A principios de 2020 Japón puso en servicio el tercer buque de vigilancia oceánica de la clase Hibiki. Los dos primeros entraron en servicio en 1991 y 1992. ¿Por qué este largo retraso? Tiene que ver con el propósito para el que fueron diseñados.
Los buques de la clase Hibiki son catamaranes (de doble casco) que tienen 67 metros de eslora y 30 metros de manga, con 40 personas de tripulación.
Disponen de espacio para una plataforma de aterrizaje de helicópteros y pueden permanecer en el mar durante 90 días seguidos. Su velocidad máxima es de 20 kilómetros por hora y pueden recorrer 7.000 kilómetros por viaje.
Los «Hibikis» están equipados con un sistema de sensores remolcados de vigilancia (SURTASS), de fabricación estadounidense, que está diseñado para detectar submarinos en aguas poco profundas o profundas. El diseño de doble casco proporciona gran anchura al barco y estabilidad cuando se desplaza lentamente a través de mares agitados remolcando el sistema SURTASS.
Los dos primeros Hibikis formaban parte de una red SURTASS de la época de la Guerra Fría, se componía de cinco buques estadounidenses. Estados Unidos compartió el coste de la construcción y el equipamiento de los Hibikis, que tuvieron que ir a Estados Unidos para que se les añadiera el SURTASS.
Todos los buques japoneses y estadounidenses que disponían de este sistema transmitían sus datos SURTASS a un centro de control central que los integraba para crear una imagen más amplia de la situación. Originalmente destinado a contrarrestar los submarinos rusos en el Pacífico, esa misión terminó, después de que la Unión Soviética y su fuerza submarina rusa, desaparecieran en 1991.
La reducida Rusia, que perdió la mitad de su población y el 80 por ciento de su personal militar en los años 90, dejó de ser una amenaza naval. Veinte años después apareció una nueva amenaza, en forma de una creciente flota de submarinos chinos, lo que llevó a la construcción de un tercer Hibikis, y posiblemente más. En 2019 los chinos pusieron en servicio el primero de tres buques similares.
Estados Unidos ha tenido cinco buques similares en servicio desde 2003, que se construyeron durante la década de 1990. Uno de ellos, el USNS Victorious, fue acosado agresivamente por buques de guerra de la armada china en 2009 mientras se encontraba a más de 200 kilómetros de la costa en el Mar Amarillo. Los chinos también acosaron a otros buques de vigilancia, por lo que los estadounidenses amenazaron con tomar represalias y los chinos retrocedieron, pero no detuvieron el acoso.
La Armada estadounidense tardó más en poner en servicio su primer SURTASS. Esto se debío las demandas que buscaban prohibir el nuevo sonar debido a los posibles daños a las ballenas y otros mamíferos marinos. También hubo problemas con los recortes presupuestarios para esta tecnología de la época de la Guerra Fría en la década posterior a su finalización en 1991.
En aquella época se consideraba que el SURTASS era necesario para hacer frente a los submarinos no nucleares, cada vez más silenciosos, que operaban en aguas costeras. Al principio, la principal amenaza eran los submarinos diésel-eléctricos rusos de la clase Kilo, equipados con AIP (sistema de propulsión independiente del aire).
Los submarinos occidentales fueron los primeros en recibir el AIP, por lo que la Armada estadounidense sabía lo eficaces que podían ser.
Los motores diésel, aunque fiables, son ruidosos, y hacer ruido es una buena manera de atraer la atención de las fuerzas navales contrarias. La pila de combustible y los sistemas de propulsión independientes del aire son mucho más silenciosos y, sobre todo, permiten al submarino permanecer bajo el agua durante días o semanas. Esto les permite acercarse a objetivos potenciales, muy probablemente portaaviones y buques anfibios, antes de ser detectados.
En la guerra antisubmarina, el alcance de detección es importante. Los submarinos más nuevos y silenciosos tienen el potencial de acercarse lo suficiente como para lanzar misiles antibuque que pueden, dependiendo del diseño, ser lanzados desde un tubo de torpedo, dirigirse a la superficie y luego elevarse en el aire para alcanzar distancias de hasta varios cientos de kilómetros antes de ser detectados. Esos misiles pueden causar daños a cualquier buque de superficie, sobre todo cuando tienen que entrar en aguas costeras (litorales). Estos misiles sub-lanzados ya se empleaban al final de la Guerra Fría.
En 2019 comenzaron a entrar en servicio los submarinos chinos Tipo 39 con AIP, cuyas primeras unidades tenían menos potencia y fiabilidad que los occidentales y rusos. Pero los chinos han seguido mejorando su AIP, al igual que han hecho con tantas otras tecnologías. El AIP occidental permite a los submarinos diésel-eléctricos permanecer bajo el agua durante varias semanas. El AIP impulsó la necesidad de ampliar el SURTASS.
El equipo estadounidense SURTASS (WQT-2) se desarrolló durante la Guerra Fría. Las pruebas se toparon con problemas legales y al principio se vieron limitadas por un acuerdo que permitía un adiestramiento limitado.
El SURTASS emplea un nuevo sonar activo, adjunto al pasivo UQQ-2 que se despliega en un transductor bajado a una profundidad de 100 metros (330 pies) desde un buque que se desplaza a seis kilómetros por hora, con el sonar activo (transmisor) funcionando durante cortos periodos.
El WQT-2 es una mejora del anterior sistema SURTASS, que empleaba un sonar totalmente pasivo. El sonar pasivo UQQ-2 emplea un gran número de micrófonos colocados en un cable de 1.830 metros. Para aguas poco profundas se emplean dos cables más cortos con micrófonos.
