles lo llevaban a cabo Estados Unidos y Corea del Sur. Por ejemplo, desde 2019 ambos países han desarrollado conjuntamente el vehículo robótico 4×4 de propulsión eléctrica ATE (Autonomous Tunnel Exploitation) para explorar los túneles que Corea del Norte ha construido en abundancia para almacenar armas, trasladar tropas o conducir a instalaciones subterráneas de almacenamiento o fabricación de armas. Algunos de los sistemas de túneles norcoreanos son extensos y protegidos por cámaras de vigilancia y defensas controladas a distancia. Otros almacenan materiales peligrosos. El sistema de túneles de Hamás es muy similar. Debido a los rehenes que Hamás mantiene en los túneles, los especialistas israelíes en túneles no pueden volarlos todos.
El objetivo del vehículo ATE es explorar estos túneles de forma rápida, cuidadosa y precisa mediante una serie de sensores que detectan e identifican lo que hay debajo mientras crea un mapa en 3D del túnel o del sistema de túneles. El prototipo de ATE se probó recientemente en un túnel de prueba surcoreano de 1.500 metros que contenía muchas de las características de los túneles norcoreanos y de Hamás. El ATE funcionó bien y las pruebas continúan.
Los túneles militares se usaron mucho durante las guerras del siglo XX, desarrollando las tropas las técnicas para investigarlos, especialmente los que aparentemente no estaban ocupados por fuerzas hostiles, pero podían contener almacenes de armas, munición y otros suministros o civiles refugiados o retenidos como rehenes. Algunas tropas consiguieron explorar estos túneles y no morir. Eran las «ratas de túnel», que quedaron obsoletas con la introducción del PackBot en 2002 para la desactivación de bombas y su sustitución por un UGV (vehículo terrestre no tripulado) controlado a distancia.
En la década de 1990, el Ejército de Estados Unidos empezó a explorar el concepto de los pequeños UGV, pero no esperaba tenerlos en servicio hasta 2010 o más tarde. El 11 de septiembre de 2001 cambió todo eso. Un año después apareció PackBot. Más de 2.000 PackBots se emplearon en Irak, Afganistán y otros lugares durante la década siguiente y más de 5.000 se vendieron a militares, policías y personal de primera intervención durante el mismo periodo. A partir de 2023 se siguen fabricando PackBots actualizados para militares y desactivadores de bombas.
En 2011, el Ejército de Estados Unidos comenzó a emplear el SUGV (Small Unmanned Ground Vehicle). Se trataba de un UGV desarrollado por Teledyne con su colaboración, cuyo desarrollo duró más de seis años porque era difícil de seguir al PackBot. El SUGV también sigue en producción y sirve a los mismos mercados que el PackBot y a un número creciente de competidores.
En 2011, el Ejército de Estados Unidos recibió el modelo de producción de robots XM1216 SUGV. SUGV era el robot de infantería de nueva generación, que sustituía a los existentes como PackBot. Antes del 11 de septiembre de 2001, el Ejército no esperaba tener robots como PackBot o SUGV hasta 2013. Pero la tecnología ya estaba ahí, y la guerra creó una gran demanda. Los robots previstos para 2013 iban a formar parte de una nueva generación de equipos llamados FCS (Future Combat Systems). El SUGV se diseñó para usar equipos de comunicaciones y sensores FCS de alta tecnología y, al igual que el PackBot, usaba sistemas comerciales a la espera de las versiones más ambiciosas que el Ejército aún estaba desarrollando. A las tropas no les importaba, siempre que funcionara. Estos pequeños robots demostraron ser bastante resistentes, con tasa de operatividad del 90%.
El programa FCS, excesivamente ambicioso, caro y muy retrasado, se canceló dos años antes de que el SUGV estuviera listo, pero a las partes que tuvieron éxito, como el SUGV, se les permitió seguir avanzando. Para el SUGV fue todo un acontecimiento, porque la demanda de estos pequeños robots se desplomó con la ofensiva terrorista islámica en Irak en 2008. Sobraron drones para el servicio en Afganistán, donde los talibanes proporcionaron carga de trabajo mucho menor para los pequeños robots que en Irak.
El SUGV es un robot de 13 kg (29 libras), similar al Packbot, ligeramente más grande, puede transportar 3 kg de equipo y dispone de siete «paquetes de misión» diferentes y es impermeable y resistente a los golpes. Cabe en una mochila estándar del Ejército y está pensado para funcionar en entornos hostiles. El SUGV, que funciona con pilas, se maneja de forma inalámbrica o a través de un cable de fibra óptica, mediante un mando parecido al de un videojuego con pantalla de vídeo incorporada, puede usar mando de XBox 360, con los controladores adecuados. Al igual que PackBot, SUGV puede subir escaleras, maniobrar sobre escombros y otros terrenos desagradables.
