La Seguridad Nacional de Francia se funda en fomentar la consolidación de la Unión Europea(UE); sus documentos fundamentales lo afirman rotundamente, pues la frecuencia y el tono con que se refieren a estos aspectos son relevantes, por su impulso, importancia y grado de compromiso; esto es especialmente visible en todo lo que se refiere a la creación de una Defensa Europea, hoy por hoy resumido en los conceptos contenidos en la” Brújula Estratégica”, iniciativa obscurecida por la invasión de Rusia a Ucrania, y la guerra.
Sin embargo, este recorrido de reflexión galo, acompañado de escasas decisiones colectivas positivas, constituye un periodo de más de 70 años en los que la Unión Europea se ha convertido en una referencia, económica, social, judicial, medioambiental si se quiere, y en algunos casos policial, valiosa, y poco más en materia de soberanía. Francia ha impedido lo que ella sitúa en el frontispicio de su política, la capacidad de Defensa Multinacional de la UE, y ha ejercido una gran ambigüedad en política exterior, cuando la construcción de la unidad de los europeos colisionaba contra sus intereses autóctonos.
Esto sucedió en 1954, cuando la Asamblea Nacional francesa no admite la primera iniciativa, la Comunidad Europea de Defensa, propiciada por los galos, fundamentalmente, en 1952, posterior a la creación de la OTAN y la CECA, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, la incipiente CEE. Posteriormente apuesta por la UEO, la Unión de Europa Occidental, creada en las mismas fechas para controlar el desarme de Alemania y atraerla a Occidente, aspecto que después de ingresar aquel país en la OTAN volvía un tanto obsoleta esa organización; no obstante apuesta por ella, por lo atractivo y vinculante de su tratado, y convence a Alemania para su transformación, en un proceso que se conocerá como “revitalización de la UEO”, en el cual “embarca” al Ministro de Exteriores de la entonces RFA, Genscher; la creación del Centro de Situación de la UEO, hoy INTCENT del Alto representante de la UE, procede de esa iniciativa así como la del Centro de Satélites.
Desencantada Francia de esta solución, y reflexionando sobre las posibilidades de la CEE, todavía no convertida en UE, por sus capacidades reales de tipo económico, fundamentalmente, apuesta de nuevo por una CEE evolucionada, la futura UE, que por otra parte no tenía competencias sobre Defensa, cuando la industria armamentística gala es la más potente de Europa, y podría, dejémoslo ya claro, ser la base de una industria de la Europa de la Defensa, apoyada también en las prestaciones de las capacidades de su armamento nuclear.
Pero había que unificar Europa, aunque antes se producen incidentes, como el bloqueo inicial del entonces Presidente Mitterrand a la reunificación de Alemania, después del hundimiento de la Unión Soviética, aspecto que hace hipócrita el cruce de manos con el Canciller Kohl, verdadero artífice de la Reunificación, en aquella famosa fotografía que escenificaba la celebración periódica del Tratado Franco-Alemán.
También, en lo referente a España y a su ingreso en la CEE, la actuación de Francia, en defensa de sus intereses domésticos, en aquella época, no fue la de un verdadero socio de una Europa unida, sino la de un competidor que aprovechaba su situación de líder europeo para desmontar las capacidades españolas que pudieran hacerle sombra en el concierto internacional; muchas explotaciones agrícolas españolas fueron clausuradas, muchos miles de olivos y viñas arrancados, grandes cantidades de acero se dejaron de producir y nuestras mercancías hacia Europa sufrían el escarnio y pillaje de miembros de los sindicatos agrícolas franceses, en especial del entonces FNSEA, de tendencia “gaulista”. Por si fuera poco, la presión de ETA sobre los Gobiernos españoles de la época, y el santuario francés que ofrecía nuestro socio, hasta convertirlo, después de muchos asesinatos, en refugio, dieron excelentes oportunidades a los empresarios galos para instalarse en España.
Volviendo a lo colectivo, la UE precisaba de una Constitución pues en ella se definirían los intereses multinacionales, los derechos y deberes de los ciudadanos europeos, y como no, sus intereses vitales, algo primordial para erigir una Defensa Europea. Bajo el liderazgo de Valery Giscard D’Estaing, antiguo Presidente de la República gala, se elaboró un Proyecto de Constitución de la UE, que no fue respaldado por la Asamblea Nacional francesa, después de que algunos países, entre ellos España (Gobierno del Presidente R. Zapatero) la hubiera refrendado.
