Este fusil de cañón curvo fue una de las armas más extrañas de la Alemania nazi

Alemania tiene una larga tradición de diseños de armas innovadores. Esta reputación ha permitido que a menudo pasemos por alto sus creaciones más “creativas” pero menos geniales. La versión Krummlauf del StG 44 es una de ellas.

El Krummlauf es un accesorio de cañón doblado para el STG 44, al que a menudo se atribuye el mérito de ser el primer fusil de asalto. Se produjeron varias versiones, que intentaban añadir diferentes grados de curvatura al cañón; incluían cañones de 30, 45, 60 e incluso 90 grados. La de 30 grados fue el único modelo que se fabricó en grandes cantidades.

El Krummlauf surgió en 1944, cuando la guerra no iba bien para los alemanes. Estaban perdiendo y cada vez más desesperados, por lo que estaban dispuestos a probar cualquier cosa para obtener alguna ventaja en combate, y esta actitud produjo algunas tonterías.

Las versiones de infantería y blindados del Krummlauf

Las primeras versiones montaban un cañón de 20 mm acoplado al de 7,92mm. Tenían el ánima mucho más grande porque pensaban que la curva crearía demasiada fricción y tensión, lo que causaría resultados potencialmente devastadores. Sin embargo, los ingenieros pronto se dieron cuenta de que un cañón adecuado de 8 mm funcionaba mucho mejor.

El Krummlauf estaba disponible tanto para infantería como para blindados. Las de la infantería tenían un cañón de 30 grados, y las blindadas la versión más extrema de 90 grados. La idea detrás de la versión de infantería era que el soldado pudiera disparar por encima o alrededor de una cobertura sin exponerse al fuego enemigo.

Para la versión de infantería se fabricó una óptica de tipo periscopio que permitía apuntar el arma o, bueno, orientarla en la dirección correcta. En la versión blindada no había forma de apuntar, y su objetivo era ahuyentar a la infantería que se hubiera acercado demasiado.

Por qué fracasó el Krummlauf

El Krummlauf fue un proyecto desastroso y un grave despilfarro de los recursos nazis. Fracasó por tres razones.

En primer lugar, tener un cañón curvado crea una increíble cantidad de presión de gas. Los alemanes instalaron orificios de ventilación para ayudar a aliviar la presión, pero esto no hizo mucho para preservar la vida del cañón. Se informó de que los cañones sólo duraban unos 300 disparos. En comparación, la vida útil de un cañón moderno se mide en miles.

En segundo lugar, las balas del arma se rompían en la curva, como descubrió el Ejército estadounidense cuando se hizo con una Krummlauf y una STG 44 y las probó. Las balas rotas no tienen el mejor efecto terminal sobre el objetivo ni penetran a través de ningún tipo de cobertura, por lo que el resultado era un arma eficaz sólo a distancias extremadamente cortas.

En tercer lugar, el Krummlauf era muy impreciso. Aunque sólo estaba pensado para un uso a corta distancia, parecía tener más o menos el mismo potencial de precisión que una pistola de 9mm.

Si simplemente se tratara de vigilar un punto, el concepto podría funcionar. Pero durante un tiroteo a corta distancia, cuando las cosas se mueven rápidamente, apuntar con un periscopio y miras de hierro es increíblemente lento. Asomarse a una esquina puede exponerte un poco más, pero facilita a los tiradores enfrentarse a las amenazas.

El Krummlauf nunca debería haber salido de la fase de prototipo.

Fte. SANDBOXX