El pasado 11 de enero en Moscú se celebró una cumbre donde se dieron cita líderes de Armenia, Azerbaiyán y Rusia. Cuando se cumplían dos meses desde el acuerdo de alto el fuego, propiciado más por la mediación del Kremlin que por la acción de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Vladimir Putin ha encontrado una forma de expandir su influencia en la región.
Tras la reunión se han establecido diferentes fechas para poner en marcha una hoja de ruta que afiance el fin de las hostilidades. La declaración emitida por las partes tras la reunión al máximo nivel marca en el calendario las primeras fechas: «El Grupo de Trabajo, a más tardar el 1 de marzo de 2021, presentará para su aprobación al más alto nivel por las Partes una lista y un calendario para la implementación de medidas que impliquen la restauración y construcción de nuevas instalaciones de infraestructura de transporte necesarias para la organización, implementación y seguridad del tráfico internacional llevado a cabo a través de la República de Azerbaiyán y la República de Armenia, así como los transportes realizados por la República de Azerbaiyán y la República de Armenia, que requieren cruzar los territorios de la República de Azerbaiyán y la República de Armenia«.
El documento abre la posibilidad del desarrollo de un nuevo corredor que vertebrará la conflictiva región, otorgando a Armenia conexiones ferroviarias con Rusia e Irán. Por su parte Azerbaiyán establecerá un enlace por carretera hasta Nakhchivan atravesando durante 42 kilómetros territorio armenio.
Este acuerdo sirve de base para que Armenia, país que hospeda una base militar rusa, pueda usar una vía abierta durante todo el año, independientemente del clima, que le conecta directamente con la Federación de Rusia por carretera.
Esta mejora de acceso y normalización del uso de las redes de ferrocarriles y carreteras sienta un precedente importante en la región y afianza el peso político del Kremlin en to el área, ante la desidia y falta de interés de Occidente por una región que ha estado al borde un un conflicto bélico de alto nivel, que huebra tenido repercusiones importantes en el norte de un caldeado e inestable Oriente Medio.
Los ausentes
Durante la reunión mantenida en Moscú, varios interlocutores han quedado excluidos, desde Turquía hasta la OSCE, lo que demuestra por un lado el fortalecimiento de la posición rusa en la región y la debilidad del peso de Occidente permitiendo que el Kremlin ocupe el espacio dejado por Occidente.
Turquía, por su parte, no ha participado de esta reunión a pesar de haber sido un actor clave en la explosión de las hostilidades en el Nagorno-Karabaj y patrocinador Azerbaiyán.
El papel turco es vital en la región y no puede ser absolutamente excluido de lo que está sucediendo actualmente en el Cáucaso Meridional. Con la reunión de alto nivel Putin ha vuelto a demostrar que el papel clave en este acuerdo y los pasos posteriores a la liquidación será desempeñado por Moscú.
Además de Turquía, Irán también se ha visto excluida de este acuerdo a pesar de haber sido la nación por la que han transitado mercancías y personas con destino a Azerbaiyán y Armenia durante más de tres décadas, algo que tienen un peso geopolítico al que les será difícil renunciar.
La estrategia de los Estados Unidos
Mientras tanto, Estados Unidos sigue pendiente de la transición a la administración Biden que posiblemente esté preparando su jugada para influir en el Cáucaso, como se desprende de la orden realizada desde el Congreso norteamericano para evaluar la probabilidad de cualquier uso de la fuerza o actividades potencialmente desestabilizadoras en la región a corto y mediano plazo, una vez identificados y definidos los intereses estratégicos de los Estados Unidos y sus socios en la región Armenia-Azerbaiyán.
Moscú sabe que Estados Unidos será un rival en la región y es posible que esté acelerando en la puesta en marcha de su estrategia para tratar de ir un paso por delante que la Casa Blanca, fortaleciendo las posiciones de Moscú en el área.
La causa China
Otro asunto importante para el retorno activo de los Estados Unidos al Cáucaso es la presencia e intereses de China en la zona, puesto que las inversiones del gigante asiático están aumentando en la zona.
El problema para la Casa Blanca y la nueva administración Biden es la cada vez más clara convergencia sino-rusa con el fin de mantener a Occidente fuera de la órbita geopolítica de todo el Cáucaso, que sirva para contrarrestar la consolidación de la OTAN a lo largo y ancho del Mar Negro.
Iván Martín y Ladera
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