El elemento central de las operaciones de las fuerzas terrestres rusas es el Grupo Táctico de Batallón (BTG) que, en la actual guerra de Ucrania han mostrado un rendimiento desastroso.
¿Qué ha fallado el Grupo Táctico?
Se suponía que la invasión rusa de Ucrania en febrero de este año iba a ser una operación militar de rápida conclusión. Se esperaba que las capacidades de mando y control ucranianas se vieran interrumpidas y/o destruidas. En consecuencia, era probable que las respuestas defensivas ucranianas fueran descoordinadas. Las operaciones aeromóviles rusas en la profundidad estratégica de Ucrania y, en su caso, las operaciones anfibias disminuirían aún más la capacidad ucraniana de resistencia. Las operaciones terrestres penetrarían rápidamente, gracias a su potencia de fuego y movilidad barriendo a las fuerzas contrarias. Todo esto, sin embargo, no se materializó. ¿Qué fue lo que falló?
¿Qué es el Grupo Táctico de Batallón?
El elemento central de las operaciones de las fuerzas terrestres rusas es el Grupo Táctico de Batallón (BTG), producto de un proceso de reforma del Ejército. Para entender lo que es el BTG, y lo que se supone que debe hacer, tenemos que analizar el surgimiento del Ejército ruso moderno y los retos a los que se enfrentó, que finalmente condujeron a la reforma militar.
Todo comenzó con el colapso de la Unión Soviética a finales de 1991, aunque para ser justos el colapso institucional de esta otrora gran superpotencia se había hecho claramente inevitable a finales de la década de 1980. Hubo intentos de mantener el Ejército soviético unido bajo los auspicios de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), pero esto no fue aceptable para los estados sucesores surgidos de la Unión Soviética. Como resultado, el gobierno ruso estableció un Ministerio de Defensa en mayo de 1992, creando fuerzas terrestres, aéreas y navales rusas.
Un nacimiento difícil
Las capacidades militares de Rusia nacieron de los restos del Ejército soviético. A principios de la década de 1990, tropas y equipos soviéticos se retiraron de la antigua Alemania Oriental, Checoslovaquia, Polonia, Estados Bálticos y Hungría. Los destinados a Rusia se repartieron por los distritos militares de todo el país.
Cuando estas tropas regresaron a la desmoronada Unión Soviética, no había suficientes cuarteles ni instalaciones para alojarlas a todas. En medio de todo esto, la corrupción se convirtió en un gran problema. Los equipos de todo tipo desaparecieron, al igual que los almacenes de combustible y alimentos. Además, había otro gran obstáculo al que enfrentarse: el dinero. La economía rusa se encontraba en un estado caótico y el gobierno no tenía los fondos necesarios para mantener a sus militares.
Obviamente, había que hacer algo. Esto condujo al primer esfuerzo de reforma militar en Rusia, que no logró mucho. La cuestión fue que muchos oficiales superiores eran producto del sistema soviético y no podían asumir el hecho de que el mundo había cambiado. Intentaron preservar las estructuras soviéticas, algo que era imposible en la Rusia de los años 90, y tampoco reconocieron que las tropas sufrían de mala moral y poca motivación, además de ser deficientes en términos de formación y equipamiento. Quedó claro que el Ejército ruso no era el instrumento que sus mandos creían que era, cuando se iniciaron las operaciones militares en Chechenia en diciembre de 1994.
Desastre en Chechenia
Se suponía que sería una operación rápida para restaurar el «orden» en Chechenia. Se esperaba que terminara en cuestión de horas con la captura de la capital chechena, Grozny. En lugar de ello, se convirtió en un desastre que puso de manifiesto las debilidades del Ejército ruso, incluida la pérdida de una brigada de fusileros motorizados enviada a Grozny. Los combates en Chechenia terminaron en agosto de 1996 con un alto el fuego. Posteriormente, en 1999, estalló la que se conoció como la Segunda Guerra de Chechenia, que se extendió por el Cáucaso Norte, y continuó hasta 2009. El rendimiento en el combate fue mejor en este segundo conflicto, pero evidentemente había que hacer más reformas para modernizar el Ejército ruso.
La reforma militar
En realidad, a pesar de toda la palabrería sobre la reforma militar y la necesidad de desarrollar una nueva generación de armas avanzadas, el quid de la cuestión era que la economía rusa no permitía las pretensiones de superpotencia. Lo primero era el mantenimiento de las fuerzas nucleares estratégicas, que exigía enormes inversiones. Había que tener en cuenta al Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, todos requiriendo importantes fondos para su modernización.
