El futuro del vínculo transatlántico

Defensa EuropeaEl vínculo transatlántico nace como consecuencia del Tratado de Washington de 1949 y supone el compromiso de Estados Unidos de implicarse en la seguridad de los socios europeos de la OTAN ante un ataque procedente de la URSS y sus aliados. Desaparecida la URSS, La Federación Rusa ha heredado su estrategia y ambiciones. y Europa, si bien sigue necesitando el apoyo nuclear de Estados Unidos, deberá implicarse más en su defensa convencional e incluso hacerlo por sí sola.

Para poder analizar el vínculo transatlántico y su futuro, es preciso hacer un poco de historia. Recordemos como al final de la Segunda Guerra Mundial, en mayo de 1945, Alemania es derrotada y los ejércitos rojos de la URSS invaden toda la Europa del Este, parte de Alemania y de su capital Berlín, con el beneplácito de los aliados. Pero una vez terminada la guerra, la Unión Soviética no sólo no retira sus fuerzas de esos países, sino que apoyada por los partidos comunistas locales promueve y apoya golpes de estado e instaura en ellos repúblicas soviéticas satélites.

En 1947, el miedo en el mundo libre es muy grande. Las divisiones soviéticas están en sus fronteras y en algunos países como Italia y Francia, los partidos comunistas tienen mucha fuerza e influencia pues han sido los que han contribuido de una forma importante, en la lucha para expulsar a los nazis, por lo que han adquirido prestigio en gran parte de la población. Los países libres están extenuados por la guerra y el miedo a ser también invadidos por el Ejército Rojo es cada vez mayor. En 1948 se produce el bloqueo de Berlín por parte de la URSS que pretende hacerse con el control total de la ciudad. Se ha abatido a una gran amenaza, como era el nazismo, pero se ha despertado y fortalecido a otra todavía mayor, el comunismo stalinista. En esas circunstancias, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Reino Unido y Francia firman el tratado de defensa mutua de Bruselas (UO) que dará origen al de la Unión Europea Occidental, UEO.

Pero la UEO no supone una disuasión suficiente ante la Unión soviética. Una vez más, por tercera vez en un siglo, las miradas se vuelven hacia Estados Unidos que por su parte están también preocupados con el auge del poderío soviético. Europa necesita a Estados Unidos si quiere hacer frente a la amenaza del Este, pero Estados Unidos también necesita a Europa como cliente comercial principal y no podría aceptar una Europa comunista. Por eso, Estados Unidos lleva a cabo dos decisiones importantes. Una el Plan Marshall de ayuda económica a la reconstrucción de Europa de 1948 y otra el Tratado de Washington de 4 de abril de 1949 o del Atlántico Norte. El primero va a permitir que la economía se reactive y América pueda seguir teniendo a Europa como su principal cliente y el segundo es un tratado de defensa colectiva por el que los Estados firmantes se comprometen a que una agresión a uno de ellos sea considerada como dirigida a todos ellos y por lo tanto adoptarán todas las medidas que juzguen necesarias, incluida el uso de la fuerza para restablecer la situación (Art 5). Lo firman los países de la UEO: Francia, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, más Estados Unidos y Canadá e invitan a Noruega, Dinamarca, Islandia, Italia y Portugal a unirse a ellos. Posteriormente, en 1952 se adhieren Turquía y Grecia, La República Federal de Alemania en 1955 y como veremos España en 1982. Sucesivamente se van incorporando más estados europeos, hasta llegar a los 32 de la actualidad.

En un principio, el tratado es simplemente político pero los acontecimientos de Corea y Praga, aconsejan implementarlo con una organización que garantice eficazmente la cláusula de defensa colectiva en caso de agresión a cualquiera de sus países. Surge así la OTAN u Organización del Tratado del Atlántico Norte y como parte de ella la estructura militar. Pero lo más importante es que se ha creado así, lo que se dará en llamar el Vínculo Transatlántico, es decir, el compromiso de Estados Unidos y Canadá con la seguridad de las naciones de Europa occidental.

