La crisis mundial provocada por el Covid-19 ha hecho tambalearse muchas de las seguridades en las que se basaba nuestra vida diaria. Prácticamente ningún área de la administración del Estado ha salido indemne de los efectos que han afectado a la población en general: facilidad de contagio, agravación de síntomas en algunos, o muchos, afectados, saturación de medios hospitalarios y un pánico generalizado en nuestras autoridades, lo que podría dejar a la nación menos preparada para hacer frente, por ejemplo, a un incremento de tensión frente a la amenaza no compartida, aunque ésta también estaría afectada por la misma pandemia.
Frente a esta situación, se han presentado una importante serie de artículos sobre las consecuencias de la pandemia en la Defensa, pero generalmente enfocando el estudio al nivel estratégico y con poca atención, al menos hasta ahora, al nivel de empleo de la fuerzas, es decir, casi a nivel táctico.
En una primera aproximación al empleo de los medios militares destacan dos acciones: una ha sido el empleo de medios militares en apoyo de las acciones civiles, sobre todo en el área de sanidad (hospitales de campaña, desinfección de zonas, manejo de fallecidos); y otra la necesidad de ‟disolver‟, si podemos emplear esta expresión, la consistencia de las unidades militares, provocada por el obligatorio distanciamiento, lo que ha debilitado la capacidad defensiva nacional. Afortunadamente, dicho con todas las reservas, la pandemia ha afectado al mundo entero y ha disuadido a potenciales agresores de aventuras con poco futuro.
Dado que es previsible que se produzcan repuntes de esta pandemia y que se declaren otras en el futuro, como ya se ha alertado, será necesario diseñar estrategias y empleo de medios que reduzcan la vulnerabilidad de las unidades. Esta situación podemos asemejarla a la que se produciría ante un ataque con agresivos biológicos.
Para poder seguir operando en un entorno de agresión biológica, se aplicarán los medios conocidos de detección y protección NBQ. Si bien es sabido que el uso intencionado de agresivos biológicos está prohibido por los acuerdos internacionales, la disuasión sobre su empleo se ha producido, más que esta prohibición, por ciertas realidades prácticas: el efecto no es inmediato, los atacantes pueden ser atacados por los mismos agresivos, salvo que se realice una vacunación completa del personal y los agresivos son difíciles de manipular, salvo algunos casos como las esporas de ántrax, ya bien conocidas. Esta pandemia sin embargo al parecer se ha producido de forma accidental lo que iguala a hipotéticos atacantes y defensores que deben enfrentar la misma amenaza.
Por ello la solución inicial será asegurar que los combatientes estén dotados de equipos de protección NBQ , por lo que habrá que asegurar la acumulación suficiente de medios, lo que no tiene nada que ver con nuevas tecnologías. Las primeras misiones, como ya ha ocurrido, serán misiones no fundamentales de apoyo a la sanidad y FCSE. Los desarrollos en robótica e IA podrían dedicarse a mejorar las acciones en esta faceta de la lucha contra la pandemia, pero no nacerían de la necesidad de hacer frente a esta nueva situación. Hemos sido testigos de la adaptación de algunos robots , si podemos llamarlos así, diseñados para el manejo y neutralización de explosivos improvisados y trampas, adaptados a la desinfección de áreas potencialmente contaminadas.
Pasando al cumplimiento de las misiones fundamentales, el operar durante períodos largos de tiempo enfundados en los equipos de protección NBQ producen un fuerte desgaste en el combatiente y en los equipos, y reducción de eficacia operativa, por lo que habrá que reservar este uso una vez que se conozca con cierta seguridad la presencia de patógenos en la zona de operaciones.
Durante el resto del tiempo habrá que utilizar las mismas medidas de protección actualmente en fuerza para la población, empezando por el distanciamiento físico. Las reuniones, ya sea para preparar una operación o simplemente para recibir el rancho en caliente (recordad las limitaciones en el número de días de ración de campaña para evitar perjuicios físicos) se complican y deben reducirse. Habrá que asegurar el control de dispersión, utilizando soluciones de alerta de contagio, muchas de ellas ya disponibles en el campo civil. Señalaría en primer lugar las apps que detectan las interacciones prolongadas, de forma que, en caso de contagio, poder actuar con rapidez aislando, de momento, a los afectados [1]. Con esto ya surge un problema de seguridad de la red.
