Durante este primer cuarto de siglo estamos asistiendo a una competencia geoestratégica protagonizada por las grandes potencias y por las potencias emergentes materializada, fundamentalmente, en la capacidad de proyección de poder en tres dominios clave de la rivalidad geopolítica internacional, la economía, la dimensión militar y las nuevas tecnologías.
Es verdad que, en este primer cuarto del siglo XXI, existe una gran pugna entre los dos grandes superpoderes mundiales, Estados Unidos y China. Mientras que la capacidad de proyección económica mundial está liderada por China, especialmente con su iniciativa Belt and Road Initiative (BRC) que en sus 10 años de existencia ya ha invertido algo más de un billón de dólares, según el FMI, y la primacía de la capacidad de proyección militar a cualquier parte del mundo está en manos de Estados Unidos, la capacidad de proyección tecnológica de ambos actores está equilibrada.
Pero también es cierto que las grandes potencias y las potencias emergentes se encuentran en una competencia geoestratégica y geopolítica. Desde la Unión Europea, Rusia, India y Japón buscando un más alto rol internacional, hasta Brasil y México rivalizando en Iberoamérica, pasando por Egipto y Nigeria disputando su influencia en África; Turquía, Irán, Pakistán y Bangladesh queriendo aumentar su protagonismo en Oriente Medio y Suroeste de Asia; y Corea del Sur, Indonesia, Filipinas y Vietnam reclamando su posición en el Pacífico Occidental.
Las actuales guerras en Ucrania y en Gaza están repercutiendo en el nuevo orden de poder que se avecina, ahora caracterizado por la competencia geoestratégica y geopolítica señalada más arriba. Como se puede observar, de los 18 actores internacionales que se han mencionado anteriormente, más del 80% están involucrados o afectados con mayor o menor intensidad en una o en las dos guerras indicadas. De hecho, el resultado de estas dos guerras va a influir poderosamente en la nueva era geopolítica.
En esta competencia estratégica se incluye, de manera especial, al poder marítimo. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial (GMII) y hasta la caída de la antigua Unión Soviética (URSS) – a principios de los años 90 del siglo pasado -, en líneas generales, el dominio de los océanos ha pertenecido a Estados Unidos con algunas áreas marítimas específicas como el océano Glacial Ártico o el océano Atlántico Nororiental donde existía una rivalidad estratégica con la Unión Soviética. Estados Unidos actuaba como potencia marítima en tanto que la URSS operaba como potencia terrestre.
Sin embargo, desde la citada desaparición de la Unión Soviética, los océanos han sido enteramente dominados por los EEUU, al menos, hasta principios de los años 20 de este siglo. En la situación actual, y al hilo de la guerra en Gaza con los ataques de los hutis al transporte marítimo del comercio mundial, en el sur del Mar Rojo, aparecen algunas novedades de muy distinta consideración.
Por un lado, en el momento actual el 92% el transporte de los contenedores es llevado a cabo por firmas de cinco países asiáticos y europeos; el 93% de los barcos son construidos por China, Japón y Corea del Sur; y el 86% de los barcos son desguazados en Bangladesh, India y Pakistán. Por otro, la Armada estadounidense ha sido la que ha proporcionado y proporciona, casi monopolísticamente, seguridad marítima mundial con más de 280 buques de guerra y 340.000 marineros. (The Ecomist 13-01-24).
China, tradicionalmente un poder terrestre, se está transformando también en un poder marítimo buscando rivalizar, al menos en el Pacífico Occidental, con Estados Unidos como primer paso para más adelante ampliar su capacidad de proyección militar marítima a otras zonas del planeta. No olvidemos el despliegue de una base militar china en Yibuti y su participación en la construcción y mejora de infraestructuras portuarias en algo más de una treintena de países. No obstante, la capacidad china para proporcionar seguridad marítima al comercio aún está muy lejos.
En la otra parte, Estados Unidos continúa siendo un poder marítimo sin rival, a lo que se añade, como se ha dicho más arriba, disponer de una capacidad de proyección militar de fuerzas a cualquier parte del mundo superior a cualquier otro país. A mayor abundamiento, Estados Unidos tiene aproximadamente cerca de 800 bases militares desplegadas en unos 70 países lo que le proporciona una considerable ventaja estratégica militar ante sus principales rivales
Con independencia del reciente aumento de tensión entre Irán y Pakistán por ataques de ambos países contra grupos independentistas, Jaish al-Adl iraní ubicado en Pakistán y Frente de Liberación de Baluchistán pakistaní desplegado en Irán, en ambos lados de la región compartida de Baluchistán, que pudo ser controlada, el ataque con cuatro misiles iraníes Jeybar Shekan desde el Suroeste de Irán hasta objetivos de grupos terroristas o supuestos espías israelíes en el noroeste de Siria, en Idlib, a más de 1200 kilómetros de distancia, y más allá de territorio israelí, constituye un aviso importante para Israel de las capacidades iraníes en el lanzamiento de misiles.
En este marco inestable e incierto de la situación estratégica regional e internacional, la ecuación geopolítica de seguridad de la guerra en Gaza en el polvorín de Oriente Medio camina por la resolución de las siguientes incógnitas:
- Compromiso de un acuerdo de paz con el pleno compromiso de la comunidad internacional del establecimiento definitivo de dos Estados: Israel y Palestina. Incluiría un alto el fuego con la entrada de todo tipo de ayuda humanitaria y la liberación de todos los rehenes.
- Establecer un Estado democrático en Palestina a través de unas elecciones libres tuteladas y supervisadas por Naciones Unidas donde los palestinos puedan elegir libremente a sus gobernantes.
- Establecimiento de una coalición de naciones que estén dispuestas a comprometerse en la reconstrucción de Gaza, formada por fuerzas occidentales y fuerzas regionales en permanente diálogo con todos los palestinos, incluida la Autoridad Palestina.
Nadie duda de que los dos actores más importantes en la guerra en Gaza son Israel e Irán. Sus estrategias son totalmente distintas. Mientras Irán está operando con una estrategia de líneas exteriores a través de sus proxies por delegación, Israel actúa mediante una estrategia de líneas interiores, aunque en ocasiones no le queda más remedio que proyectarse fuera de su territorio. El mayor desgaste, tanto ante la comunidad internacional como en el campo militar, lo está sufriendo Israel.
Para resolver las tres incógnitas de la ecuación geopolítica señalada anteriormente, que evitan la aparición de cualquier escalada, resulta fundamental presionar a Israel y a Irán. El principal actor que puede influir sobre Israel es Estados Unidos ya que es el país que le proporciona todo tipo de ayuda ya sea financiera o militar. Sin embargo, también es preciso presionar a Irán que es el agente que ordena a las diferentes milicias proiraníes, sus proxis, atacar a Israel. Para ello, es imprescindible que lo haga la mayoría de la comunidad internacional, especialmente China dadas las excelentes relaciones chino-iraníes en el campo político, económico y comercial.
Resulta de importancia vital para la seguridad y estabilidad planetaria que se encuentre la solución a esta sangrienta y cruel guerra de Gaza ubicada en el gran dilema geopolítico de Oriente Medio, que está polarizando gravemente a la comunidad internacional en un momento en que se está viviendo un desorden mundial, cada vez más distinguido por sus mayores fricciones, de imprevisibles consecuencias.
GD (r) Jesús Argumosa Pila
Asociación Española de Militares Escritores