Los buques que operan con el sistema pasivo emplean la actualización del bloque SURTASS, que consiste principalmente en una nueva tecnología de micrófonos más nuevas comunicaciones por satélite para que los buques de vigilancia oceánica puedan comunicarse más fácil y eficazmente con los destructores y otros buques de guerra que pueden actuar sobre la información de localización de los submarinos.
El WQT-2 pretende aumentar el alcance de la detección, sobre todo en aguas poco profundas cercanas a la costa, y recuperar así el tiempo de reacción que los sistemas pasivos ya no pueden proporcionar de forma fiable. El mayor tiempo de reacción podría emplearse para evadir al submarino, obligándole a atacar desde una posición desfavorable, o a acelerar para situarse en una buena posición de ataque y así hacer ruido. Esto último haría que el submarino fuera más fácil de detectar. Una vez que se detecta un submarino hostil, se puede ir tras él. Para ello se podría emplear aviones antisubmarinos (de ala fija o helicópteros) que empleen sus propios sensores y armas (torpedo ligero) para destruir al submarino antes de que pueda lanzar un ataque. Otra opción sería permitir que un submarino amigo (probablemente de propulsión nuclear) se encargue de él.
Tras las pruebas, se instaló el SURTASS (WQT-2) en el USNS Impeccable (T-AGOS 23). El plan original era construir seis buques T-AGOS de doble casco para poder operar dos en el Atlántico y dos en el Pacífico. Sólo se construyó un T-AGOS de 5.000 toneladas y se desarrolló una versión compacta de SURTASS (WQT-2) para los buques T-AGOS más pequeños de la clase Victorious de 3.300 toneladas.
India también ha completado recientemente un barco similar a los buques de vigilancia acústica chinos y estadounidenses. A India le preocupan los submarinos AIP pakistaníes y chinos en el océano Índico.
El SURTASS se desarrolló originalmente para complementar las redes SOSUS (SOund Surveillance System), mucho más caras. Eran sistemas de la época de la Guerra Fría que se abandonaron en gran medida tras el fin de la misma en 1991.
Ahora el SOSUS ha vuelto. China comenzó a instalar sistemas de sonar pasivo submarino en sus aguas costeras en 2011. Esto la permite vigilar los submarinos que operan frente a sus costas y, presumiblemente, en el Mar de China Meridional.
Corea del Sur hizo lo mismo en 2011 cuando anunció que estaba instalando sensores submarinos subacuáticos frente a sus costas y esto se completó en 2013. El esfuerzo de Corea del Sur fue en respuesta a que Corea del Norte empleara un pequeño submarino para torpedear un buque patrulla surcoreano en 2010.
China simplemente quiere mantener los buques de guerra extranjeros lo más lejos posible, incluso si eso significa tratar de forzarlos a salir de las aguas internacionales.
Ni China ni Corea del Sur han revelado los detalles técnicos, pero este tipo de cosas son similares al sistema de sonares pasivos (sólo escuchan) que Estados Unidos desplegó en el fondo del mar en zonas clave durante la Guerra Fría. El SOSUS constaba de varias redes diferentes. En las zonas de la plataforma continental que bordean el Atlántico Norte estaba la red CAESAR. En el Pacífico Norte estaba el COLOSSUS, además de algunos sensores en el Océano Índico y algunos otros lugares de los que nadie habla.
Los sonares pasivos submarinos lo escuchaban todo y enviaban sus datos por cable a estaciones terrestres. Desde allí se enviaban a una instalación central de procesamiento, a menudo a través de un enlace por satélite. El SOSUS era lo suficientemente preciso como para localizar un submarino en un círculo de no más de 100 kilómetros. Es una zona amplia, pero dependiendo de la calidad del contacto, el círculo podía reducirse hasta diez kilómetros. El mayor inconveniente del sistema es que no cubre las zonas de aguas profundas situadas a más de 500 kilómetros del borde de la plataforma continental. Esto no es un problema para los sistemas surcoreanos o chinos, ya que ambos sólo cubren aguas costeras o zonas de poca profundidad como el Mar de China Meridional.
Los sistemas SOSUS son muy caros de mantener. Algunos consiguieron sobrevivir al final de la Guerra Fría poniendo sus sensores a disposición de la investigación civil y empleando una tecnología electrónica y de comunicaciones más barata y potente. Aunque muchas partes del SOSUS han sido desactivadas, se han puesto en servicio equipos SOSUS portátiles adicionales (SURTASS), que se desplegarán cuando sea necesario.
Corea del Sur tuvo la ventaja de recibir ayuda de Estados Unidos sobre el SOSUS y sobre cómo recoger y procesar las «firmas sonoras» de los submarinos que operan en la zona. Estados Unidos también pudo ayudar a Corea del Sur a obtener sistemas de sonar pasivos más sensibles que pueden identificar la ubicación de los submarinos con mayor precisión. EE.UU. ha estado investigando en este campo y sabe que esa cooperación permitiría a EE.UU. acceder al SOSUS surcoreano. Corea del Sur también tiene la capacidad de diseño y fabricación de este tipo de dispositivos. El primer sistema SOSUS de Corea del Sur se colocó frente a la costa occidental, cerca de la frontera norcoreana. Los submarinos norcoreanos, que viajan bajo el agua, empleando baterías y cerca de la costa, son muy difíciles de detectar. El SOSUS surcoreano ayudará a igualar las probabilidades.
Los esfuerzos de espionaje de China a través de Internet probablemente ya han robado muchos secretos del SOSUS estadounidense y eso les ha ayudado mucho.
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