En lo que se refiere a la guerra de Ucrania, Bielorrusia es sin duda un frenemigo (amigo y enemigo) de su vecina del sur, Ucrania, y un rehén de su vecina del este, Rusia. Bielorrusia sólo tiene la quinta parte de la población que Ucrania, pero su nacionalismo es menos vibrante y agresiva. Técnicamente, es aliada de Rusia en su guerra contra Ucrania, pero la mayoría de los bielorrusos son proucranianos. Incluso, algunos han ayudado activamente a Ucrania desde dentro de Bielorrusia, mientras que otros pocos han cruzado la frontera y se han unido a la Legión Extranjera Ucraniana.
El gobernante de Bielorrusia desde 1994 es Alexander Lukashenko, veterano funcionario comunista en la Unión Soviética hasta 1991, que participó activamente en el proceso de tres años para crear la nueva constitución y celebrar elecciones.
Lukashenko ganó las primeras elecciones presidenciales, su única victoria legítima. Después las amañó de un modo u otro para mantenerse en el poder. Entabló estrechos lazos con Rusia y Vladimir Putin, pero se negó a respaldar sus exigencias de que permitiera vínculos más estrechos con Rusia que acabaran convirtiendo a Bielorrusia en parte de Rusia. Esta resistencia se toleró porque, por lo demás, Lukashenko era aliado de Rusia y uso la ayuda rusa para bloquear los esfuerzos bielorrusos por reducir la influencia rusa. Esto ayudó a Lukashenko a mantenerse en el poder, pero también permitió a Rusia organizar parte de la invasión de 2022 desde el país.
Los ferroviarios bielorrusos sabotearon las líneas de ferrocarril hacia Ucrania, contribuyendo así a la derrota de la ofensiva rusa en el norte del país y a su intento de tomar Kiev, la capital ucraniana, si bien, algunos fueron identificados, procesados y enviados a prisión. La mayoría de los bielorrusos los consideraban héroes. Actitudes populares como ésta hicieron a Lukashenko aún más dependiente de la protección rusa, lo que incluyó el estacionamiento de tropas rusas en Bielorrusia y que Lukashenko permitiera su adiestramiento en Bielorrusia.
A pesar de todo, Lukashenko se negó a enviar tropas para unirse a las tropas rusas en Ucrania. El principal motivo para que esto no ocurra es que Rusia quiere anexionarse tanto Bielorrusia como Ucrania. Antes de 2022, se consideraba que Bielorrusia sería el próximo territorio ex soviético en ser anexionado por Rusia. La respuesta de los ucranianos a la invasión rusa ha cambiado la actitud hacia la anexión de Bielorrusia. Y ello a pesar de que el presidente vitalicio de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ha gobernado el país durante mucho tiempo (desde 1994) como leal aliado de Rusia. Eso no ha ayudado a la economía bielorrusa ni ha mejorado la vida de los bielorrusos. Una nueva generación de la Unión postsoviética se dio cuenta de que la vida era mejor en las democracias, especialmente en otras antiguas víctimas del dominio ruso como las vecinas Polonia, Lituania, Letonia, Estonia y Ucrania. Culpan a Lukashenko de la pobreza y la mala gestión de la economía en Bielorrusia, así como de una respuesta incompetente a la covid19.
Desde 2020, Lukashenko se enfrenta a la creciente protesta popular contra la incompetencia del gobierno y décadas de elecciones amañadas, gobierno corrupto e incapacidad para hacer casi nada con eficacia. Desde finales de la década de 1990, Lukashenko ha ganado la reelección con un 80-90 por ciento de los votos en elecciones visiblemente fraudulentas.
Lukashenko es un funcionario de la era soviética, que dirige Bielorrusia tomando como modelo la Unión Soviética, por lo que el país es un Estado policial, en el que las elecciones, y todo lo demás, se manipulan para mantener a los mismos políticos en el poder.