Además, la defensa había sido significativamente infra-financiada desde la fundación del nuevo Estado ruso en 1992 hasta mediados de la década de 2000, lo que suponía unos 15 años de falta de inversiones, que había que reparar antes de iniciar los programas de modernización. Había cuestiones aún peores que resolver, una crítica era poner fin a la corrupción y otras actividades delictivas, que habían sido un problema grave y constante.
Cuando comenzó la era Putin en 1999, los imperativos eran restaurar el poder del Estado, sin dejar de ser intolerante con la disidencia, y regularizar la economía para empezar a elevar el nivel de vida. Estos objetivos se lograron. Al principio, la dinámica del régimen era el poder, pero luego surgió una ideología basada en el nacionalismo ruso y en el deseo de tener la posición de potencia mundial que antes ocupaba la Unión Soviética. Esto justificó la financiación de la modernización militar y, a su vez, disputar las fronteras existentes mientras se trabajaba para convertir a Rusia en la potencia dominante dentro de las fronteras de la antigua Unión Soviética o quizás incluso más allá. Como tal, esta ideología nacionalista no favorece la estabilidad estratégica.
Estructuras militares
Históricamente, Rusia siempre ha contado con grandes fuerzas terrestres, tanto en la Rusia Imperial como en la Unión Soviética; pero la única forma de conseguir la fuerza deseada era mediante el reclutamiento. Para la nueva Rusia, el reclutamiento era y sigue siendo problemático por varias razones. La primera es la demográfica; la tasa de natalidad rusa disminuyó drásticamente y, en consecuencia, el número de hombres en edad militar también, reduciendo así el número de reclutas disponibles. Por razones políticas, el plazo de reclutamiento se redujo a 12 meses. ¿Cuánto entrenamiento se puede lograr en sólo 12 meses y qué utilidad tendrán estos soldados?
La solución al problema de la conscripción fue el «soldado contratado», un profesional pagado que opera en condiciones mucho mejores que los conscriptos. Otro esfuerzo importante fue crear un sistema adecuado de suboficiales, algo que había faltado en la época soviética. Se trataba de medidas positivas, pero la cuestión fundamental era que las Fuerzas Terrestres rusas estaban «huecas», ya que se podía tener divisiones, pero su cobertura de personal estaba muy por debajo del necesario.
El conflicto de 2008 con Georgia, en el que Rusia apoyó el establecimiento de dos enclaves separatistas en Osetia del Sur y Abjasia, supuso una prueba más de que las fuerzas terrestres rusas debían modernizarse y reorganizarse. El objetivo era construir formaciones de nueva generación con altos niveles de operatividad, en las que los efectivos fueran soldados profesionales con gran potencia de fuego y movilidad que les permitiera tener un impacto decisivo en el campo de batalla.
Inicialmente se pensó en formaciones tipo brigada, pero esta solución resultó imposible de aplicar, ya que simplemente no se disponía del personal necesario para brigadas completas. En su lugar, la idea fue mantener la brigada como formación madre y disponer de unidades de maniobra basadas en un batallón de infantería mecanizada reforzado para formar una unidad de armas conjunta. En muchos aspectos, se trata de una agrupación de combate, algo que había sido empleado ya soviéticos y rusos como solución expeditiva. Aquí, sin embargo, se trata de una solución formalizada denominada Grupo Táctico de Batallón (BTG).
Primer despliegue del BTG
Durante el primer conflicto entre Rusia y Ucrania, a partir de 2014, el BTG desempeñó un papel clave en las operaciones en el este de Ucrania. En general, las operaciones basadas en estas unidades tuvieron éxito, aunque las debilidades del concepto general se hicieron evidentes y hubo ocasiones en las que las fuerzas ucranianas se aprovecharon de ellas para infligir derrotas al BTG.
Si se recuerda, es significativa la poca atención que recibió este primer conflicto en el este de Ucrania, a pesar de que fue muy inesperado. Primeramente, se produjo la toma de Crimea y luego el establecimiento de zonas separatistas, con la intensidad de los combates terrestres aumentando hasta el punto de que un observador estadounidense lo describió como las batallas de mayor escala en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
El centro de este intenso conflicto fue el BTG, cuya organización básica es:
- Tres compañías de infantería mecanizada
- Una compañía de carros de combate
- Una compañía contracarro
- Dos (a veces tres) baterías de artillería de tubo
- Una batería de lanzacohetes múltiples (LMR)
- Dos baterías antiaéreas
No hay uniformidad en cuanto a equipamiento entre los diferentes BTG, como ha demostrado el conflicto actual, por ejemplo, la compañía de tanques podría estar equipada con los siguientes tipos:T-72B
- T-72B3
- T-72B3 Obr.2016
- T-80U
- T-80UK
- T-80UM2
- T-80BVM
- T-90A
Parece que el equipamiento de los BTG depende de lo que esté disponible en el distrito militar en el que se haya organizado, y esto también explica las diferencias observadas en el blindaje entre los distintos tipos de carros.
