La incorporación de un contingente cifrado en unos 12000 soldados de Corea del Norte a las operaciones que la Federación Rusa lleva a cabo contra las fuerzas ucranianas en el contexto, al parecer, de la eliminación del saliente de Kursk en territorio ruso, supone graves connotaciones en varios niveles de análisis.
En primer lugar en el ámbito estratégico asiático, Corea del Norte sale de su aislamiento secular, después de las operaciones que se desarrollaron entre 1950-53, y “pone botas sobre el terreno” en Europa con el envío del equivalente al personal de una División, con varios Generales y más de trecientos Oficiales, aspecto que es una novedad estratégica notable.
Corea del Norte, siempre apoyada en el pasado por la Unión Soviética y China en su lucha contra Estados Unidos y Corea del Sur, estos últimos bajo el mandato de Naciones Unidas, ha intervenido indirectamente en la guerra ruso ucraniana ayudando a su socio ruso, después del encuentro con el Presidente Putin, en que sellaron un pacto de amistad y de defensa mutua; el envío de misiles, de munición de artillería , la gran carencia de esta guerra, y de drones, su gran novedad, ha reforzado las capacidades rusas en los frentes abiertos en Ucrania.
La salida de Corea del Norte de su” cápsula” asiática supone también, en cierta medida, la decisión de entrar en juego en otro teatro diferente al de su tradicional escenario de “último vestigio de la guerra fría”, acerrojado en la amenazadora frontera del Paralelo 38º, después del armisticio de Pannjunion; su acceso a la tecnología nuclear militar y a la conexa de misiles de largo alcance han servido para comunicar que “siempre está ahí”, aunque la amenaza haya sido dirigida sobre todo sobre el Mar del Japón, su histórico enemigo regional.
La posibilidad de que Corea del Sur, como reacción, apoye con material, inicialmente, a Ucrania representa un peligro latente de apertura del conflicto tradicional entre ambas Coreas, aunque sea de forma indirecta ya que se trata de un litigio no restañado definitivamente.
En el nivel operacional, la reacción esperada, el permiso norteamericano para usar los misiles de largo alcance, ATACAMS, que sigue al concedido anteriormente por Francia y Reino Unido para usar misiles tierra- tierra de alcance ampliado, no se ha hecho esperar evocando esa causa; subyace en este asunto la consideración de que los tres sistemas occidentales son de carácter táctico, de Teatro como se conocen vulgarmente, pues solo tienen incidencia en las campañas operacionales/tácticas de ambos contendientes.
Sin embargo la reacción de la Federación Rusa, respondiendo con el lanzamiento de un misil en el límite de los calificados como intermedios (entre 500 y 5000 kilómetros de alcance), y además de la categoría hipersónica, significa una escalada muy importante en la utilización de medios. Este lanzamiento viene a demostrar que Rusia conculcó, rozando su límite máximo, el Tratado INF, que prohibía este tipo de misiles, mientras concebía y desarrollaba el misil recientemente lanzado, aspecto que obligó a Estados Unidos a retirarse también del Tratado.
La entonces Unión Soviética, avanzados los años ochenta, desplegó los SS 20, misiles de alcance intermedio con capacidad nuclear, que desde sus bases móviles podían alcanzar cualquier país de Europa, incluida España, dando lugar a la crisis de los Euromisiles que obligó a Estados Unidos a plantear el despliegue de los Pershing II, operación que no llegó a ejecutarse por la decisión de la URSS de retirar dichos misiles y firmar el acuerdo INF.
Todo parece indicar, con este reciente lanzamiento, que Rusia vuelve a la misma idea de los ochenta, tener bajo su disuasión a los países europeos, habiendo vulnerado el Tratado aludido para ello, con subterfugios sobre su alcance. La situación ahora es más grave que la del final de la década de los ochenta, pues si de por sí los misiles de alcance intermedio son peligrosos por su reducido tiempo de vuelo, proporcional al tiempo de reacción del atacado, en este caso con su característica de hipersónico le hacen exponencialmente letal; además es portador de cabezas múltiples (MIRV) que indeterminan los puntos de caída.
Es patente que a la espera de la toma de posesión del Presidente Trump, no se tomará la decisión de desplegar misiles de alcance intermedio norteamericanos en Europa, aspecto que podría suponer otra vez las controversias estratégicas del pasado, pero hasta ese momento, o en una nueva ola descendente de desarme nuclear EEUU-Rusia, la situación de la disuasión nuclear euro atlántica está desequilibrada a favor de la Federación Rusa.
Si a eso unimos el apoyo, sin ambages, de Corea del Norte a Rusia, para paliar sus dificultades de personal, sin acudir a levas puramente rusas, el de Irán con drones y misiles, y el de China en tecnología y financiero, la situación mundial es más que inquietante, precisando una vuelta atrás que recupere la disuasión garante del no empleo de armamento nuclear y frene la actual escalada.
Ricardo Martínez Isidoro
General de División del ET, r
Presidente de la Asociación Española de Militares Escritores