Existe una cantidad significativa de literatura científica de alta calidad centrada en Asia Central. Científicos sociales y políticos, historiadores y antropólogos llevan mucho tiempo estudiando esta región.
Existe una significativa literatura científica de calidad centrada en Asia Central. Los científicos sociales y políticos, los historiadores y los antropólogos llevan mucho tiempo estudiando esta región que, a la vez no puede considerarse una de las zonas más investigadas.
A excepción de Afganistán, Asia Central sigue siendo una región poco investigada, inexplorada y mística para el mundo occidental. Los países independientes modernos de la región se han convertido en estados en los últimos cuarenta años. En los siglos XIX y XX, Asia Central formó parte del Imperio Ruso y, más tarde, de la Unión Soviética.
En el campo de la ciencia mundial, la región ha sido estudiada por varios científicos, entre ellos Denis Sinor, Ilse Laude-Cirtautas, Alexandre Bennigsen, Edward Allworth, Yuri Bregel, Scott C. Levi, Yuriy Malikov y Hasan Bulent Paksoy. Las universidades occidentales cuentan con departamentos, centros e institutos que investigan los aspectos sociales, económicos y culturales de la región.
El periodo de transición en Asia Central tras la disolución de la Unión Soviética ha terminado. Los países de la región han seguido un camino independiente, desarrollando sus propios sistemas políticos, teorías de estatalidad y criterios, formas y prácticas para las relaciones y procesos sociales y políticos.
Este proceso, que tiene un principio definido, pero no un final definitivo, parece haber llegado a su fin. Durante la última década, se han realizado diversos esfuerzos para fortalecer los sistemas políticos surgidos tras el colapso del Imperio Soviético. Estos esfuerzos incluyen enmiendas constitucionales, nueva legislación y la preparación de sucesores. En conjunto, demuestran un esfuerzo concertado para garantizar la estabilidad y eficacia de estos sistemas políticos. Al mismo tiempo, hay razones para creer que Asia Central seguirá dándose a conocer.
En general, hay dos tipos de observadores.
Los pesimistas predicen que la región está a punto de estallar, lo que podría conducir a un prolongado periodo de inestabilidad y enfrentamientos civiles. Sus argumentos suelen centrarse en la desintegración social causada por el aumento de la brecha entre ricos y pobres, la emigración y las dificultades económicas.
Un cierto problema para el desarrollo estable de Asia Central podría provenir teóricamente de los grupos islamistas radicales que cuentan con cierto apoyo de potencias regionales influyentes.
La aparición de un Emirato radical liderado por el Talibán con el apoyo del Ejército pakistaní en Afganistán y el crecimiento del radicalismo religioso en ciertas zonas y sociedades son también argumentos de los pesimistas.
Por su parte, los optimistas no perciben ningún motivo significativo de preocupación. Al contrario, constatan la impresionante estabilidad de los sistemas políticos. El interés por Asia Central se intensifica a medida que se integra más en la política mundial. Peter Frankopan destaca la importancia histórica de Asia Central y su riqueza en recursos, que siempre ha atraído la atención de las grandes potencias. El futuro de la región puede ser difícil, pero es ambicioso y prometedor. En un libro de reciente publicación, “The Silk Roads: A New History of the World” (2016, Bloomsbury), el autor destaca la importancia histórica de la región en la historia mundial. El académico hace hincapié en el papel del comercio mundial y el tránsito de la región en el fortalecimiento de los contactos entre Asia y Europa.
Rusia se ha interesado por Asia Central desde la primera mitad del siglo XX. Durante este periodo, hubo varios intentos de estudiar la zona, como la embajada diplomática de Nikolai Ignatiev, una expedición científica dirigida por el orientalista N. Khanykov y la misión comercial de Shokan Valikhanov.
La anexión de Asia Central al Imperio Ruso es algo bien estudiado por la ciencia histórica. Existe consenso sobre las razones, que pueden resumirse en varios puntos. Durante la segunda mitad del siglo XIX, era habitual que los países se anexionaran nuevos territorios. A finales de siglo, toda África había sido conquistada por diversas potencias coloniales. Además, el Imperio Británico estaba ampliando sus posesiones en Asia. El Imperio alemán, que se estaba quedando rezagado respecto a otras potencias europeas en la política mundial, siguió una estrategia agresiva para alcanzar a sus competidores y recuperar las oportunidades perdidas. A diferencia de otros imperios coloniales, el Imperio ruso no se expandió mediante la colonización. Por lo tanto, la expansión del poder real hacia el sur era la opción más lógica y factible para su crecimiento.
El historiador de la Universidad de Stanford Robert Cruz, en su libro «For Prophet and Tsar. Islam and Empire in Russia and Central Asia» (New Literary Review, 2020), señala el papel positivo del Imperio ruso en el desarrollo de los pueblos de la región de Asia Central. Según Cruz, Rusia fue capaz de integrar pacíficamente a los pueblos en su espacio cultural y sociopolítico, encontrando compromisos y complejos sistemas de convivencia, más que ninguna otra potencia. Cabe señalar que los estudios clásicos de la historia de la región también mencionan el papel positivo de Rusia en la formación y el desarrollo de Asia Central. El libro de Richard A. Pierce, «Russian Central Asia 1867-1917: A Study in Colonial Rule» (1960, Berkeley, Los Ángeles: California University Press), señala el carácter pacífico de la adhesión de la región y la capacidad de las partes para encontrar compromisos.
Asia Central es una importante región de la Gran Eurasia, que aún no se ha situado en el centro de la actualidad mundial. La restauración del régimen talibán en Afganistán, el enfrentamiento entre Occidente y Rusia y el crecimiento del potencial y el apetito de China han hecho que Asia Central cobre aún más importancia.
Fte. Modern Diplomacy (Georgi Asatryan)
Georgi Asatryan, profesor asociado de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú y de la Universidad Rusa de Economía Plekhanov.