Los componentes de los Puestos de Mando pueden separarse físicamente, lo que facilitaría el control de contagios, y las unidades pueden dispersarse, lo cual es también una medida de fácil aplicación. En cambio es de destacar el problema de operar en estructuras físicas cerradas, como puede ser las torretas de los carros de combate o artillería autopropulsada.
Las nuevas tecnologías también ofrecen instrumentos para reducir estos riesgos. Una primera respuesta sería tratar de reducir al máximo el número de personas necesarias para manejar equipos, automatizando el máximo de funciones. En el caso de carros de combate y artillería ATP, debería poderse actuar solo con dos operadores, automatizando totalmente la carga del arma.
De forma similar, el municionamiento debería ser automático, e incluso, en un escenario futurista y con apoyo de la IA y la IOT (Internet de las cosas) , los vehículos de municionamiento podrían acudir al punto de municionamiento de forma automática y con la cantidad de munición necesaria, sin necesidad de peticiones [2]. Los sistemas autónomos, los temidos “robots autónomos” de las fantasías de la prensa, serán más necesarios, pudiendo actuar en toda la zona de operaciones sin preocupación por hipotéticos contagios. Pero es evidente que estas tecnologías son aplicables a un escenario Covid19, o a cualquier otro del próximo futuro.
Sin embargo, hay áreas en que las nuevas tecnologías pueden ayudar. Podemos señalar en primer lugar la detección de áreas potencialmente contaminadas. Hay que aceptar que los equipos actuales de reconocimiento NBQ carecen de test de detección de Covid19, puesto que hasta ahora se detecta en enfermos o sospechosos de contagio, y es evidente que esto es inaplicable en zona de combate. Una aplicación de AI, apoyada en Big Data y en el análisis de imágenes de zonas ”vaciadas”, poco movimiento de vehículos y mayor afluencia de ambulancias y vehículos privados en las proximidades de instalaciones sanitarias pueden ayudar a definir zonas potencialmente afectadas por pandemia, aconsejando una postura operativa diferente en las unidades (dispersión, empleo de trajes NBQ, etc). Por supuesto, el uso de drones, que ya no constituyen tecnología emergente, adquiere un nuevo protagonismo. La captación de imágenes térmicas para medir la temperatura de las personas permitirá completar la COP diseñada por la AI mencionada anteriormente. Además e igual que los robots, también sirven para lanzar desinfectante en las calles o lugares de difícil acceso e incluso para comunicar mensajes a la población y evitar así que salgan de sus casas.
En resumen, si bien la pandemia ha provocado una serie de efectos que van desde la renacionalización de ciertas producciones hasta las técnicas de control de los ciudadanos, no parece que haya provocado desarrollos ni aplicaciones militares específicas de las tecnologías emergentes sino un uso de las ya disponibles adaptadas a las operaciones militares que permitirá una mayor agilidad y seguridad en las unidades actuantes.
GD (R) Ángel Guinea Cabezas de Herrera
Asociación Española de Militares Escritores
[1] La empresa detrás de WeChat, la popular app de mensajería china, Tencent, ha lanzado una aplicación que realiza un seguimiento de personas a través de códigos QR y que te informa de si has estado en contacto con alguna persona infectada por coronavirus. Otra app, Alipay Health Code, te asigna un color (verde, amarillo o rojo) según puedas entrar libremente a espacios públicos o necesites ser puesto en cuarentena. Relacionado con esto, en Corea del Sur han ido un poco más allá. Han hecho que los visitantes llegados de fuera del país se instalen una aplicación en el móvil por la que cada día tendrán que ir contestando preguntas sobre su estado de salud y que, a través de la tecnología GPS, les mantiene controlados para verificar que se encuentran en aislamiento.
[2] La empresa Pudu Technology con sede en Shenzhen (China) le ha dado la vuelta a su ámbito de actuación. En vez de seguir fabricando robots para la industria de la restauración, ha adaptado sus tecnologías e instalado sus máquinas en más de 40 hospitales del país asiático. Estos robots y los de otras empresas incorporan procesos automatizados que evitan el contacto entre personas. Entre otras cosas pulverizan desinfectantes, realizan funciones de diagnóstico y entregan paquetes
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