El diseño del SUGV se basa en gran medida en los comentarios de las tropas de combate. Por ejemplo, es lo suficientemente robusto como para introducirlo rápidamente en una habitación o cueva, activarlo y empezar a enviar vídeo, además de audio, de lo que hay allí. Esta característica lo hace muy popular entre los combatientes, que quieren droides con la capacidad de ver, oír y oler más agudamente. A nadie le gusta ser el primero en adentrarse en lugares oscuros y potencialmente peligrosos. Lanzar una granada al principio no siempre funciona, porque a veces hay civiles. A pesar de todas estas buenas cualidades, la actual generación de robots no es lo bastante rápida, ágil o sensible para competir con las tropas humanas que realizan este tipo de trabajo, aunque a veces, sin embargo, los robots son el sustituto adecuado para salvar vidas. Se supone que el SUGV es mejor en este tipo de cosas.
El SUGV también puede realizar labores de puesto avanzado y de escucha, dos misiones peligrosas que la infantería prefiere dejar en manos de un robot. Los puestos avanzados están constituidos, como su nombre indica, uno o dos soldados atrincherados a unos cien metros de la posición principal para alertar de ataques enemigos. Los puestos de escucha son similares, pero suelen estar mucho más adentrados en territorio enemigo. La batería del SUGV le permite permanecer en un lugar, escuchando y observando, durante ocho horas o más. Después, se envía otro SUGV con batería nueva y se hace que el otro regrese para recargarse. No hay riesgo de que las tropas reciban fuego mientras hacen las mismas cosas. Una vez más, el problema con esto es que los sensores del robot no se han desarrollado completamente. Los sensores se están aproximando, pero no lo suficiente como para que las tropas confíen sus vidas a esta cosa.
Otras tareas peligrosas del SUGV son colocar explosivos junto a una puerta para que las tropas la abran, o colocar una granada de humo que impida que el enemigo vea moverse a las tropas. Desde que PackBot llegó a las tropas, estas llenaron los tablones de mensajes con los usos interesantes que han encontrado para estos robots, y nuevas funciones a las que podrían sacar partido. El SUGV es el resultado de todas esas conversaciones.
En 2012, el Departamento de Defensa poseía unos 6.000 pequeños robots. La mayoría de ellos en el Ejército, y algo más de la mitad se encontraban en zona de combate, pero habría muchos más si fueran un poco más pequeños y con sensores mejores. Esta es la razón por la que la infantería no los emplee de forma regular con éxito. Los antiguos Packbots de 19 kg (42 libras) y Talon de 50 kg (110 libras) estaban bien para hacer frente a las bombas de carretera, pero eran demasiado grandes y pesados para transportarlos fácilmente por el campo de batalla. Pero la mayoría de las tropas admitieron que, si los pequeños drones fueran un poco más pequeños y ligeros y proporcionaran mejor conocimiento de la situación, es decir, la capacidad de percibir lo que les rodea, serían más bienvenidos.
Decenas de miles de soldados tienen experiencia de combate con PackBot y Talon, al menos en labores de desactivación de bombas. Un número creciente de tropas ha empleado los pequeños robots para trabajos de seguridad y combate. El SUGV, más pequeño y compacto, demuestra lo rápido que pueden fabricarse nuevas generaciones de ellos. Se esperaba que para la década de 2020 hubiera varias generaciones nuevas, y sensores y software más potentes. El ATE es uno de estos futuros UGV.
Los drones nunca tendrán los mismos sentidos, como la vista, el oído, el olfato y las vibraciones, que los humanos, pero están adquiriendo sentidos similares lo suficientemente útiles. Cada vez son más potentes, y una nueva generación de software de análisis de datos hace posible que los drones del futuro próximo interpreten rápidamente lo que perciben y hagan saber a su operador, con rapidez, que hay algo ahí fuera, y aproximadamente dónde está. Con el tiempo, se esperaba que fueran capaces de girar sus sensores, como una cámara o un sensor térmico, para ofrecer al operador mejor percepción de lo que oyen o sienten. Se esperaba que el olfato tardara un poco más, y una versión de ello está presente con ATE. En la década de 2020 se esperaba que funcionaran por sí solos y respondieran a órdenes de voz. De nuevo, ATE implementó muchos de estos elementos. En última instancia, la infantería quiere drones pequeños a los que las fuerzas hostiles indetectables por el enemigo. Ese es el tipo de robot con el que las tropas quieren entrar en acción. En algún momento, las unidades de infantería los tendrán como parte de su equipo básico. Es esa esperanza la que ha mantenido en marcha proyectos como PackBot y SUGV y ha producido UGV más capaces como ATE.
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