Elecciones en Turquía: Implicaciones y significado mundial: ¿Por qué las elecciones turcas son importantes para el mundo?

El 14 de mayo se celebran elecciones presidenciales y parlamentarias en Turquía, y muchos medios de comunicación internacionales ya han declarado que estas elecciones son las más importantes del mundo. Por ejemplo, The Washington Post apareció con el titular «Las elecciones más importantes del mundo en 2023 serán en Turquía» el 9 de enero de 2023. (1) El think tank británico Chatham House, por su parte, contó las elecciones en Turquía entre los «tres acontecimientos más importantes cuyos resultados se esperan en el mundo este año».

Esta semana, la revista The Economist ha declarado las elecciones del 14 de mayo en Turquía «las más importantes del mundo» y las ha convertido en tema de portada. (2) El semanario francés Le Point utilizó la frase «En vísperas de las elecciones, el mundo contiene la respiración» (À la veille des élections, le monde retient son souffle) para las elecciones turcas en portada. (3) ¿Por qué son tan importantes las elecciones en Turquía? ¿Por qué el cambio de presidente en Turquía preocupa tanto al mundo y especialmente a Occidente?

Turquía: un estado pivote

Como coinciden muchos expertos, Turquía es uno de los pocos «Estados pivote» del mundo. El término «Estado pivote» se refiere a una nación que posee activos estratégicos políticos, militares, económicos o ideológicos muy codiciados por las grandes potencias mundiales. Estos Estados se encuentran situados en la intersección de las esferas de interés de las grandes potencias y a menudo aprovechan sus activos estratégicos para mantener relaciones con múltiples grandes potencias, y en ocasiones incluso para enfrentar a unas contra otras, con el fin de salvaguardar sus propios intereses. Cualquier cambio significativo en sus alianzas o asociaciones puede tener importantes implicaciones en materia de seguridad para el equilibrio de poder entre los bloques y la política mundial.(4) Los Estados pivote siempre han sido importantes, pero en un periodo en el que el equilibrio de poder mundial ha pasado de la unipolaridad a la multipolaridad, las elecciones de Estados como Turquía son cada vez más significativas. Estados Unidos ya no es la única superpotencia mundial sin rival. Con el ascenso de China y el desafío planteado por países como Rusia, el liderazgo estadounidense es cada vez más controvertido. El equilibrio de poder mundial se está remodelando con nuevos elementos y, en un entorno tan incierto e inestable, la posición que Turquía adopte en según qué bloque adquiere más importancia que nunca.

Aunque las relaciones turco-occidentales han experimentado fluctuaciones, Turquía ha sido un miembro importante de la alianza occidental desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en la última década, la relación entre Occidente y Ankara se ha tensado. Recientemente, se ha afirmado con frecuencia que Turquía se está distanciando de Occidente y acercándose a Rusia cada día que pasa. A pesar de que Ankara niega rotundamente estas acusaciones, los profundos lazos diplomáticos y la retórica compartida entre Turquía y Rusia preocupan a las capitales occidentales. En los últimos 10 años, el Presidente turco Erdogan y el Presidente ruso Putin han mantenido más de 30 reuniones cara a cara, han participado en numerosas cumbres y han intercambiado quizás más de un centenar de llamadas telefónicas. Por el contrario, el número de reuniones presidenciales entre Estados Unidos y Turquía durante el mismo período siguió siendo significativamente bajo.

Tiene Turquía una alternativa a Occidente? Una pregunta planteada desde 2007

El título oficial de la reunión de tres días celebrada bajo la presidencia de Lord David Hugh Alexander Hannay en la Fundación Ditchley (Reino Unido) en enero de 2007, a la que fui invitado, era «Turquía: el camino hacia la adhesión a la UE». Aunque éste era el título oficial, el propósito secreto de la reunión era saber si Turquía tenía una alternativa a la que acudir en caso de quedar excluida de la Unión Europea. Todos los altos burócratas, diputados, directores de think tanks, embajadores y periodistas que conocí en la reunión me preguntaron si Turquía abandonaría o no el bloque occidental. Ya en 2007, las capitales occidentales expresaban su preocupación por la posibilidad de que se alejara de Occidente y se alineara con Rusia o en otra dirección.

