Las ambiciones de operar una base industrial de defensa nacional altamente capacitada no son exclusivas de Turquía, de hecho, muchos estados ven esto como forma de obtener seguridad a través de la independencia.
Turquía se ha comprometido con este objetivo más que la mayoría de los países, al declarar su deseo de lograr la participación nacional en el 75% de todos los programas de adquisición de defensa para 2023, objetivo fijado antes de la invasión de Ucrania y antes de los elevados niveles de inflación actuales, dos factores clave para desear mayores niveles de producción nacional por razones que se expondrán más adelante.
En cambio, la cifra se esbozó en el Plan Estratégico 2019-2023, justo después de que el valor de la lira turca se desplomara frente al dólar estadounidense. Todavía no se han publicado las cifras oficiales, por lo que sigue sin estar claro si Turquía ha alcanzado el objetivo del 75%; sin embargo, los avances que Turquía ha realizado en el desarrollo de su industria ya están teniendo un impacto notable. El camino hacia este objetivo, los éxitos actuales derivados del plan y las repercusiones futuras se examinan a continuación.
Hay varias razones por las que Turquía se ha propuesto reforzar sus capacidades de producción de defensa autóctonas. Políticamente, la invasión de Ucrania ha supuesto una valiosa oportunidad que Turquía podría aprovechar. La ruptura entre Rusia y la OTAN ha creado un hueco en el mercado potencialmente muy lucrativo para Turquía. Es poco probable que Rusia pueda cumplir o completar sus contratos de defensa exterior en curso: los países que habían hecho pedidos a Rusia pueden recurrir a un país como Turquía para satisfacer sus necesidades.
Una industria de defensa fuerte que produzca plataformas y sistemas capaces podría generar enormes oportunidades económicas para Turquía. El valor de esto se ve aumentado por el pobre escenario económico de Turquía. La inflación galopante, el bajo rendimiento de la lira frente al dólar estadounidense (y la consiguiente falta de poder adquisitivo) y los elevados niveles de deuda pública han dejado a Turquía necesitada de un impulso financiero.
En 2022, las exportaciones turcas de defensa se valoraron en más de 4.000 millones de dólares, frente a los 3.100 millones de 2021. El crecimiento de este flujo de ingresos demuestra por qué Turquía está tan decidida a alcanzar sus objetivos de producción nacional de defensa.
Al fomentar un entorno industrial nacional saludable, Turquía está desarrollando plataformas de éxito que atraen a compradores extranjeros. Entre los ejemplos cabe destacar el TB2 Bayraktar, fabricado por la empresa turca Baykar, que ha sido elogiado tras su éxito en Ucrania. Baykar está desarrollando ahora un nuevo dron de combate aire-aire, el Kizilelma. La oferta turca en el mercado de los vehículos aéreos no tripulados (UAV) se perfila como un desafío para los actuales actores del mercado.
Más allá de las oportunidades económicas creadas por tener una fuerte oferta de exportación, una industria de defensa desarrollada puede tener repercusiones más profundas en Turquía. En junio de 2023 se celebrarán elecciones nacionales, en las que el país decidirá quién ocupará el cargo presidencial. Las preocupaciones en torno a la corrupción suscitan dudas sobre la legitimidad de los resultados, pero el presidente Erdogan seguirá buscando áreas de posible influencia en su campaña de reelección. Una industria nacional de defensa fuerte, que se ha desarrollado a buen ritmo en los últimos años, es un activo valioso para el gobierno actual, debido a su poder económico y político.
Durante el período 2019-2023, Turquía ha tenido un éxito significativo en sus objetivos de lograr la participación nacional en el 75% de todos los programas de adquisiciones de defensa para este año. Dado el impacto positivo de este esfuerzo, es probable que cualquier administración presidencial futura continúe invirtiendo y defendiendo la industria de defensa autóctona.
Fte. Airforce Technology