Las principales empresas de la industria de defensa japonesa siguen retirándose del mercado, habiéndolo hecho desde 2003, más de 100. Por esta razón, el Ministerio de Defensa japonés ha solicitado en sus previsiones para el próximo ejercicio un presupuesto para el fomento de la industria de defensa nacional.
Para mantener y fortalecer la base tecnológica y de producción de defensa nacional, el Ministerio de Defensa investigará la introducción de un mecanismo para evaluar adecuadamente los costes y beneficios de las empresas, así como iniciativas relacionadas con el fortalecimiento de la ciberseguridad, la facilitación de la sucesión empresarial, la promoción de la transferencia de equipos de defensa, así como el mantenimiento y mejora de las tecnologías específicas de defensa.
Con el fin de aumentar las ventas de la industria de defensa, también se llevará a cabo un estudio de viabilidad de proyectos, en el que los sectores público y privado trabajarán juntos para identificar posibles necesidades en los países socios y proponer transferencias de equipos. Esta respuesta parece muy necesaria, dado el número de fabricantes que ya han abandonado el sector.
Shimadzu, fabricante de primer nivel de los principales equipos eléctricos de aeronaves y componentes para las Fuerzas de Autodefensa, se retira este año de la industria de defensa. La empresa produce un gran número de artículos, entre ellos equipos de aire acondicionado, pantallas de cabina y sistemas de control de vuelo para los aviones de carga C-2 y los de patrulla P-1. Del mismo modo, KYB (también conocida como Kayaba) anunció su retirada del negocio aeronáutico en febrero de este año. Los productos de la empresa incluyen actuadores, válvulas, ruedas y frenos para aviones. Ambas empresas desarrollan y suministran componentes para los aviones P-1, C-2 y US-2 de la Fuerza de Autodefensa Aérea de Japón (JASDF), así como para el caza F-15J de producción nacional bajo licencia.
El Ministerio de Defensa prevé un aumento de los costes de adquisición y explotación como consecuencia del mantenimiento de los aviones y de las modificaciones de las especificaciones derivadas de los cambios de proveedor.
En el sector de la aviación, Yokohama Rubber ya se retiró de los neumáticos para aviones de combate en 2009, y ese mismo año, Sumitomo Electric Industries dejó de desarrollar y producir radomos y depósitos de combustible para el Ministerio de Defensa tras el fin de la producción del avión de combate F-2. La empresa declaró que no participaría en ninguna producción nacional de aviones de combate bajo licencia en el futuro. En 2005, el gigante del vidrio AGC vendió su negocio de toldos para aviones a Fujiwara corporation, especialista en componentes para fuselajes. A continuación, en 2020, Daicel decidió retirarse de los negocios relacionados con la defensa, como los asientos eyectables y los explosivos, y Yokogawa Electric también vendió su negocio de pantallas LCD para aviones y tanques a Oki Electric en 2021.
La retirada de estos proveedores relacionados con la aviación ha arrojado una importante sombra sobre la próxima generación de aviones de combate, que están desarrollando conjuntamente el Reino Unido y Japón. Tampoco ayuda a Japón con respecto a los costes de compra y vuelo de los aviones. Tal y como están las cosas, los aviones de fabricación japonesa para la JASDF ya son muchas veces más caros de adquirir y mantener que los extranjeros comparables. Por ejemplo, el coste por hora de vuelo (CPFH) del Kawasaki C-2 de la JASDF es de aproximadamente 2,74 millones de yenes (18.710 dólares), mientras que el del C-130J de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) es aproximadamente 618.000 yenes (4.282 dólares) y el C-17 1,51 millones de yenes (10.457 dólares). Por tanto, el CPFH del C-2 es unas 4,4 veces superior al del C-130J, y 1,8 veces el del C-17.
La disparidad es quizás aún más evidente cuando se trata de CPFH por tonelada de carga útil. El C-2 de la JASDF, con su carga útil de 26 toneladas, cuesta 105.000 yenes (727 dólares) por tonelada de carga útil, lo que supone aproximadamente 3,5 veces más que el C-103J de la USAF, que cuesta 30.000 yenes (208 dólares) con su capacidad máxima de carga útil de 20 toneladas, y aproximadamente 5,3 veces más que el C-17 de la USAF, que cuesta 19.597 yenes (136 dólares) con su capacidad máxima de carga útil de 77 toneladas.
Esta tendencia continúa con un mayor coste del ciclo de vida (LCC) por avión. El LCC del C-2 de la JADSF es aproximadamente 63.500 millones de yenes (440 millones de dólares), frente a los 9.400 millones de yenes (65 millones de dólares) del C-130J de la USAF y los 34.900 millones de yenes (242 millones de dólares) del C-17. A medida que los fabricantes japoneses se retiren del sector de defensa, se espera que estos costes de adquisición y mantenimiento, ya de por sí elevados, aumenten aún más.
Fuera de la aviación, se han producido retiradas similares del sector. Komatsu decidió cesar el desarrollo y la producción de nuevos vehículos blindados en 2019. Poco después, a principios de 2021, se anunciaron otras dos retiradas de gran repercusión: Sumitomo Heavy Industries se retiró de la fabricación de ametralladoras y Mitsui E&S Holdings acordó vender su división de buques de guerra a Mitsubishi Heavy Industries.
Un problema clave es que las divisiones de defensa de los grandes fabricantes japoneses tienen bajas cifras de ventas, lo que significa que no pueden mantener su negocio si disminuye la escala de sus operaciones. Por este motivo, las empresas no rentables suelen venderse a otras compañías, pero también se dan muchos casos de empresas que cesan por completo sus operaciones. En este último caso, la reacción del Ministerio de Defensa japonés ha sido de alarma ya que, si no se hace algo para frenar el éxodo, ramas enteras de diseño y fabricación pueden marchitarse y desaparecer, dejando a Japón dependiente de las importaciones extranjeras.
Fte. European and Security Defense