Desde 2013, la política occidental turca ha experimentado un giro radical y, en particular, las relaciones entre Turquía y Estados Unidos se han deteriorado como nunca antes. Las amenazas y acusaciones mutuas entre ambos aliados han sido demasiado severas e inapropiadas. Turquía y Estados Unidos han adoptado posturas opuestas en una serie de cuestiones, desde Siria hasta Israel, y desde Egipto hasta Irán. Ankara ha acusado a los estadounidenses de apoyar a los terroristas del PKK en Siria, mientras que Estados Unidos se ha mostrado muy crítico con el Gobierno turco en cuestiones que van desde los derechos humanos hasta el trato a las minorías. La verdadera ruptura de relaciones se produjo tras el intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016, cuando la parte turca acusó a Estados Unidos de estar detrás del golpe. La no extradición del individuo acusado de ser el golpista, que residía en Estados Unidos, y la posterior detención y juicio de algunos ciudadanos estadounidenses en Turquía, eliminaron cualquier posibilidad de reconciliación entre las partes. A pesar de las advertencias de Estados Unidos, la decisión de Turquía de adquirir e instalar el sistema de defensa antimisiles S-400, de fabricación rusa, provocó su exclusión del proyecto del avión de combate F-35, de fabricación estadounidense.

La administración de Washington atribuye el problema al llamado islamismo del Gobierno turco y a su hostilidad hacia Occidente. De hecho, durante su campaña presidencial, Joe Biden se refirió al presidente turco como un «autócrata» en un discurso que pronunció para el New York Times. También indicó que, de ser elegido, apoyaría a la oposición y trabajaría para cambiar al presidente de Turquía. Sin duda, la declaración provocó fuertes reacciones en Turquía y se consideró una continuación de la política estadounidense de injerencia en los asuntos internos. El Gobierno turco sostiene que la raíz del problema está en la postura antiturca e islamófoba de Washington.

En pocas palabras, las relaciones entre Turquía y Estados Unidos y las relaciones entre Turquía y Occidente se encuentran en una situación abiertamente crítica. En este contexto, las elecciones del 14 de mayo han adquirido una importancia significativa para la posición global de Turquía.

Las principales capitales del mundo, de París a Washington, de Moscú a Pekín, se preguntan quién asumirá el poder en Ankara. La situación estratégica de Turquía siempre ha sido de suma importancia en la política mundial. Limita con varias regiones y tiene el potencial de influir en el equilibrio de poder en algunas de las geografías más críticas. Como nación con la costa más larga del Mar Negro, Turquía desempeña un papel fundamental en la guerra de Ucrania y en las relaciones entre Rusia y Occidente. Además, Turquía no es sólo un país de Oriente Medio, sino también de los Balcanes, el Cáucaso y el Mediterráneo oriental. Los estrechos de los Dardanelos y Estambul, que Turquía posee, son las únicas vías navegables que conectan los países de la cuenca del Mar Negro con el mundo. Turquía, que se encuentra entre las 20 mayores economías del mundo, tiene una gran importancia como miembro destacado del mundo islámico y líder natural del creciente mundo turco que se extiende desde Anatolia hasta el corazón de China. De ahí que ningún país pueda concebir y ejecutar una política en esta vasta región sin tenerla en cuenta.

¿Podrán las elecciones resolver los problemas?

Algunos comentaristas en las capitales occidentales sostienen que si se produce un cambio de gobierno en Ankara, se resolverían los problemas con Occidente. Mi perspectiva difiere, ya que creo que ciertas cuestiones se derivan de factores estructurales inherentes, que son independientes de cualquier alteración gubernamental. Un buen ejemplo de ello es la política kurda de Estados Unidos en Siria e Irak.

Aunque es previsible que un cambio de gobierno pueda aliviar las tensiones y brindar la oportunidad de renovar las relaciones entre Occidente y Ankara, hay que tener en cuenta que cualquier impacto positivo inicial puede ser efímero. Es probable que surjan nuevos retos y conflictos, incluso con un cambio de gobierno en Turquía.

¿Una nueva era?