Es un asunto peliagudo, pero hasta ahora Lukashenko ha mantenido a sus fuerzas de seguridad leales y en plena forma. Soborna o intimida a funcionarios clave para que el país siga funcionando. Lukashenko mantiene buenas relaciones con Rusia, que le proporciona combustible barato y otras ayudas. Bielorrusia es un país pequeño (9,5 millones de habitantes) frente a sus vecinos Rusia (146 millones), Ucrania (42 millones).
Rusia quiere absorber a Bielorrusia y Ucrania para reconstruir el centenario imperio ruso que crearon los zares y perdieron los comunistas. Lukashenko, como la mayoría de los bielorrusos, se opone a la anexión por Rusia. Hasta ahora, Rusia no ha intentado anexionarse Bielorrusia ni ha enviado fuerzas de seguridad para ayudar a reprimir lo que se ha convertido en una rebelión contra Lukashenko.
Lukashenko se está convirtiendo cada vez más en un lastre para Rusia, pero actualmente sigue siendo un «aliado favorecido». A Rusia le gustaría librarse de él, pero no hay nadie en Bielorrusia con su habilidad, experiencia y actitud pro-rusa.
Rusia se ha creado un gran problema en Bielorrusia, no tan grave como el de Ucrania, pero sí otro revés en su esfuerzo por reconstruir el imperio de la era soviética. Lukashenko observó lo ocurrido con los políticos ucranianos prorrusos después de la invasión y la mayoría de los ucranianos se unieran o apoyaran la lucha contra la dominación rusa y contra cualquier ucraniano prorruso.
Lukashenko admitió abiertamente su sorpresa por cómo se había frenado la invasión ucraniana y la capacidad de los ucranianos para organizar una contraofensiva. Aunque Ucrania derrote a Rusia y la expulse de Ucrania, Rusia seguirá allí y seguirá siendo una amenaza para la independencia bielorrusa. Al mismo tiempo, Lukashenko necesita ayuda económica y algunas tropas rusas para mantenerse en el poder. Se trata de un juego peligroso, pero al que Lukashenko lleva jugando con éxito más de veinte años.
Un ejemplo de cómo opera Lukashenko se hizo público allá por 2011, cuando se reveló que el antiguo Comandante de las Fuerzas de Defensa Antiaérea y Antimisiles bielorrusas (Igor Azarenok) había sido detenido en 2010 y condenado en un juicio secreto por corrupción. Fue declarado culpable de aceptar un soborno de 30.000 dólares de un fabricante de armas ruso. Azarenok fue condenado a nueve años de prisión. El ruso que le sobornó también fue procesado y condenado a seis años. Lo insólito del caso es que en Bielorrusia la corrupción es moneda corriente desde hace tiempo. Al parecer, Azarenok trabajaba por cuenta propia y no entregó nada del dinero a sus superiores.
En Bielorrusia, no compartir el dinero es un delito grave, al igual que tratar con un gobierno extranjero sin permiso. La detención y el juicio de Azarenok se revelaron para hacer quedar bien al hombre más corrupto de Bielorrusia, el presidente Lukashenko. Al parecer, no funcionó y la mayoría de los bielorrusos siguen considerando a Lukashenko un tirano corrupto que en su día predicó un gobierno limpio, pero que pronto se pasó al Lado Oscuro.
Lukashenko no limita sus corruptelas al país. En 2006, Estados Unidos acusó a Bielorrusia de dirigir una importante operación ilegal de exportación de armas, principalmente a Irán y a países africanos y señores de la guerra en general, que reportaba más de dos mil millones de dólares al año, yendo la mayor parte de los beneficios a parar a altos cargos del Gobierno, en particular al presidente Lukashenko.
Así es como se mantiene en el poder. Este comportamiento ha provocado numerosas sanciones económicas a Bielorrusia que han dejado sin trabajo a muchos nacionales, pero Lukashenko no ha encontrado una solución a este problema. Demasiados bielorrusos en paro puede ser lo que finalmente haga que Lukashenko pierda el suyo.
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