En julio concluyó en el Mar Negro la edición 2021 del ejercicio militar conjunto Sea Breeze. Este ejercicio, que comenzó el 28 de junio, fue coorganizado por la Armada ucraniana y la Sexta Flota de la Armada de Estados Unidos. Según ésta, el ejercicio anual consiste en adiestramientos y operaciones conjuntas navales, terrestres y aéreas centradas en la creación de mayores capacidades compartidas en el Mar Negro.
El Sea Breeze de este año contó con la participación de 32 países, incluidos los miembros de la OTAN y otros que limitan con el Mar Negro, lo que lo ha convertido en el mayor ejercicio de la serie, desde su creación en 1997. Todos los países ribereños del Mar Negro participaron, excepto Rusia.
La exclusión de Rusia de estos ejercicios no resulta extraña, debido a sus actuales tensiones con Ucrania y a su relación histórica con la OTAN. Sin embargo, señala a Moscú y al resto del mundo que la OTAN considera a Rusia como un oponente en un futuro conflicto.
En la ceremonia de apertura de Sea Breeze 2021 en Odessa, quedó claro que la intención del ejercicio era prepararse para un futuro conflicto en la región, cuando el Ministro de Defensa de Ucrania, informó que los simulacros «contienen un poderoso mensaje: el apoyo a la estabilidad y la paz en nuestra región».
Pero, estos ejercicios y provocaciones hacen cualquier cosa menos traer la paz y la estabilidad a la región. De hecho, acercan peligrosamente a Estados Unidos y a la OTAN al borde del conflicto con Rusia.
Aunque el Sea Breeze 2021 acaba de concluir, ya ha tenido un impacto notable en las tensiones entre los países de la OTAN y Moscú. El comandante de la Armada de Estados Unidos, Daniel Marzluff, explicó recientemente que los simulacros Sea Breeze en el Mar Negro son un elemento disuasorio esencial para las pretensiones rusas en la región. Sin embargo, estos simulacros han consistido en maniobras cada vez más provocadoras que en última instancia propician el conflicto en la región. De hecho, han servido de todo menos disuadir el conflicto en el Mar Negro. En respuesta a ellos, Rusia llevó a cabo sus propios ejercicios en el mismo mar Negro, incluyendo la simulación de lanzamiento de sistemas avanzados de misiles contra aviones enemigos.
Dado que el Mar Negro es de suma importancia para el comercio y la postura militar de Rusia, se deduce que ésta mostraría su rechazo si percibe que sus reivindicaciones se ven amenazadas.
Sea Breeze siguió a otro aumento de las tensiones en el Mar Negro, cuando justo una semana antes del comienzo del ejercicio se produjo un enfrentamiento entre Rusia y Gran Bretaña. En respuesta a la intromisión del buque destructor británico en aguas rusas, el HMS Defender, que patrullaba dentro de las aguas territoriales de Crimea, Rusia afirmó que realizó disparos de advertencia y ordenó a dos bombarderos que lanzaran bombas al paso del buque. Al ser preguntado, el presidente ruso, Vladimir Putin, describió las acciones del buque como una «provocación» que constituía una «flagrante violación» de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982. Putin también afirmó que Moscú cree que los aviones de reconocimiento de Estados Unidos también participaron en la operación. A pesar de ello, el primer ministro británico, Boris Johnson, respondió negando cualquier infracción.
Las acciones de Rusia ante las provocaciones del Sea Breeze, dirigido por Estados Unidos, y la interacción con el HMS Defender en el Mar Negro son una señal de su decisión de tomar represalias, si siente que se está cuestionando su soberanía y su reclamación territorial sobre Crimea. A pesar de que Rusia señaló su compromiso con la defensa de sus reclamaciones territoriales en el Mar Negro, Estados Unidos siguió adoptando voluntariamente acciones durante el Sea Breeze que le acercarían a un enfrentamiento con Rusia.
Provocar un conflicto en el Mar Negro no se ajusta a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. De hecho, sólo le sitúa en la posición de verse envuelto en un costoso enfrentamiento que sólo perjudicaría sus relaciones diplomáticas.
Como Rusia ha manifestado su determinación y el alcance de su respuesta militar en un posible conflicto, cualquier eventual enfrentamiento en el Mar Negro sería costoso para Estados Unidos. En los últimos años, Rusia ha aumentado el tamaño y las capacidades de su flota en el Mar Negro. Dos de estas mejoras supondrían una amenaza especialmente desafiante: la drástica mejora de las capacidades de antiacceso/denegación de área de Rusia y su nuevo misil de crucero hipersónico Tsirkon. Esto significaría que cualquier conflicto en el Mar Negro no sería una victoria rápida y decisiva para las fuerzas de EE.UU. y la OTAN, sino que probablemente se convertiría en algo costoso y extenso.
Un conflicto con Rusia en el Mar Negro no sólo sería costoso para Estados Unidos y sus aliados en la región, sino que podría dañar irremediablemente su frágil pero estratégicamente valiosa relación con Rusia. Si Estados Unidos sigue intensificando las tensiones en el Mar Negro, corre el riesgo de cerrar la limitada ventana de cooperación bilateral con Rusia que se abrió gracias a una mayor disposición a colaborar en áreas de interés común, tal y como se puso de manifiesto en la reciente cumbre que tuvo lugar en Ginebra.
Después de un periodo con los mayores niveles de tensión entre Estados Unidos y Rusia desde la Guerra Fría, este progreso hacia la mejora de las relaciones bilaterales no debe darse por sentado. Incluso si las maniobras de Estados Unidos y la OTAN en el Mar Negro no se materializan finalmente en un conflicto a gran escala con Rusia, lo más probable es que perjudiquen no sólo el reciente impulso diplomático, sino las futuras oportunidades de relación entre ambas potencias.
En un momento tan crítico para la relación entre ambos países, es contraproducente que Estados Unidos emprenda acciones que pueden suponer un alejamiento aún mayor de Rusia. Entrar en un conflicto en el Mar Negro no sólo implicaría a Estados Unidos en un costoso conflicto, sino que dañaría su seguridad y sus intereses diplomáticos.
Fte. Modern Diplomacy