El mes pasado, el consejero de Estado y ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, fue el anfitrión de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de China + Asia Central en la ciudad china de Xi’an. Se trata de la segunda reunión de este tipo, que se centra cada vez más (con Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Turkmenistán y Tayikistán) en cuestiones geopolíticas.
En términos más generales, la reunión señaló la despreocupación de China por lo que Rusia considera sus intereses económicos y políticos vitales en la región. El tema principal de la agenda fue Afganistán, ya que a China le preocupa la posible propagación a Asia Central y sus provincias orientales cuando las tropas estadounidenses y aliadas evacúen el país en septiembre.
Sin embargo, la cuestión más importante en el cambiante panorama geopolítico de Asia Central es la economía y el comercio, por lo que China prometió una serie de nuevos proyectos durante la reunión de Xi’an en cuanto a mayor cooperación en agricultura, sanidad y educación, comercio, energía, transporte e incluso arqueología.
Y lo que es más importante, China se comprometió a ayudar a Kirguistán a aliviar su deuda y le presionó para que aprobara un ferrocarril que uniera China con Uzbekistán. El proyecto, destinado a desempeñar un papel importante en la conexión de China con Oriente Medio y el Cáucaso meridional, ha sufrido constantes retrasos, en parte, debido a los problemas económicos y políticos de Kirguistán, aunque Rusia también es responsable en parte, ya que teme que el corredor desvíe una parte importante de la carga de tránsito de sus vías férreas.
En cualquier caso, la tendencia es clara: cada acuerdo económico hace que la región se acerque más a China.
China se ha dado cuenta de que las cumbres grandes y difíciles de manejar no suelen dar los resultados esperados, por lo que ahora favorece cada vez más las reuniones pequeñas. Hace lo mismo con otras regiones, incluido el sudeste asiático. Esto es mucho más eficiente y, como mayor potencia en la sala, puede dominar la agenda y los resultados.
Naturalmente, esta evolución tiene un efecto significativo sobre Rusia, el tradicional agente de poder en Asia Central, e invita a preguntarse si ha sido eclipsada, si bien no cabe duda de que mantiene una importante capacidad militar, recientemente mejorada, a través de sus bases en Tayikistán y Kirguistán, y una cooperación militar intermitente con los demás países de la región.
Rusia es también un poderoso actor económico: es un importante socio comercial para los cinco estados, una fuente vital de inversiones y una importante fuente de remesas de los trabajadores migrantes de Asia Central. Además, mantiene iniciativas conjuntas de seguridad y economía en la región, como la Unión Económica Euroasiática y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Por último, pero no por ello menos importante, la región está culturalmente cerca de Rusia porque emplea el ruso como lengua franca.
China ha apuntado a todas las esferas de influencia de Rusia, y sería sorprendente que estos acontecimientos no causaran agravios. Ciertamente, en Occidente se habla cada vez más de un inminente enfrentamiento geopolítico entre ambas partes en Asia Central.
La realidad, sin embargo, podría ser más matizada y el análisis una mera ilusión.
Para entender la naturaleza de la competencia entre China y Rusia en Asia Central es crucial examinar la evolución del orden mundial y lo que pretenden las potencias no liberales. Una de las peculiaridades del orden posliberal es la extrema regionalización de las zonas geopolíticamente sensibles. Las grandes potencias vecinas de la región buscan excluir a las terceras potencias. Rusia lo persigue con éxito en el sur del Cáucaso, donde, junto con Turquía y en parte Irán, busca desalojar a Occidente. Un proceso similar está en marcha en Siria y puede aplicarse al Mar de China Meridional, donde China trata de resolver los problemas territoriales directamente con sus vecinos sin la participación de Estados Unidos.
Las apariencias pueden ser engañosas. Rusia y China son competidores, pero es poco probable que se conviertan en rivales. Occidente debería reconsiderar algunos aspectos fundamentales de su pensamiento respecto a esta asociación con Asia Central, de forma que su compromiso con Asia Central podría ciertamente ayudar, y su ausencia simplemente entregaría Asia Central a las dos potencias.
La región necesita urgentemente un reequilibrio y un mayor margen de maniobra. Tanto Rusia como China son apreciadas y temidas en Asia Central. Sin embargo, la posición de Occidente será crítica, y debe formular una estrategia coherente para el compromiso económico y político con Asia Central, o quedarse fuera.
Fte. Modern Diplomacy