¿En qué se diferencia la guerra urbana en Ucrania, donde los adversarios son Estados-nación relativamente equilibrados, de las recientes batallas tipo Faluya o Mosul entre Estados y grupos armados no estatales?
Resulta útil comenzar con una lista de las características y desafíos únicos del combate urbano, como la que elaboré en un estudio de 2019 sobre la guerra urbana en la competición estratégica. En este estudio, una revisión de la doctrina conjunta/aliada, debates de expertos en la materia, estudios de casos históricos y casos hipotéticos sugirió que la mayoría de las características y desafíos presentes en las batallas históricas probablemente se intensifiquen en la competencia de grandes potencias (la «competencia estratégica» de hoy). También es probable que la competición estratégica aporte cuatro nuevas características y retos.
De hecho, en Ucrania hemos visto las ocho características y desafíos de la guerra urbana histórica identificados en el estudio de 2019. Por ejemplo, tanto las fuerzas ucranianas como las rusas se han visto limitadas por el terreno físico de las ciudades, una característica del combate urbano desde hace mucho tiempo. Las estructuras de gran altura han condicionado el armamento y los equipos que pueden emplearse, han exigido mando y control descentralizados y han generado bajas. Las otras siete características y retos de la guerra urbana histórica también están presentes, incluyendo la necesidad de la toma de decisiones rápida y descentralizada en condiciones de incertidumbre; los retos de la gestión de la información; la eficacia de la ISR, la selección de objetivos, y la logística y atención médica expedicionarias; y los elementos de la «Three-Blocks War» y las operaciones con gran empleo de efectivos humanos y operaciones estresantes.
Las cuatro nuevas características postuladas y los retos de la guerra urbana en la competición estratégica también se han observado en Ucrania.
En primer lugar, el simple hecho de llegar a la zona urbana de operaciones ha resultado difícil. A diferencia de la experiencia de Estados Unidos con entornos urbanos relativamente permisivos en Irak y Afganistán durante los últimos más de veinte años de operaciones de contrainsurgencia, e incluso la experiencia de Azerbaiyán en los combates sobre Shusha en 2020, Rusia ha tenido enormes dificultades para entrar en las zonas urbanas de Ucrania. Como resultado, han sufrido pérdidas inesperadas y han recurrido a tácticas de asedio en una ciudad tras otra de Ucrania.
En segundo lugar, en las batallas urbanas se han disputado múltiples dominios, como el aéreo, el terrestre y el subterráneo. Esto contrasta con ejemplos históricos destacados como el de Faluya en 2004 y los episodios más recientes de Mosul y Shusha, en los que la mayor parte del combate se concentró en el dominio terrestre.
En tercer lugar, las batallas urbanas en Ucrania han visto una mezcla más amplia de fuerzas regulares e irregulares con mejores capacidades que en décadas pasadas. Rusia ha empleado tropas regulares, reclutas, fuerzas indirectas, mercenarios como el Grupo Wagner e incluso sirios para llevar a cabo operaciones en zonas urbanas con escasa consideración por las vidas civiles o las infraestructuras. El resultado ha sido el alto nivel de bajas y destrucción. Desde el punto de vista del Ejército estadounidense, cabe esperar que la guerra urbana del futuro contraste con sus combates urbanos de los últimos veinte años, en los que las fuerzas enfrentadas recurrían en gran medida tácticas irregulares y disponían de capacidades de nivel inferior (por ejemplo, armas ligeras y de pequeño calibre). También cabe esperar que la guerra urbana en la competición estratégica implique a adversarios (como Rusia) que emplean reglas de enfrentamiento menos restrictivas que las fuerzas estadounidenses.
Por último, aunque en Mosul se disputó el espectro electrónico, Ucrania constituye el primer caso real en el que ambos bandos luchan realmente por el control del espectro en un combate urbano mediante interferencias, para poner en peligro las comunicaciones del otro bando y el funcionamiento de equipos como los drones.
Estas conclusiones implican tres lecciones principales para los responsables de la política de defensa y los planificadores de Estados Unidos y sus aliados y socios occidentales.
En primer lugar, está claro que la guerra urbana seguirá desempeñando un papel central en los conflictos armados (incluso cuando se enfrenten naciones-estado), por lo que tanto los responsables políticos como los planificadores deben tenerlo en cuenta a la hora de preparar las operaciones militares. Los analistas y observadores militares de las operaciones en Ucrania deberían centrarse en extraer lecciones de la guerra urbana, sobre todo en lo relativo a las implicaciones de las cuatro nuevas características y retos.
En segundo lugar, gran parte de la doctrina en la que se basan las operaciones urbanas del Ejército y el Cuerpo de Marines de EEUU está anticuada y no ha sido actualizada para incorporar el entorno operativo y las capacidades del adversario actuales. Los ejércitos deberían considerar la posibilidad de reescribir esta doctrina clave para reflejar lo que se ha observado en Ucrania, centrándose especialmente en las partes que son nuevas.
Por último, no basta con que el adiestramiento para operaciones urbanas en «ciudades MOUT» de arenisca de dos pisos en medio de la nada que intentan aproximarse a las ciudades y pueblos de Oriente Medio y Asia Meridional. En lugar de eso, estas fuerzas deben llevar a cabo un adiestramiento urbano realista, desplazándose a ciudades reales para realizar ejercicios y entrenamientos, como hizo recientemente la 31ª MEU en Oahu. Sólo así podrán aproximarse a lo que las fuerzas rusas y ucranianas están experimentando esta guerra y estar lo más preparadas posible para el probable combate urbano que se avecina en el futuro.
(Nota del T: La idea central de la Three-Block war es que las fuerzas lleven a cabo operaciones humanitarias, de mantenimiento de la paz/estabilización y de combate simultáneamente en tres manzanas distintas de la misma ciudad.)
Fte. Defense One (Dr. Sam Plapinger)
El Dr. Sam Plapinger es investigador científico en la CNA, una organización de investigación y análisis sin ánimo de lucro y no partidista de Arlington, Virginia, donde su trabajo se centra en la competición estratégica, la guerra irregular, el diseño de fuerzas, las operaciones de flota y las cuestiones de seguridad en Oriente Medio.