La UE no ha desempeñado, en todo este tiempo, una acción estratégica militar que pudiera calificarse de autónoma en cuanto a decisión, aunque ha organizado y participado en operaciones de apoyo a la paz y humanitarias significativas, también en el ámbito naval mediterráneo y contra la piratería en la embocadura del mar Rojo; sus famosos Battles Groups, decididos en la Cumbre de Lisboa, de donde procede el último tratado, en lo que se denominó Cooperación Reforzada Permanente, que hay cobra un nuevo impulso con la Brújula Estratégica, nunca fueron empleados.
En el ámbito de la actual Guerra entre Ucrania y Rusia, cuyos antecedentes de Georgia y Crimea, pero también de Chechenia, donde se pudo apreciar el talante de Putin, hacían presagiar lo peor, la UE, y Francia a la cabeza, no han sabido presagiar la baza de la energía utilizada como arma en un futuro conflicto, entre otras cosas porque Francia tenía su problema energético resuelto con sus 56 reactores nucleares, con las que exportaba, a bajo precio, electricidad a sus vecinos, entre ellos a España; ahora, en paro técnico la mitad de aquellas, sucede lo contrario.
El caso de la obstaculización gala a la prolongación en suelo francés del gasoducto MIDCAT, en estos momentos cruciales desestimado por Francia, pero siempre a debate, ante la intranquilidad de Alemania por sus desacertadas previsiones sobre Rusia en materia energética, es un dato significativo del valor de lo colectivo, para nuestro gran vecino y amigo, cuando sus intereses económicos y geopolíticos pueden sentir alguna merma; este caso de insolidaridad europea, acuciada en tiempo por la escasez energética futura, se ve potenciada por la determinación de un proyecto en el que España pudiera basarse también para convertirse en un polo energético para toda Europa, merced a sus capacidades de creación y exportación de energías limpias. Pero este concepto, de bloqueo de iniciativas españolas, no es único, existen antecedentes en materia ferroviaria (Alta Velocidad interrumpida y ralentizada, con solución a “calendas graecas”, interconexión en el Pirineo Central/Túnel de Canfranc bloqueado, etc.) que conforman una estrategia más que un mero incidente, aspecto que puede tener relación con el acceso, oportuno, de la enorme producción agrícola española por el Corredor Mediterráneo, en dirección al corazón de Europa.
En lo bilateral, las relaciones con Marruecos siempre fueron prioritarias para nuestro vecino del Norte y aliado, en especial sobre los desencuentros de España con su vecino del Sur, o en las políticas españolas sobre la colonia británica de Gibraltar, en donde las respuestas galas a su posible recuperación serían más que piadosas.
El reciente viaje del Presidente Macrón, para su encuentro con Xi Jinping, rodeado de una multitud de empresarios franceses, y sus comentarios sobre la autonomía estratégica de Europa en relación, supuestamente, con Estados Unidos y China, son del máximo interés sobre los intereses galos al respecto.
Si la Defensa Europea, que siempre ha propiciado Francia, debiera ser una prioridad, como se apunta en su Seguridad Nacional, parece inconveniente no priorizarla, ante sus políticas domésticas.
El cardenal Richelieu, bruñidor de Wesfalia después de Rocroi, dando fin a la potencia superior de la España de aquella época, no tuvo inconveniente en aliarse con los protestantes, siendo un gran prelado de la Iglesia Católica, con tal de lograr la grandeza de Francia, así lo hizo también Francisco I, con anterioridad, esta vez con los turcos, para oponerse a la política española de la época.
La pasada, pero reciente, visita a Argelia del Presidente francés, cierra un proceso de profundos desencuentros con su ex colonia, pero se produce en un momento de graves desajustes españoles con nuestro principal suministrador de gas; extraigamos las lecciones correspondientes.
RICARDO MARTINEZ ISIDORO
General de División. Rdo.
Antiguo Agregado del Ministerio de Defensa en Francia.
Miembro de AEME