El Ártico implica los intereses de varios actores internacionales importantes, y el cambio climático, que hace necesaria la búsqueda de más recursos y aumenta la disponibilidad de los mismos en la región, hace que ésta sea más importante que nunca.
En este sentido, los Estados se dividen en «Estados árticos» y «Estados no árticos»; los primeros tienen soberanía territorial y jurisdicción sobre la región y los segundos no. No obstante, los Estados no árticos tienen ciertos derechos, como la libertad de navegación en las ZEE de los Estados árticos, tal y como otorga la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Xinmin, 2019).
Las partes de la región que no están bajo la soberanía de ningún estado se denominan «patrimonio común de la humanidad.» Debido a su atractivo, la región atrae a estados que no están en el Círculo Polar Ártico, siendo China uno de los más interesados. El interés de China por la región puede explicarse por la necesidad del país de disponer de más recursos. En primer lugar, es probable que surjan problemas de seguridad alimentaria en China en un futuro próximo, y haya que abordarlos. Los recursos pesqueros del Mar de la China Meridional han ido disminuyendo constantemente, y China debe reemplazarlos. En segundo lugar, China, que depende en gran medida de las fuentes de energía importadas, es consciente de la creciente hostilidad hacia ella y puede enfrentarse a un bloqueo de recursos energéticos vitales si la situación empeora. El acceso a más fuentes del Ártico puede ayudar a China a diversificar su riesgo (Francis, 2020).
Inicialmente, Estados Unidos, Canadá y Rusia consideraron el interés de China en la región como una amenaza para su soberanía territorial. China se unió al Consejo Ártico como observador tras reconocer oficialmente la soberanía territorial de los Estados árticos sobre la región (Consejo Ártico, 2021).
Los observadores tienen derechos limitados en comparación con los Estados miembros, que son todos Estados litorales. Los observadores, por ejemplo, no tienen derecho a voto y su participación en proyectos no siempre es posible (Ghattas, 2013). No obstante, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM) permite a China participar en los procesos de toma de decisiones en materia de pesca, concretamente en el límite de capturas (Francis, 2020). De hecho, China participó en el Acuerdo para Prevenir la Pesca en Alta Mar en el Océano Ártico Central para prohibir la pesca comercial durante 16 años en 2018 (Francis, 2020).
Además de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los tratados pertinentes incluyen la Carta de las Naciones Unidas, las normas de la Organización Marítima Internacional, los tratados medioambientales y las leyes nacionales de los Estados árticos (Xinmin, 2019).
En 2018, China publicó un Libro Blanco en el que exponía sus ambiciones en el Ártico. Según el éste, China es un participante activo en la gobernanza del Ártico y seguirá comprometida con todos los tratados y acuerdos pertinentes. De hecho, ha declarado de forma inequívoca que no tiene intención de desafiar a ningún Estado del Ártico y pretende cooperar en el uso pacífico de la región (Xinmin, 2019).
El Libro Blanco fue más memorable por la autodescripción de China como un estado «cercano al Ártico», haciendo hincapié en su proximidad geográfica al Círculo Polar Ártico. Puede implicar que China se asocie a una nueva categoría que podría usarse para legitimar sus acciones en la región. Sin embargo, el ex secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, criticó esta declaración, afirmando que sólo había Estados árticos y no árticos, lo que implicaba que la categoría de «cercano al Ártico» no existía y no daba a China ningún derecho especial.
Aunque otros estados del Ártico no respondieron positivamente a la declaración, varios de ellos, como Canadá y Rusia, indicaron su voluntad de cooperar con China y aceptar eventualmente sus inversiones, pues China está dispuesta a invertir en la extracción de recursos naturales, la investigación científica y las infraestructuras. Por el momento, ya ha invertido más de 90.000 millones de dólares, y uno de sus principales proyectos es la «Ruta de la Seda Polar», una extensión de la BRI.
Hasta ahora, China no ha cometido ninguna violación grave de la ley en el Ártico. Sin embargo, los expertos están divididos sobre si violará el derecho internacional en el Ártico. Uno de los argumentos es que es probable que viole la ley porque ya lo ha hecho en numerosos casos, incluido el conflicto del Mar de China Meridional.
A pesar de que Naciones Unidas ha calificado de agresivas las acciones de China en el Mar de la China Meridional, ésta ha ignorado en gran medida las críticas. (Francis, 2020). Por lo tanto, los partidarios del primer argumento creen que no habrá nada que impida a un país infringir la ley si prefiere ignorar las instituciones internacionales en algunos casos. Otro argumento es que la situación en el Ártico es muy diferente a la del Mar de China Meridional y, por tanto, no es razonable esperar que China realice actividades similares (Buchanan y Strating, 2020). En primer lugar, hay otras grandes potencias en la región del Ártico, como Rusia y Estados Unidos, lo que crea un equilibrio de poder. En segundo lugar, el Ártico está gobernado armoniosamente por el Consejo Ártico a través de una serie de acuerdos y tratados, mientras que el Mar de la China Meridional ha sido durante mucho tiempo una fuente de disputa. Por último, mientras que China está muy cerca del Mar de China Meridional y podría ampliar su territorio allí, no es un Estado litoral en el Ártico y no estaría interesado en reclamar territorio en una región tan remota y logísticamente difícil.
Por el momento, el segundo argumento parece más convincente porque China ha cumplido la ley en la región. Sin embargo, es difícil predecir cómo actuará ante la adversidad. El cambio climático parece estar en marcha, y es probable que el calentamiento global permita el acceso a aún más recursos en el Ártico. Además, el cambio climático es uno de los factores que se prevé que contribuyan a la inseguridad alimentaria (FEM, 2022). En ese caso, la competencia por el Ártico se intensificará inevitablemente.
China ya ha realizado inversiones en la región y se ha declarado «Estado cercano al Ártico», lo que implica que tiene planes a largo plazo para la región. Por lo tanto, hay que tomar en serio sus demandas y acciones. Aunque se fomenta la cooperación en el Ártico, la tolerancia con las violaciones del derecho internacional en la región por parte de cualquier Estado puede debilitar la estabilidad y aumentar la probabilidad de conflicto a largo plazo. Para poder emerger sin problemas en el Ártico, China debe adoptar una estrategia inclusiva y pensar más allá de sus propios intereses, ya que varios actores internacionales importantes tienen intereses en el asunto (Liu, 2020).
Fte. Modern Diplomacy (Ali Mammadov)
Ali Mammadov está cursando un máster en Relaciones Internacionales en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins y es licenciado en Finanzas y Economía por la Universidad George Washington.