La semana pasada, la escena diplomática de Oriente Medio estuvo dominada por la gira regional del Secretario de Estado estadounidense Antony Blinken a Turquía, Jordania, Qatar, EAU, Arabia Saudí, Israel, Cisjordania y Egipto. El jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, también estuvo en la región al mismo tiempo que Blinken, señala M.K. Bhadrakumar, embajador indio y destacado observador internacional.
Los destinos de Borrell fueron Líbano y Arabia Saudí. Según el anuncio de la UE, la misión de Borrell «será una ocasión para debatir todos los aspectos de la situación en Gaza y sus alrededores, incluidas sus repercusiones en la región, especialmente la situación en la frontera entre Israel y el Líbano, así como la importancia de evitar una escalada regional y de mantener el flujo de ayuda humanitaria a la población civil».
En declaraciones a los medios de comunicación en Beirut, Borrell se mostró muy crítico con la guerra de Israel en Gaza y pidió una pausa «que podría convertirse en permanente». También afirmó: «Es imperativo evitar una escalada regional. Es absolutamente necesario evitar que Líbano se vea arrastrado a un conflicto regional». Borrell consideró que su misión consistía en hacer balance de la situación y «contribuir a una salida de la crisis».
Borrell se reunió con el Jefe de Misión y Comandante de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL), el General Aroldo Lázaro, compatriota español. De hecho, se ha hablado de desplegar una fuerza de mantenimiento de la paz en la frontera norte de Israel con Líbano.
Mientras tanto, Al Jazeera informó, citando una fuente gubernamental en Beirut, que Borrell también mantuvo una reunión no hecha pública con una delegación de Hezbolá encabezada por Mohammad Raad, miembro de la asamblea legislativa libanesa. Es posible que este fuera uno de los puntos clave de su itinerario en Beirut.
Mientras que Estados Unidos y varios países europeos, como Alemania, Reino Unido, República Checa y Austria, entre otros, consideran a Hezbolá una organización terrorista, la UE se limitó a añadir la denominada «rama militar» de Hezbolá a su lista de organizaciones terroristas, dejando la puerta abierta a interactuar con los dirigentes políticos del movimiento si fuera necesario.
La reunión de Borrell con la delegación de Hezbolá sólo se habría producido con el conocimiento de la administración Biden, lo que incluso podría estar proporcionando un leitmotiv pensable (y accionable) al viaje de Borrell a Líbano. La BBC también había informado hace una semana sobre contactos secretos entre Israel y Hezbolá.
En cualquier caso, por casualidad, Borrell se encontraba en Arabia Saudí cuando Blinken llegó allí, y ambos mantuvieron una reunión. Más tarde, en una declaración preparada para los medios de comunicación tras las conversaciones en Arabia Saudí con el ministro de Asuntos Exteriores, el príncipe Faisal, Borrell también adoptó una postura matizada respecto a Hamás, diciendo,
«Tenemos que poner fin a la matanza de civiles en Gaza. Tenemos que poner fin a este gran número de víctimas. Hay que erradicar a Hamás. Pero Hamás es una idea, representa una idea, y no se puede matar una idea. La única forma de matar una idea, una mala idea, es proponer una mejor, dar un horizonte al pueblo palestino, a su dignidad, a su libertad, a su seguridad, que tiene que ir de la mano de la seguridad de Israel».
Asimismo, Borrell y el Príncipe Faisal reavivaron el llamado Peace Day Effort, lanzado en septiembre del año pasado conjuntamente por la UE con Arabia Saudí, la Liga de Estados Árabes, Egipto y Jordania como iniciativa «para revitalizar el proceso de paz en Oriente Próximo».
Una declaración conjunta emitida en aquel momento al margen de la 78ª sesión de la Asamblea General de la ONU, en presencia de casi cincuenta Ministros de Asuntos Exteriores de todo el mundo, pretendía «elaborar un «paquete de apoyo a la paz» que maximice los dividendos de la paz para palestinos e israelíes una vez que alcancen un acuerdo de paz,… incentivando así los esfuerzos serios para alcanzarlo».
Como responsable de la política exterior de la UE, Borrell sorteó las turbulencias internacionales y las divisiones dentro del bloque de 28 miembros para unir más a Europa y convertirla en un peso pesado diplomático, pero con un éxito desigual. Por supuesto, Ucrania le aguó la fiesta. Palestina podría ser el último vals de Borrell.
Fte. Modern Diplomacy