Turquía debe fijar nuevos objetivos y esforzarse por obtener resultados positivos en sus relaciones con Occidente. Por otro lado, a pesar de que la aspiración de Turquía de unirse a la Unión Europea se remonta a 1959, la UE ha retrasado continuamente el proceso durante más de seis décadas. En los últimos 15 años, Turquía ha llegado a aceptar que sus perspectivas de que se le conceda la adhesión a la UE son escasas o nulas. A la luz de esto, Bruselas debería presentar nuevos compromisos y promesas a Turquía y proporcionar un calendario práctico para su realización. Si la UE no es capaz de ofrecer ninguna ayuda significativa a Turquía, no sería realista que ésta albergara grandes expectativas a cambio.

La relación de Turquía con Estados Unidos ha estado plagada de numerosos contratiempos y decepciones. Ambas partes son responsables de estos fracasos y errores. Por lo tanto, para mejorar las relaciones, es crucial que ambas partes se abstengan de atribuirse únicamente la culpa. En segundo lugar, si Washington valora su alianza con Turquía, debería ayudar a Ankara a cumplir sus requisitos de seguridad nacional. Aunque la adquisición por parte de Turquía del sistema de defensa ruso S-400 no fue un movimiento habitual por parte de un aliado, se vio impulsada por el fracaso a la hora de asegurar la venta de sistemas de misiles Patriot y los importantes obstáculos en la compra de jets F-16, lo que no dejó a Ankara otra opción que explorar otras alternativas.

Las próximas elecciones del 14 de mayo tendrán importantes consecuencias, no sólo para Turquía, sino también para la política mundial. El periodo posterior a las elecciones presenta una oportunidad única para que Occidente y Turquía reaviven su relación y empiecen de nuevo. A la inversa, Rusia y China observan de cerca el resultado de las elecciones, y sus políticas hacia Turquía verse influidas por cualquier cambio en el gobierno de Ankara.

Notas
(1) «The World’s Most Important Election in 2023 will be in Turkey», The Washington Post, 9 de enero de 2023.
(2) «If Turkey Sacks Its Strongman, Democrats Everywhere Should Take Heart», The Economist, 4 de mayo de 2023.
(3) «Erdogan : l’autre Poutine», Le Point, 4 de mayo de 2023.
(4) El concepto de Estado pivote fue introducido por primera vez por Mackinder en su obra seminal «The Geographical Pivot of History», publicada en 1904. Mackinder postuló que, debido a su ubicación estratégica, todos los Estados giran, en cierto sentido, en torno a un «Estado pivote» central. En su estudio, el término «pivote» se refería a una región, más que a un estado concreto, que en aquel momento estaba bajo el control de Rusia. Véase también: Halford John Mackinder, The Geographical Pivot of History, (Cosimo Classics, 2020); Tim Sweijs, Willem Theo Oosterveld, Emily Knowles y Menno Schellekens, Why are Pivot States so Pivotal? The Role of Pivot States in Regional and Global Security, (Centro de Estudios Estratégicos de La Haya, 2014); Emre Erşen y Seçkin Köstem, Turkey’s Pivot to Eurasia: Geopolitics and Foreign Policy in a Changing World Order, (Londres: Taylor & Francis, 2019).

Fte. Modern Diplomacy (Sedat Laciner)

Sedat Laciner es un académico y disidente turco que posee un máster por la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y un doctorado por el King’s College de Londres (Universidad de Londres). A lo largo de su carrera académica, ha publicado numerosos artículos académicos y libros sobre temas relacionados con las relaciones internacionales y la seguridad. También ha sido comentarista de política internacional en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales. Laciner ha impartido conferencias en varias universidades de Turquía y de otros países. Fue rector de la Universidad de Canakkale y presidente de la Organización Internacional de Investigación Estratégica (USAK), un grupo de reflexión centrado en cuestiones de seguridad internacional. Fue arrestado en 2016 y pasó casi siete años en prisión como parte de una represión más amplia de la disidencia y una violación de la libertad académica en Turquía. Antes de su detención, el profesor Sedat Laciner era un crítico declarado del gobierno y conocido por sus opiniones críticas sobre la política exterior turca y su defensa de una mayor democracia y de los derechos humanos en Turquía. Sedat Laciner fue elegido Joven Líder Mundial por el Foro Económico Mundial en 2006.