Artillería y tecnología
En el primer conflicto quedó claro que las fuerzas rusas tenían ventaja en cuanto a tanques, ya que los tanques T-72B3 y T-90 tenían un control de fuego superior, óptica diurna/nocturna y cañón de mayor rendimiento en comparación con los tipos ucranianos. Quizá sea más significativo el hecho de que el BTG tenía una potencia de fuego superior debido a su artillería tubular orgánica y a las baterías de LMR. El BTG también podía recurrir a artillería de mayor nivel, por ejemplo, el BM-30 SMERCH, un sistema de largo alcance (90 km) de 300mm. de calibre con opciones de ojivas HE-F, de submunición, de ataque superior, de minas y termobáricas. Según los análisis posteriores al conflicto, alrededor del 85% de las bajas en el primer conflicto ruso-ucraniano fueron causadas por la artillería.
Con esta artillería podían neutralizar las posiciones enemigas, lo que permitía al BTG atravesarlas y mantener alto ritmo de avance. Una muestra del nivel destructivo de la artillería rusa pudo verse en julio de 2014, cuando las fuerzas ucranianas en Zelenopillya, en el Donbás, fueron alcanzadas por una andanada de LRM desde posiciones situadas al otro lado de la frontera rusa, que destruyeron dos batallones mecanizados ucranianos en menos de tres minutos.
Para maximizar la capacidad de la artillería es necesario tener la imagen completa del campo de batalla, rápida detección y clasificación de objetivos, capacidad de organizar y llevar a cabo rápidamente la misión de fuego contra el objetivo deseado y, a continuación, realizar una evaluación de los daños conseguidos (BDA). En el primer conflicto ruso-ucraniano, las fuerzas rusas pudieron dotar a su artillería de la capacidad de proporcionar este impacto operativo decisivo mediante el uso extensivo de sistemas UAV.
Los rusos también disponían de capacidad estratégica de vigilancia con UAVs. Ésta consistía en un UAV de gran altitud que cubría la profundidad de las disposiciones ucranianas desde la línea del frente hasta las zonas de retaguardia, además de otro de altitud media para adquisición de objetivos y corrección del fuego, en asociación con las baterías MRL. Esta capacidad se extendió a un UAV de menor alcance que proporcionaba servicios similares para la localización de objetivos para el MRL BM-21 y a un pequeño cuadricóptero de nivel táctico para el BDA y el reconocimiento de proximidad. Además, también se desplegaron ampliamente radares de contrabatería y de vigilancia terrestre. Todo ello configuró capacidad de inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento (ISTAR) muy creíble. Paralelamente, esto exige una sólida infraestructura de comunicaciones para que todos los componentes funcionen, y todo parece que funcionó muy bien. También hay que mencionar el amplio uso de sistemas de guerra electrónica por parte de las fuerzas rusas, que abarcan la interferencia de comunicaciones y radares, así como la interferencia de los enlaces de control de los vehículos aéreos no tripulados ucranianos. El combate electrónico fue una parte importante de la estrategia de combate terrestre rusa.
¿Qué fue lo que falló?
En resumen, en el primer conflicto ruso-ucraniano a partir de 2014, los BTG y los medios de apoyo ISTAR y de combate electrónico demostraron ser una herramienta ofensiva muy potente. En el conflicto actual, el BTG y sus activos de apoyo no han tenido el mismo éxito, y esto se debe a una serie de factores humanos, tácticos y técnicos. Algunos de esos problemas podrían resolverse con relativa facilidad, mientras que otros requerirán más tiempo y una inversión significativa para ser corregidos.
Para maximizar el potencial del BTG es necesario que su comandante, los comandantes de las compañías componentes y los oficiales de menor rango muestren iniciativa y reaccionen de forma dinámica a la evolución de la situación del campo de batalla. En cambio, se ha mostrado muy poca iniciativa, y el mando ha vuelto a la anticuada estructura descendente. También parece haberse producido una reversión a las características más negativas del sistema militar soviético, con una rígida adhesión a un plan operativo, incluso cuando la realidad de las circunstancias sobre el terreno lo han invalidado.