Aunque la OTAN es una organización defensiva y por lo tanto no supone una amenaza para La Unión Soviética, ésta lo toma así y reacciona creando, con sus países satélites, el Pacto de Varsovia en mayo de 1955, cuyos medios militares se oponen a los de la OTAN. Como dijo Churchill, ha caído el telón de acero y ha comenzado la Guerra Fría, que durará hasta el derrumbe del muro de Berlín en noviembre de 1989, lo que supone la desintegración del Pacto de Varsovia y de la Propia Unión Soviética

Algunos analistas de ambos lados del Atlántico, creen entonces que debería ser también el final de la OTAN y del Vínculo Transatlántico, puesto que según ellos ha desaparecido la amenaza soviética en Europa. Es verdad que ya no existe la URSS, pero como no podía por menos de suceder, la Federación Rusa hereda el armamento y la estrategia de sus predecesores con la idea de conquistar y mantener un glacis que proteja sus fronteras occidentales, algo que a su vez heredaron de los zares. Por eso, aunque la mayoría de las naciones del Pacto de Varsovia lo abandonan y piden su ingreso en la OTAN, ante el temor de verse nuevamente invadidas, ahora por Rusia. Las naciones europeas siguen sin poder por sí solas garantizar su seguridad y siguen necesitando a Estados Unidos.

Por otra parte, los Estados Unidos también siguen necesitando a Europa. Desde un punto de vista comercial porque es uno de sus principales clientes, pero también como un freno al expansionismo ruso hacia occidente. Además, aunque la doctrina Monroe del “aislacionismo americano” hacia Europa sigue en vigor, para muchos ciudadanos americanos, no se puede olvidar que las ideas imperantes aquí son producto de las ideas de la Ilustración en Europa y existe por tanto una comunidad de ideas y sentimientos que hace que, como ocurrió en las dos guerras mundiales, a fin de cuentas, sigan ligados a Europa. Aunque después de la primera volvieron al aislacionismo, ahora han disminuido su presencia militar aquí, pero no pueden, por el momento, abandonar totalmente este territorio.

Actualmente no solo existe la amenaza de Rusia en Europa, sino que ahora la OTAN debe mirar en 360º y el conflicto puede surgir en un escenario alejado, bien para una operación de gestión de crisis o de mantenimiento de la paz o humanitaria o incluso para un conflicto de tipo convencional de alta intensidad. Algo que, sin los Estados Unidas con su capacidad de transporte y armamento estratégico, e inteligencia sería imposible llevar a cabo. Finalmente, sólo los Estados Unidos pueden proporcionar a Europa una capacidad de disuasión nuclear adecuada, ante la Rusia de Putin que ya ha recordado que está dispuesta a emplear su armamento nuclear en caso que considere, con razón o sin ella, que existe una amenaza existencial para ella.

Es cierto que en América existe un cierto cansancio en mantener el apoyo a Europa, especialmente en lo referente a fuerzas convencionales pues, todavía se mantienen unidades en toda Europa dependientes del Mando Supremo Aliado y Americano en Europa (SHAPE) en Mons, Bélgica.

También debe tenerse en cuenta el desplazamiento del interés estratégico de Estados Unidos del Atlántico Norte y Europa al Indopacífico, lo que supone una disminución del esfuerzo dedicado al Atlántico en beneficio del Pacífico.

Últimamente se había perdido en la OTAN la sensación de una amenaza militar convencional en Europa, pero la agresión armada de Rusia a Ucrania ha vuelto a que tenga que ser reconsiderada y en las circunstancias actuales, los aliados europeos de la OTAN no pueden desentenderse y confiar en que América sea la que tenga que hacerle frente y por lo tanto mantenga permanentemente fuerzas en su territorio.  Tampoco se debe descartar una amenaza híbrida e incluso una amenaza nuclear y aquí si que es imprescindible la implicación de Estados Unidos.

Sin embargo, la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos, con su idea de liderazgo en Occidente por encima del consenso en la OTAN y el auge de los partidos nacionalistas y de ultraderecha en varias naciones del Este de Europa con el consiguiente acercamiento a la Rusia de Putin parece que nos llevan a una reconsideración del Vínculo Transatlántico. Los europeos deben abandonar la idea de una tutela permanente americana y reforzar su propia autonomía estratégica y operativa.

Por todo lo anterior parece que el Vínculo Transatlántico se mantendrá en los años venideros porque sigue interesando tanto a un lado como al otro del Atlántico, pero el esfuerzo militar disuasorio tendrá que variar. La disuasión nuclear, mediante el compromiso firme del empleo del arma nuclear en caso necesario, seguirá siendo responsabilidad principal de Estados Unidos, pero la disuasión y defensa convencional en Europa tendrá que ser ejercida fundamentalmente por los europeos.

LUIS FELIU ORTEGA   Teniente General del Ejército (r)
Asociación Española de Militares Escritores