Estas frases del argot marinero, sirven para introducir el análisis de lo que ha supuesto la Acción del Estado en la Mar, desde que a finales de la década de los 80 se tomaron una serie de decisiones políticas basadas en criterios fuertemente ideologizados, que supusieron la puesta en marcha de un proceso ineficiente de “elefantiasis” de medios de superficie y aéreos para lo que esta Acción significa; proceso en el cuál todavía estamos inmersos – sin síntomas de reversión- pese a ser un Estado que tiene el triste privilegio de tener una Deuda Pública del 122% del PIB, al que se une un déficit anual permanente en los Presupuestos Generales del Estado, que de forma constante incrementa dicha deuda en lo que supone una verdadera estafa a las generaciones venideras, que nacen empobrecidas, con su vida hipotecada y con sus expectativas básicas limitadas por el pago de esta deuda, provocada por una clase política que aplica con estulticia el dicho de “pan para hoy y hambre para mañana”.
La expresión “A Rumbo” dicha por el timonel, significa que el buque está navegando con proa hacia un objetivo prefijado en el plan de navegación establecido por su comandante, una vez analizados todos los condicionantes que pueden afectar a la consecución del mismo.
La expresión “Al Garete” puede usarse como sinónimo de estar extraviado, perdido, sin rumbo, sin un plan definido.
Y el resultado de mi análisis – después de cincuenta años de experiencia en primera línea como sujeto activo en varias de estas actividades – es que el Estado está al “garete” en cuanto a lo que esta Acción en la mar se supone.
La Armada lleva desde 1990 perdiendo medios en cantidad y en operatividad, con sistemas de armas, embarcaciones y aeronaves alcanzando su obsolescencia sin que su relevo esté siquiera previsto, con presupuestos que no cubren las necesidades de mantenimiento y operatividad de la fuerza, que se mantiene a duras penas mediante el esfuerzo del personal.
Y que, cuando estamos en un siglo que se declara eminentemente marítimo en cuanto a la defensa de los intereses españoles, el reparto de los presupuestos militares, ya de por si insuficientes para las necesidades de nuestra Defensa Nacional, mantiene la “proporción aurea” de 3,7/1/1 – ET/AR/EA -(https://armada.defensa.gob.es/archivo/rgm/2018/10/rgm102018cap09.pdf), lo que hace que tengamos unas Fuerzas Armadas desequilibradas, ante los retos y amenazas actuales y futuras.
Mientras tanto, existen otros Organismos, que han ido (y siguen) creciendo desde 1990 de forma descoordinada e ineficiente, con misiones específicas y limitadas, duplicadas en algún caso, con escasa permanencia en la mar, con inversiones que son dadas de baja cuando aún les queda vida operativa, en lo que supone un claro ejemplo de gestión ineficiente, ineficaz y antieconómica, en vez de dotarnos de un único servicio multifunción, que asuma las responsabilidades y misiones de todos estos organismos que desaparecerían. https://www.defensa.com/en-abierto/estado-mar-hidra-seis-cabezas.
En España necesitamos un cambio radical de paradigma, dado que solo hablamos de la mar cuando tenemos un problema y, tan pronto como este desaparece de los medios de comunicación, la preocupación por lo que en ella acontece, su problemática y posibles enseñanzas y necesidades, también desaparece de la mente de nuestros ciudadanos y, lo que es mucho más grave, de la de nuestros gobernantes y políticos.
Así, temas largamente debatidos en distintos foros durante los momentos de crisis, como la necesidad de un mando único para dirigir la respuesta a una emergencia o el «excesivo» número de servicios de la administración que actúan en la mar, desaparecen también y con ellos, la necesaria reforma que, basada en estas “lecciones aprendidas”, haya que aplicar para conseguir que la «acción del Estado en la mar», sea más eficaz, operativa, capaz, con una mejor gestión de los recursos y una mejor defensa de los intereses nacionales.
Y ello, sólo puede venir de la creación de un servicio de guardacostas de formación naval y carácter militar, que sustituya a estos organismos existentes. Esa necesidad se evidencia ante el previsto incremento de las operaciones que tienen la mar como escenario y se ve reforzada por los cambios que se otean en el horizonte: episodios de guerra hibrida o de zona gris (jaulas instaladas por Marruecos en aguas de las islas Chafarinas), lo que abre una era de gran incertidumbre. Por añadidura, piénsese que la población en África se duplicará en 35 años, con el consiguiente incremento de los riesgos emergentes, como el terrorismo islámico o los tráficos ilícitos, drogas, armas o personas, cuestiones que se agravaran de forma exponencial si aumenta la actual tensión entre Argelia o Marruecos, o estos países entran en una situación de inestabilidad interna.
Todo ello obliga a reforzar nuestras fronteras marítimas y ese refuerzo solo puede venir de la mano de un Guardacostas, creado a imagen y semejanza de la Armada. Un modelo reducido y adaptado a sus competencias, pero con mentalidad, conocimientos, organización, procedimientos, cultura naval y estándares similares. Homogeneidad que facilitaría su puesta en marcha, mejoraría su eficacia y capacidad, facilitando la colaboración con la Armada en situaciones de grave crisis en la mar y teniendo garantizado el «mando único» ante cualquier emergencia o situación de crisis que se presente en nuestras aguas.
Con ello, España podría aplicar en la mar una estrategia de “Tres Instituciones”: la Armada con su Infantería de Marina y el Guardacostas.
Con ella, la “Acción del Estado en la mar” dejaría de estar al garete y se pondría “A RUMBO” hacia el objetivo prioritario de la Defensa Nacional en aguas de nuestro interés.
Fernando Novoa Sanjurjo
Capitán de Corbeta (R) CG.
Asociación Española de Militares Españoles