Uno de los problemas del BTG que quedó muy claro durante las operaciones de 2014/2015 fue la falta de infantería, aunque se compensó con el uso de las fuerzas separatistas en el este de Ucrania, que proporcionaron una cortina de infantería adicional. Sin embargo, no se hizo nada para corregir la falta de infantería antes del conflicto actual, siendo un factor que contribuye a ello la falta de personal. El Ejército ruso ha creado un gran número de BTG, ya que es difícil resistirse al atractivo de tener gran número de formaciones, pero es evidente que deberían haberse centrado en disponer de menos unidades, pero mejor equipadas. Se dice que un BTG necesita al menos tres compañías más de infantería mecanizada, ¡pero realmente necesita más! También se necesita un elemento de reconocimiento eficaz; ha habido muchas imágenes de unidades rusas cayendo en emboscadas, lo que indica la falta total de reconocimiento.
Incluso si se añadiera más infantería y verdadera capacidad de reconocimiento, no supondría una gran diferencia ante tantos casos de manejo táctico inepto. Otro punto débil es que está claro que se hizo poco para preparar a las tropas para las operaciones, explicándoles por qué iban a Ucrania y qué se esperaba que hicieran una vez allí. Parece que muchas unidades no preveían el combate, siendo su expectativa una marcha por carretera hacia los objetivos asignados ante una resistencia nula. Cuando la realidad resultó ser diferente, el impacto en la moral no es difícil de calibrar.
Lo que también está claro es que los sistemas ISTAR, UAV y de guerra electrónica que tan bien habían funcionado en el primer conflicto, no lo han hecho como se esperaba en el actual.
De hecho, las fuerzas ucranianas han capturado un número significativo de sistemas de guerra electrónica de alta gama. Uno de los mayores fracasos de la campaña rusa ha sido el de las comunicaciones, sobre todo por la total falta de seguridad de sus redes y por los fallos que han llevado a las tropas a usar los teléfonos móviles para comunicarse a escondidas. Para resolver estos problemas, algunas unidades rusas de alto valor, como las fuerzas aerotransportadas VDV, han sido equipadas con los sistemas de comunicaciones seguras de voz y datos por satélite AURIGA. Sin embargo, la gran mayoría de las unidades rusas continúan con sistemas de comunicación de riesgo.
Una letanía de errores
Es muy fácil señalar la letanía de errores de los mandos rusos durante el actual conflicto como la razón por la que no han alcanzado sus objetivos. Eso es cierto, pero también imposible subestimar al Ejército y población ucranianos en su resistencia a la invasión. El Ejército ucraniano parece haber aprendido muchas lecciones del primer conflicto y las ha puesto en práctica. Además, sus capacidades y su resistencia fueron una inmensa sorpresa para las fuerzas invasoras. Sin embargo, no debemos olvidar el terrible coste de este conflicto para Ucrania y su pueblo.
La segunda fase de este conflicto está ahora sobre nosotros y se centrará en la región de Donbas, en el este de Ucrania. El objetivo ruso será asegurar y ampliar los enclaves separatistas de Donetsk y Luhansk, y crear un corredor terrestre desde el territorio controlado por Rusia hasta Crimea. La situación de los suministros en esta zona de operaciones debería ser mucho más favorable para Rusia, y podrán basar los sistemas ofensivos en territorio ruso, donde estarán a salvo de daños, mientras pueden intervenir en la zona de combate en Ucrania. Lamentablemente, este conflicto parece que va a continuar hasta que el Gobierno ruso pueda declarar una victoria.
En cuanto a los BTG, muchos han sufrido tales pérdidas que los hacen inefectivos para el combate y si van a desempeñar un papel en la segunda fase de este conflicto, tendrán que ser reconstruidos y reequipados. Está claro que el BTG no ha tenido un impacto decisivo en el conflicto actual, pero esto no significa que el concepto no tenga valor. Si se solucionan los problemas de la cultura de mando, si se encuentra más personal y si se modifica la organización, el BTG tendrá un valor real. En su estado actual, es perfectamente adecuado para entornos operativos menos exigentes, pero no para operaciones de alta intensidad. Si se prevén operaciones de alta intensidad, parece más apropiado un grupo táctico basado en una estructura de brigada. Esta tendría más infantería, más potencia de fuego, más apoyo y más capacidad de permanencia en el combate. El futuro del BTG está por escribir.