A algunos les gusta crear charcos. Sienten una especie de horror ante el campo cuidado. El nuestro es la península Ibérica. Para cuidarla bien hay que conocerla mejor. Y a eso contribuye una forma de viajar que los profesores institucionistas descubrieron y aplicaron, desde 1880, con los objetivos de amar al país y formar el carácter de los “instruendos”. Un país que concebían como un continente, el ibérico, y que incluía tierras y hombres españoles y portugueses. Y que ellos exploraban en viajes de instrucción y convivencia, palabra que, exportada desde la península a otras lenguas, tiene un hondo calado. Por eso es tan importante entrenarla.
Y a ello se dedicaron, por ejemplo, los discípulos de Francisco Giner en excursiones, como la que en 1883 hicieron desde Madrid a Lisboa, pasando por León, Asturias y Galicia. Viaje que recordaban años después alumnos como Julián Besteiro, con añoranza, y Pedro Blanco, con saudade, pues no en vano esa experiencia le impulso a convertirse en estudioso de la cultura portuguesa, además de crear su familia en el país hermano. Al buen resultado del viaje contribuyeron profesores ovetenses como Builla y Sela, o vaqueros como Francisco de Mier “El Manco” de Ostón, o una pastora, de nombre desconocido, en Vegamaor. Y todos fueron necesarios para la aventura que supuso el viaje, ya fuera arrastrando el culo por las canales que desde Amuesa bajan al Cares, o hablando de política con “parçeiros” en Coimbra, o caminando desde Fierros hasta Busdongo en compañía de Aniceto Sela, pues entonces la rampa de Pajares aún estaba en construcción.
Precisamente del asunto de la comunicación peninsular por ferrocarril se sigue escribiendo ciento y pico años después. Aunque sea con titulares gruesos, que parecen ignorar el saber estar portugués, cuando rotulan: “Portugal acusa al gobierno español de tratar de imponer” – en este caso, el trazado del AVE de Lisboa a Madrid- “desoyendo su opción prioritaria de enlazar Porto- Vigo”.
Precisamente en favor de la convivencia, no conviene plantear las dos vías como alternativas. Ni mucho menos como un conflicto. En absoluto es así. Todo lo contrario. Ambas son de alto interés peninsular. Y, además, se integran, por lo que las dos conexiones se harán; otra cosa es cuándo.
La línea Lisboa –Madrid en tráfico de mercancías y pasajeros en alta velocidad está ya en marcha y es prioritaria. Es interesante para Portugal y para España, pues es muy posible que el puerto de Sines se convierta en una terminal de la Ruta de la Seda. Hay fuertes movimientos de inversión china en Portugal. Para esto, Sines compite con los de Algeciras y Tánger–Med. Así que ya veremos. Mientras tanto, Sines, como puerto atlántico de aguas profundas, situado a algo más de un centenar de km de Badajoz, es crítico también para España.
Lisboa –Madrid, en tráfico de pasajeros en alta velocidad es un proyecto ibérico y europeo, que solo necesitará algún tramo nuevo, pues muchos compartirán la misma infraestructura, que ya está en obras. Además, navega a favor de la corriente planificadora europea, pues una directiva comunitaria impulsa la sustitución del avión por el ferrocarril en itinerarios de menos de 500 km, además de que pretende unir con la alta velocidad ferroviaria todas las capitales europeas.
El eje Porto-Vigo no es alternativa a esto. Es un complemento. Porto es la segunda ciudad de Portugal. Para los del norte la primera; por apego, potencia e historia. Hay una tradicional competencia entre ambas. Porto tiene el puerto de Leixões, capacitado para comerciar con los exigentes estadounidenses, y un dinámico aeropuerto internacional. Con ellos, la ciudad se ha regenerado y amplía su irradiación y dinamismo: hacia el norte con Galicia, con la que la “Região Norte” estuvo en tratos de hacer una Euro-región; hacía el este con Castilla y León; y hacia el sur, por el denso cordón litoral portugués camino de Lisboa y Sines.
A Galicia hay una conexión ferroviaria por Viana, deficiente, pues se tarda dos horas y pico en llegar a Vigo. Es la misma línea que utilizaron nuestros excursionistas de 1883, si bien en Tuy aún no estaba hecho el puente internacional y debieron pasar en barcas a Valença do Minho. El proyecto que ahora auspicia el gobierno portugués plantea trazar la nueva línea por Braga, ciudad histórica, de íntima relación con Galicia, y cabecera de un área metropolitana propia, que así se soldaría con la de Porto, constituyendo un gran polo urbano en el norte. Sin embargo, Viana no quiere perder su conexión y se auguran problemas políticos regionales; no obstante, parece que se hará por Braga. Aunque su trazado no tiene por qué ser de alta velocidad. Bastará reducir el tiempo de viaje de Porto a Vigo a una hora. Con ello la inversión no será tan cuantiosa, y en Vigo la nueva línea se conectará con la red AVE ibérica. Después a través del “Eixo Atlántico” llegará a Ferrol; donde, precisamente, comienza el obsoleto y, sin embargo, necesario ferrocarril “estratégico” cantábrico, así concebido en origen, y hoy fragmentado en trozos de distinto nombre, pero de los cuales penden, en parte, los puertos, el transporte de viajeros metropolitano, y los polos logísticos de la fachada norte peninsular, que no quiere ser estación “terminus”, sino que la alcancen modernizadas líneas de comunicación. Y nada que embarre el campo con charcos estériles. Que para algunos ejercen la irresistible atracción del abismo.
Fermín Rodríguez Gutiérrez
Catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio
Universidad de Oviedo
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